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Renault 4F, cuando la capacidad de carga es la clave

Gracias a su portón trasero el Renault 4 fue un modelo a tener muy en cuenta cuando hablamos de capacidad de carga; su variante furgoneta llevó el concepto más allá a fin de ser útil a las pequeñas y medianas empresas.

La furgoneta Renault 4F es, sin duda, uno de los clásicos más populares y respetados de entre todos los relativos a la producción bajo licencia en la Península Ibérica. Y es que, a pesar de pertenecer al ámbito de los vehículos industriales -tristemente olvidado por gran parte de la afición-, de la FASA salieron casi 400.000 unidades pertenecientes a diversas series disponibles desde 1964 hasta 1991.

De esta manera, la Renault 4F se ha convertido en uno de los elementos imprescindibles a la hora de narrar la expansión de las pequeñas y medianas empresas en España, siendo junto a las furgonetas derivadas del Citroën 2CV y Dyane 6 una referencia indiscutible para el segmento más ligero del parque móvil industrial.

Pero vayamos por partes. Así las cosas, lo mejor será trasladarnos hasta finales de los años cincuenta a fin de comprender la génesis del turismo del cual se deriva nuestra protagonista, siendo interesante comprobar cómo incluso éste ya apuntaba maneras en relación a combinar uso familiar con labores de carga.

Dicho esto, la por entonces estatalizada Renault veía con impotencia el éxito del Citroën 2CV. Un coche extremadamente espartano, pero al mismo tiempo económico, fiable y ante todo muy práctico tanto en labores agrícolas como urbanas. En suma, la opción perfecta para las familias de clase trabajadora en un país que, aún en aquellos años, seguía teniendo multitud de caminos rurales con baches inclementes.

RENAULT 4, UN AMPLIO ACCESO A LA CARGA

Partiendo de cero, los ingenieros de Renault diseñaron una alternativa al Citroën 2CV basándose en su mismo esquema; es más, desde su generosa altura al suelo hasta la adopción de la tracción delantera -nunca antes vista en la casa del rombo- el diseño del Renault 4 podía ser visto como una actualización, una puesta al día, del ya presentado en el Citroën 2CV.

Renault 4 Furgoneta Frontal

No obstante, polémicas aparte lo cierto es que para su presentación en 1961 el nuevo utilitario francés se alzaba como un automóvil popular especialmente capaz en términos de habitabilidad. De hecho, la adopción de un gran portón en la parte trasera facilitaba en grado sumo el acceso al espacio de carga, el cual trascendía así al simple maletero permitiendo el acomodo de bultos capaces de llegar hasta el techo.

Dicho esto, resulta evidente cómo incluso sin recurrir a su variante furgoneta el propio Renault 4 con cinco puertas ya era un automóvil capaz de combinar el uso familiar con eventuales momentos de carga y descarga, siendo por tanto una opción extremadamente versátil de cara a su adquisición por cualquier familia rural en la cual se combinara la casa con la granja.

En suma: Renault había analizado con acierto el mercado no sólo francés sino también español e italiano. De hecho, mientras en Italia fue Alfa Romeo la responsable de ensamblar este modelo -hasta que FIAT hizo valer sus influencias políticas en un rocambolesco cambio de leyes fiscales- en España la producción del Renault 4 comenzaba en la FASA de Valladolid a finales de 1963.

LLEGAN LAS FURGONETAS

Tras la aprobación de los Planes de Estabilización en 1959 la economía española vivió una acelerada expansión del consumo. De esta manera, la aparición de pequeñas y medianas empresas fue pareja al crecimiento urbano y la tecnificación del campo; una serie de procesos donde se hacía necesario trascender al recurrente motocarro a fin de equipar al tejido industrial con furgonetas y furgones ligeros.

Sin embargo, la producción peninsular bajo licencia -saber producir no es saber diseñar- tan sólo tenía a los modelos SEAT como posibles bases para la producción de vehículos para el reparto. Y sí, aquello era un problema pues mientras el 1400 resultaba bastante costoso -sólo asumible para ciertos servicios técnicos, ambulancias y flotas de taxi- el popular 600 de 1957 veía muy limitado su espacio de carga debido a la posición del motor.

Prueba de ello es lo ocurrido con las Formichetta de SIATA o la versión de Carrocerías Costa, ambas seriamente limitadas cuando hablamos de acceso al habitáculo. Eso sí, por fortuna la viguesa Citroën Hispania S.A tuvo a la AZU como su primer modelo en cadena de montaje -sí, antes incluso que al 2CV- presentando así la primera furgoneta derivada de turismo en la producción peninsular.

EL ÉXITO DEL RENAULT 4F

Con su amplio espacio de carga gracias a la tracción delantera, la Citroën AZU marcó el camino a seguir mezclando las cualidades prácticas de un vehículo industrial con la comodidad inherente a cualquier turismo. Algo en lo cual se fijó FASA, la cual inició la producción de la furgoneta 4F poco después de la del Renault 4 L en 1963.

Capaz de portar más de 450 kilos en bultos, nuestra furgoneta protagonista contaba además con una trampilla en la parte superior del portón por la cual se podía acomodar, por ejemplo, la extensión saliente de una escalera. Sin duda un aliciente lo bastante práctico como para atraer la atención de las por entonces florecientes empresas de reformas y construcción.

Renault 4 Furgoneta Lateral izquierdo

Asimismo, en relación a la mecánica el sólido motor Ventoux con 845 cc y 28 CV daba una respuesta mucho más enérgica que la proporcionada por el escueto bicilíndrico de las Citroën AZU y posteriores AK y AYU. Debido a ello, las ventas de la Renault 4F producida por FASA fueron excelentes hasta pocos años antes a su desaparición. Desaparición rematada -no olvidemos- por la aparición de la estupenda C15 en 1984.

En fin, sea con la serie que sea -otro día hablaremos sobre la evolución en mecánicas y equipamiento experimentada por nuestra protagonista- la Renault 4F fue un elemento indispensable para el desarrollo empresarial y, a día de hoy, un clásico popular de lo más apetecible.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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