Hoy en día, los grandes números apenas dejan espacio a la existencia de pequeños fabricantes. Sin embargo, durante los años cincuenta aún resultaba común encontrar preparadores deportivos independientes. Eso sí, basados en modelos populares producidos por marcas masivas. Marcas con las que, a menudo, se podía mantener una relación estable en materia de suministros. De esta forma, Jean Rédélé escogió a Renault como proveedora de chasis y mecánicas antes incluso de fundar Alpine en 1955. De hecho, la colaboración entre ambas empresas fue tan estrecha que, en 1973, la casa del rombo finalmente acabó absorbiendo al fabricante deportivo. Una historia muy similar a la protagonizada en Italia por Abarth y FIAT.
Y es que, no en vano, este tipo de sinergias resultaban muy provechosas para ambas partes. Veamos. Por un lado, los preparadores independientes satisfacían la necesidad de motores y otras piezas que ellos no podían fabricar. Piezas extremadamente costosas en su diseño y producción, cuya existencia sólo era posible gracias a una compleja logística amparada en el mundo de las grandes finanzas. Y por otro, las marcas generalistas externalizaban el desarrollo y fabricación de pequeños deportivos con los que alimentar su imagen en las carreras. Es decir, mientras la parte más pequeña sacaba en claro el necesario suministro de piezas, la grande mejoraba su imagen de marca sin apenas tener que gastar dinero en costosos departamentos de competición.
Una fórmula bastante inteligente que, en el caso de Francia, también fue seguida por SIMCA. No sólo apoyando a las escuderías que usaban al SIMCA 8 como base para sus barquettes, sino también trabajando con Abarth de cara a presentar derivados deportivos del SIMCA 1000. Así las cosas, se podría pensar que Citroën participó igualmente de este fenómeno. Sin embargo, no fue así. De hecho, hasta los años ochenta la marca apenas mostró interés oficial por fabricar versiones prestacionales de sus modelos turismo. Menos aún por ingresar en la competición. Así las cosas, cuando el joven ingeniero Guy Mismaque presentó su Squal en 1960 no logró ninguna reacción en la marca del chevrón. Otro de los reveses en la larga historia de este peculiar – y ligero – deportivo francés.
GUY MISMAQUE Y PAUL GUITTON, UN ENCUENTRO CASUAL
Cuando Mismaque visitó el Salón de París en 1956 apenas era un chaval. De hecho, aún no había realizado el servicio militar ni tampoco acabado sus estudios en ingeniería. No obstante, tenía perfectamente claro cómo quería fabricar su propio deportivo. Pequeño, ligero, con chasis tubular, carrocería de fibra de vidrio y un motor no necesariamente costoso. Algo, por cierto, muy al hilo de Colin Chapman y otros pequeños fabricantes británicos. Amparados en el auge de la fibra de vidrio y el suministro de motores por parte de Coventry y Ford.
Llegados a este punto, la confianza de Mismaque en sus planteamientos lo llevó a entablar conversación con Paul Guitton. Diseñador de Brissonneau et Lotz, éste se encontraba en aquel salón presentando un pequeño descapotable basado en el Renault 4CV. Primera pieza automovilística de aquella empresa ferroviaria que, al tiempo, acabaría ensamblando el Renault Floride/Caravelle e incluso fabricando la carrocería del Opel GT. Enzarzados en un vívido intercambio de ideas, Mismaque y Guitton entablaron amistad e interés por ver en dónde acabaría aquella idea del nuevo deportivo.
Sobre esta base, aunque Mismaque pasó por Argelia -seguramente cumpliendo su servicio militar- e incluso Guitton se desplazó a Australia por trabajo, éstos no dejaron de mantener una activa correspondencia en la que compartían ideas relativas al proyecto. Un proyecto que avanzaba con buen ritmo, teniendo para 1958 tanto planos elaborados como una maqueta en escala 1:10 del que iba a ser el Coupe Sport Mismaque. Además, el diseño del mismo fue evolucionando hasta ser cada vez más compacto y ligero. Todo ello bajo unas líneas aerodinámicas afinadas con más intuición que horas en el túnel de viento.
LLEGAN LOS PROBLEMAS DE FINANCIACIÓN
Desgraciadamente, no hemos podido tener acceso a toda la correspondencia entre los dos diseñadores. Sin embargo, sí sabemos que en algunos momentos estuvo sobre la mesa realizar una carrocería rígida tan sólo practicable en la mampara que debía cerrar el habitáculo. Otro más entre los muchos detalles innovadores que orbitaron sobre el Coupe Sport Mismaque. Rematado con unas aletas traseras inspiradas en las de los Alfa Romeo BAT de Franco Scaglione. Seguramente no muy efectivas en lo que se refiere a la carga aerodinámica. Pero sí notoriamente útiles a altas velocidades, encauzando el flujo de aire para retrasar el centro de presión mejorando así la estabilidad.
Y bueno, hablando de velocidad evidentemente hay que hablar del motor. En este sentido, Mismaque recurrió al popular 2CV como base mecánica para su creación. Y es que no había para más. Al fin y al cabo, lo ingenioso del proyecto no estaba acompasado por una financiación mínimamente solvente. Es decir, detrás de Mismaque no había nadie. Se trataba de una iniciativa totalmente individual, proveniente de un joven sin contactos serios en la industria del automóvil. Eso sí, lejos de querer producir un simple capricho de taller, este diseñador contemplaba seriamente la idea de la comercialización.
Algo realmente aventurado, pues siquiera contaba con un taller adecuado para la fabricación en serie. De todos modos, tomando del 2CV 425 el motor, la transmisión, la dirección, los frenos y partes de la suspensión Mismaque al fin tenía en 1959 su primer diseño completo. Llegados a este punto, contactó con el especialista en fibra de vidrio Jean-Pierre Gouiran. Un hombre que, con el tiempo, realizó la carrocería del interesante CD-GRAC para Le Mans 1965. No obstante, aunque al fin todo parece materializarse los problemas financieros vuelven a aparecer. Es más, Mismaque no puede pagar el trabajo a Gouiran, así que éste se queda con el cuerpo del que iba a ser el primer Coupe Sport. De hecho, a día de hoy no se sabe si aquella unidad finalmente se completó a espaldas de su creador.
THE SQUAL Y LOS COQUETEOS CON SIMCA
Para 1960 el proyecto del Coupe Sport Mismaque parece estar en vía muerta. Sin embargo, ese mismo año el propio diseñador consigue ultimar de manera independiente la primera unidad del mismo. La cual, en un precioso gesto de gratitud, regala a su amigo Guitton que tanto le ha ayudado con su correspondencia durante cuatro años. Además, al materializar por fin el proyecto se da cuenta de algo verdaderamente interesante. Y es que, mientras sobre la mesa de diseño pensaba que el coche entregaría unos 350 kilos en báscula, finalmente marcaba tan sólo 306. Dejando a un lado la escasa potencia del motor de 425cc -12CV es lo que rendía en la ficha técnica de Citroën-, estamos hablando de un vehículo con nervio gracias a ser un verdadero peso pluma.
Así las cosas, Guitton tuvo una idea plausible gracias a sus contactos en SIMCA. ¿Por qué no presentar el proyecto a la marca como un deportivo gracias el cual plantar cara al Lotus Elite de 1957? Al fin y al cabo, con una mecánica a la altura estaríamos hablando de un modelo muy refinado. Basado en un chasis tubular, carrozado en fibra de vidrio, visualmente llamativo y además mucho más ligero que el ya de por sí escueto Lotus con sus 503 kilos. Llegados a este punto, en 1960 se trabajó la posibilidad de incorporar motores del SIMCA Aronde. Gracias a ellos, hubiéramos visto un modelo algo menos potente que el Lotus pero bastante más ligero.
Sin embargo, una marca masiva como SIMCA no estaba interesada en cubrir pequeños nichos de mercado. Es más, de aquellas toda su atención se centraba en el inminente lanzamiento del SIMCA 1000. De esta manera, Mismaque veía alejarse definitivamente las posibilidades de producir en serie su modelo. Ahora rebautizado como Squal en referencia a la fluida forma de escualo presentada por su carrocería. Más corta y evidentemente mucho más baja que la de un 2CV. A partir de aquí los datos sobre las diferentes evoluciones del modelo se hacen cada vez más confusos. De hecho, siquiera se sabe muy bien cuántas fueron las unidades finalmente ensambladas aunque, las más de las fuentes, apuntan a cuatro.
Lo que sí sabemos es que en 1961 se ultimó junto a Germain Lambert -un histórico mecánico francés que llegó a ensamblar sus propios modelos en tirada corta- una unidad con motor y suspensiones Simca. Seguramente la más conocida por los aficionados a la historia de Mismaque. Ya que se la ha podido ver en no pocas concentraciones luciendo su azul francés recorrido por una franja blanca longitudinal. Además, gracias al evento californiano The Quail, este diseño ha vuelto a la palestra tras presentarse la restauración de una unidad perdida durante décadas. Sin duda una excelente puesta en valor para el que, posiblemente, sea uno de los diseños independientes más interesantes en toda la historia del automovilismo francés.
Fotografías: Unai Ona