El BMW Serie 1 ha cumplido 20 años. Sí, todavía no es un clásico, pero, ¿alguien duda que algún día lo será? Para muchos todavía es un “coche viejo”, no ha pasado tiempo suficiente para concederle, siquiera, el beneficio de la duda, pero hay que sopesar algunas cosas antes de dar la espalda a este modelo en un futuro próximo. No sólo porque sea un BMW, con todo lo que ello conlleva, sino por lo que su puesta en escena supuso para la marca y para el propio segmento.
La aparición del Serie 1 -código E81 para el tres puertas y E87 para el cinco puertas- fue un momento clave. El segmento de los compactos acaparaba una enorme cantidad de ventas, era la parcela de mercado más importante de Europa y había muchos beneficios en juego. De hecho, Audi vio el hueco que había en el segmento y se lanzó sin pensarlo dos veces con la primera generación del Audi A3, que llegó, por cierto, en 1996. Hace mucho tiempo de aquello, y el coche alemán todavía continúa en el mercado con bastante éxito.
Mercedes-Benz también quiso entrar en el segmento de los compactos, pero lo hizo de una forma muy peculiar. Era la época de los monovolúmenes, había un monovolumen de cada tamaño, marca y color, incluso se llegó a desarrollar algún deportivo con estética de un solo trazo… una locura. Sin embargo, el primer Mercedes Clase A era eso, un pequeño monovolumen que se hizo famoso por la prueba del Alce -el coche acabó mal parado- y que hizo su primera aparición en 1997.
BMW, por entonces, tenía el Serie 3 Compact, un modelo que contó con dos generaciones y que, en realidad, no era un auténtico compacto, era una versión del Serie 3 al que había cortado desde el pilar B hacia atrás, para adosar un nuevo conjunto cuyo diseño lo convertía más en un coupé que en un compacto. Solos se vendía con tres puertas y en realidad, llegó antes que ninguno de sus rivales, pues la primera entrega del Serie 3 Compacto, el E36, se lanzó al mercado en 1994.
ADIÓS SERIE 3 COMPACT, HOLA BMW SERIE 1
Con la generación E46 llegó el adiós al Serie 3 Compact, y no porque fuera un coche poco aceptado. Las ventas no eran malas, pero el Audi A3, con su diseño de “auténtico compacto”, acaparaba más ventas y más interés por parte de los usuarios. Por lo tanto, en BMW pensaron que había llegado el momento de plantar cara con un coche que dejara a todos atrás en cuanto a comportamiento dinámico y prestaciones.
Así, en el año 2004, el BMW Serie 1 dejaba a todo el mundo sin habla, gracias a un concepto totalmente nuevo en el segmento. Todo aderezado con un diseño obra del señor Chris Bangle que provocó toda clase de comentarios y opiniones. Sin embargo, había detalles que no se podían pasar por alto: era el primer “auténtico compacto” que no recurría a la tracción delantera, era propulsión, y además, con motor delantero longitudinal, lo que provocaba que tuviera un frontal relativamente largo. Es más, la carrocería de tres puertas tenía cierto aire shooting brake que se potenció ligeramente con la segunda generación del Serie 1.
Su condición de propulsión fue la que marcó, en parte, el devenir del BMW E8X -como se conoce al modelo entre los fanáticos de la marca-. Ofrecía un comportamiento y un tacto de conducción que ninguno de sus rivales podía igualar, pero tenía un inconveniente: afectaba negativamente al espacio disponible en el habitáculo. Hay que decir que, por aquellos años -finales de los 90 y comienzos del Siglo XXI-, los coches de BMW no podían presumir de tener un habitáculo muy amplio. De hecho, por lo general eran más pequeños que la media en cada segmento. Con el Serie 1 ese se notó mucho más que en otros modelos, sobre todo si se comparaba con algunos de los modelos disponibles en el segmento.
La primera generación del Serie 1 no sólo se tuvo que ver las caras con el Audi A3, por aquellos años. Como ya hemos comentado, los compactos eran los coches que más ventas acaparaban en Europa y los fabricantes les daban muchos mimos, lo que provocó que apareciera una de las mejores generaciones de coches compactos hasta la fecha. Estaban el SEAT León, el Volkswagen Golf, el Peugeot 307 o el Ford Focus, cuya segunda generación se lanzó en el mismo 2004. En todo caso, el BMW Serie 1 era el más deportivo, el único de propulsión, pero los rivales de aquel entonces no eran coches “del montón” precisamente.
UN MILLÓN DE UNIDADES EN CINCO AÑOS
El BMW Serie 1 no solo fue uno de los compactos más especiales de cuantos se han puesto en circulación, además tuvo una gama bastante completa y se ofreció con diferentes carrocerías. Entre ellas destacó el coupé -lanzado en 2007 junto a la carrocería de tres puertas-, un sedán de dos puertas como el Serie 3 Coupé, sobre el que se creó un coche que se ha convertido en un objeto de culto: el BMW 1M Coupé. En lugar de M1, para lo “pisar” la denominación del primer modelo de BMW M -el BMW E26-, se prefirió adoptar otra denominación.
Sobre la base del coupé, se desarrolló también un cabrio de cuatro plazas que llegó en 2008, aunque este no tuvo versión M, aunque sí contó con algunos motores del compacto y uno especialmente interesante: el BMW 135i, que se ofreció también en el coupé, con 306 CV.
Poco después, tras la presentación de un restyling en 2007, se alcanzó la cifra de un millón de unidades vendidas. El Serie 1 llevaba sólo cinco años en el mercado y el 12 de abril de 2010 se entregó la unidad un millón a su propietario durante el salón del Leipzig. Era un BMW 118d con carrocería de tres puertas -turbodiésel con 143 CV y cambio manual de seis relaciones- fabricado en la planta que la marca tiene en Leipzig.
La segunda generación del BMW Serie 1 -código F21 para el tres puertas y el F20 para el cinco puertas- debutó en el año 2011 con el mismo concepto de coche: motor delantero longitudinal, propulsión, morro lago y aspecto de shooting brake para el tres puertas… pero esta ya es otra historia.