Como en cualquier otro ámbito, el mundo del automóvil también cuenta con años icónicos capaces de actuar a modo de punto y aparte. En ese sentido, la industria italiana vivió algo completamente disruptivo cuando en 1950 sus tres principales fabricantes presentaron modelos renovadores tanto en diseño como en fabricación.
Y es que, condicionadas por la expansión económica prevista para los años posteriores a la posguerra, las fábricas italianas tuvieron que adaptarse a los esquemas de trabajo inherentes al fordismo, adaptando así sus cadenas de producción a esquemas basados en la gran serie y la práctica ausencia de trabajo artesanal.
Algo especialmente visible en el caso de Alfa Romeo, la cual debió -bajo propiedad e interés estatal- dejar atrás las series cortas y el carácter escrupulosamente deportivo a fin de diversificar su gama con modelos capaces de ser una alternativa a los de Fiat y Lancia. De hecho, mientras la casa de los Agnelli seguía conservando el liderazgo en Italia Alfa Romeo logró comer un gran terreno a Lancia hasta el punto de situarla contra las cuerdas.
En suma, una historia empresarial y comercial compleja donde, a fin de cuentas, todo se puede reducir a la presencia de tres elementos clave: el Fiat 1400, el Alfa Romeo 1900 y el Lancia Aurelia. Todos ellos presentados en 1950 para marcar así el inicio de una nueva modernidad en lo referido al automovilismo transalpino.
1950, UN MERCADO POLARIZADO
Acabada la Segunda Guerra Mundial Italia se encontraba en una situación compleja desde el punto de vista industrial. Asolado por la destrucción inherente al conflicto, su tejido productivo necesitaba de grandes inversiones en materia de reconstrucción pues muchas de sus fábricas habían sido bombardeadas al igual que las germanas.
Asimismo, la mayoría social no se encontraba en una situación especialmente ventajosa de cara a acceder a bien de consumo complejos como bien puede ser un vehículo privado. Es más, si algo tuvo éxito comercial durante aquellos años fue la adaptación de bicicletas a velomotor gracias a pequeños ingenios monocilíndricos con dos tiempos.
Algo poco a poco rebasado gracias a escuetos ciclomotores como el Ducati Cucciolo con 48 cc o algunas motocicletas turismo sólo al alcance de bolsillos algo más desahogados. Algo perfectamente comprensible desde España pues, no en vano, aquí las cosas eran tan similares que incluso la mayor parte de las licencias necesarias para la fabricación de motocicletas y motocarros era, precisamente, italianas.
A POR LA FABRICACIÓN MASIVA
Bajo este contexto, el automóvil no era el objeto de consumo masivo que sí llegaría a ser ya en los años sesenta y setenta; condición ésta que, a la postre, generaba un mercado polarizado donde por un lado estaban los pequeños utilitarios como el 500 de Fiat -responsable de motorizar a una gran parte de la población- y por otro berlinas destinadas a un público burgués o administrativo.
En fin, aún quedaba mucho para la llegada masiva de los compactos. Asimismo, aquello debía ir precedido por el uso de técnicas de fabricación más modernas y eficientes. No tanto en el caso de Fiat -la cual ya había asimilado con éxito las técnicas lanzadas por Ford desde al menos dos décadas antes- sino en el de Lancia y Alfa Romeo.
De hecho, mientras Lancia sí contaba con series amplias capaces de situarla en el segundo puesto local en materia de unidades producidas Alfa Romeo seguía aferrada a procesos cuasi artesanales incluso en sus modelos turismo. Algo, obviamente, del todo incompatible con la puesta de largo de miles de unidades al año en el mercado local y, previsiblemente, también de exportación.
FIAT 1400, ALFA ROMEO 1900 Y LANCIA AURELIA; EL TRIDENTE DE LA MODERNIDAD
Resulta curioso comprobar cómo los tres modelos responsables de relanzar al automovilismo italiano tras la Segunda Guerra Mundial llegaron en el tránsito de tan sólo unos meses; pero sí, así fue. De esta manera el FIAT 1400, el Alfa Romeo 1900 y el Lancia Aurelia salieron al mercado en 1950 planteando así una nueva era tanto en fabricación como en diseño y soluciones técnicas.
Para empezar, lo más destacable es la transición plena de Alfa Romeo a la producción en serie gracias al 1900; de hecho, más allá del automóvil en sí resulta interesante comprobar la enorme inversión realizada por la marca a fin de poner al día sus cadenas de montaje. Algo no visto en la empresa estatal hasta la llegada de los Alfasud ensamblados en Nápoles con nuevos robots instalados en la factoría de Pomigliano d’Arco.
De hecho en tan sólo unos años Alfa Romeo superó en producción a una Lancia cada vez más tocada en lo financiero conquistando así el segundo puesto en materia de producción local. Asimismo, en aquel tránsito dado en 1950 destacó el uso de los chasis monocasco del 1400 y el 1900. Punto de partida perfectos no sólo a fin de crear diseños más rígidos y seguros sino también capaces de asentarse al fin en esquemas innovadores para la época.
EL VIRTUOSISMO DE LANCIA
Por último, en el caso de Lancia el Aurelia representó un caso muy interesante al ser el primer modelo fabricado en gran serie motorizado por un bloque V6; dato éste al cual debemos añadir la configuración transaxle o la suspensión independiente.
Todo ello para hacer así del Lancia el más exquisito de los tres en términos tecnológicos mientras el 1400 cumplía con el carácter generalista previsto en Fiat y el 1900 alcanzaba toques deportivos en su versión TI tal y como era de esperar en Alfa Romeo. Y es que, a veces, cambiarlo todo es la mejor garantía de seguir adelante con el carácter de siempre.