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FIAT 600 Savio. Un coche hecho para caer en paracaídas

Aunque en sus comienzos se ideó como un coche sencillo y ligero para que el ejército italiano pudiera lanzarlo en paracaídas, el FIAT 600 Jungla acabó sus días como coche de playa para la alta burguesía que veraneaba en sus villas mediterráneas. Además, esta variante del popular 600 es la muestra más conocida del carrocero turinés Savio.

Cualquier persona que siga el mundo de los rallyes siente por el Lancia Delta S4 una mezcla de admiración y respeto. Admiración por ser uno de los modelos más efectivos nunca antes creados para las pistas de tierra. Respeto por contar en su historia con la muerte de Henri Toivonen y su copiloto Sergio Cresto durante el Rally de Córcega 1986. Un accidente dado cuando el finlandés conducía de tal que forma que, en palabras de Timo Salonen, “seguir el ritmo de Toivonen era simplemente suicida”.

No obstante, para el recuerdo del automovilismo deportivo quedan modelos tan radicales como éste. Uno de los iconos en la historia de Lancia, fácilmente reconocible gracias a su carrocería elaborada por Savio. La histórica marca turinesa fundada en 1919. Empresa especialmente ligada a FIAT, sobre cuyos modelos ha trabajado desde los años treinta con diseños que van de lo deportivo a lo funcional. Una labor de taller subsidiario al que Gianni Agnelli encargó la realización de algunos proyectos especiales con tirada corta.

Justo el caso del FIAT 600 Jungla. Uno de los derivados más escasos y originales del popular utilitario italiano, el cual nació como proyecto militar para acabar siendo un curioso coche de playa. Llamativa transición que, sin embargo, permitió al Jungla estar en producción nueve años desde su presentación en 1965. Trayectoria en la que fueron ensambladas 3.200 unidades, sucedidas por un modelo que repitió la misma fórmula usando como base al 126. Ahora los escasos ejemplares supervivientes se han convertido en codiciadas piezas para los coleccionistas.

FIAT 600 JUNGLA. HECHO PARA CAER DEL CIELO

Aunque en 1954 falleció Giussepe Savio -ultimo de los dos hermanos fundadores-, la empresa pasó a ser dirigida por su yerno Alfredo Caracciolo. Un hombre que supo mirar al futuro adecuando unas nuevas instalaciones en las que poder trabajar en serie. Así las cosas, sus diseñadores intentaron seducir a FIAT con propuestas como el 2300 Coupé o el 124 Coupé Savio. Prototipos tan logrados y estilosos como ignorados por la popular marca, la cual guardaba para el carrocero otros menesteres. En ese sentido, gracias a sus contactos con el estado Gianni Agnelli logró a mediados de los sesenta el contrato para desarrollar un nuevo vehículo militar.

Lejos de querer un modelo pesado, lo que el ejército italiano estaba buscando era un coche pequeño, ligero y desmontable. Todo ello con la idea de poder empaquetarlo a la manera que Jeep hacía con sus Willys, pudiéndolo arrojar en paracaídas sobre territorios en guerra. Una idea a priori descabellada, pero para la cual FIAT contaba con una respuesta eficaz gracias a su 600 presentado en 1955. Eso sí, a fin de reducir el peso a la mínima expresión se hacía necesaria una nueva carrocería. Exigencia en la cual entraba Savio aportando un diseño minimalista a este coche que debía caer desde el cielo.

Llegados a este punto, tanto FIAT como Savio se pusieron a trabajar en el que se dio a llamar 600 Jungla. Respecto a la mecánica, ésta tomó la transmisión y el motor con 767cc del 600 básico. Suficiente para transportar a cuatro adultos y hasta 40 kilos de carga gracias a los 32CV y 578 kilos del conjunto en báscula. Además, se simplificó el ensamblaje de las piezas hasta la saciedad. Hecho que convirtió al 600 Jungla en un coche tan sencillo de montar como fácil de reparar. Justo lo buscado por los paracaidistas hasta que, con el proyecto ya en marcha, decidieron suspender el encargo.

LA SEGUNDA VIDA DEL FIAT 600 JUNGLA

Pillados de sorpresa por esta anulación, los de FIAT y Savio tuvieron que mover ficha rápidamente. Una situación peliaguda en la cual intervinieron los Carabinieri, quedándose para su servicio forestal con las unidades encargadas por el ejército. Una solución práctica y sencilla, posibilitando la supervivencia del 600 Jungla. De hecho, el éxito del diseño elaborado por Savio fue de tal calibre que FIAT se animó a comercializar el coche en sus concesionarios. Un cambio de guión que lo llevó a una segunda vida, pasando de vehículo militar a civil transformado en coche de playa.

Nicho de mercado donde se hizo fuerte el Citroën Mehari, el cual sin embargo salió al mercado tres años después de la presentación del 600 Jungla. Y es que, gracias a su poco peso, bajo consumo, sencillez mecánica y carrocería más que espartana la creación de Savio resultaba perfecta para las familias adineradas que buscaban un coche con el cual bajar desde su villa a las playas del norte de Italia y sur de Francia. De hecho, según ciertos registros parece que el concesionario de FIAT en Mónaco vendió no pocos de estos 600 Jungla con asientos de mimbre y techo de lona.

Una preparación específicamente pensada para el transporte de bañistas húmedos, los cuales hicieron del modelo un coche relativamente frecuente en el garaje veraniego de la alta burguesía. Lugar donde, gracias a su función tan concreta, se albergaron junto a berlinas de alta gama y deportivos de la Dolce Vita. Automóviles que, sin embargo, han sobrevivido al tiempo en mayor medida que el 600 Jungla. El cual se presenta décadas más tarde no sólo como la creación más conocida de Savio, sino como una de las versiones más escasas y cotizadas del FIAT 600.

Fotografías: FIAT / SEAT Históricos / Artcurial

P.D. La unidad de 600 Jungla utilizada para ilustrar este artículo fue subastada el pasado verano por Artcurial en Mónaco. Se trata de una de las que, como decimos líneas arriba, contaban con asientos de mimbre para la playa. También puede apreciarse el techo de lona con ribete de borlas, el cual hace un curioso contraste con la base militar del modelo.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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