Miguel Sánchez
Cuando hablamos de modelos masivos, la eficiencia y la practicidad tienen que estar por encima de todo. De esta forma, cualquier vehículo pensado para el público generalista ha de responder cómoda y fácilmente a las necesidades diarias de movilidad. Por estas razones, en ellos el diseño y la mecánica siempre han de subordinarse a la función. Una función donde no hay cabida para el disfrute o la recreación. Buscando la mayor sencillez posible a la hora de cumplir con transportes cotidianos a la compra, el trabajo o el ocio ocasional. No obstante, claro está que más allá de lo general existen pequeños nichos de mercado en todos los segmentos.
Nichos en los que se han de primar las sensaciones al volante por encima de las funciones más racionales. Así las cosas, los modelos aquí ubicados tienen como potenciales compradores a aquellos conductores que sí valoran el automovilismo más allá de la mera movilidad. Justo el perfil que no renuncia a tecnologías como el cambio manual. Insostenible desde el punto de vista de la comodidad, pero imbatible cuando hablamos de sensaciones al volante y control del coche en una conducción deportiva. De todos modos, noticias como el abandono definitivo del cambio manual por parte de Ferrari el pasado 2016 auguran tiempos en los que esta conducción quedará arrinconada.
Una pena. Ya que dado lo diverso del mercado automovilístico siempre debería haber hueco para las opciones más pasionales aún siendo mayoritarias las más novedosas. De hecho, tradicionalmente estas últimas se dejaron para los vehículos de uso diario en ámbito urbano. Aquellos donde la rutina constante del pedal de embrague debido a semáforos y atascos resulta más una molestia que un placer elástico como sí es en carreteras de curvas. Por ello, junto a opciones deportivas como la Spider o la Sport Coupé, el FIAT 850 también contó con una variante dotada de cambio semiautomático a partir de 1966. La respuesta del gigante italiano a la conducción urbana. Tan lenta como llena de obstáculos, los cuales se podían superar cómodamente gracias al FIAT 850 Idromatic.
FIAT 850 IDROMATIC, UN COCHE PARA LA CIUDAD
Cuando en 1964 FIAT lanzó el 850 no sólo quería dar un sustituto al exitoso 600. También deseaba dar un pequeño pero decisivo paso adelante en la versatilidad de sus modelos más populares. Y es que, aún siendo un coche eminentemente urbano, el 850 contó con la capacidad de poder abordar viajes medios y largos con más garantías y seguridad que su antecesor. Características recurrentemente nombradas en sus anuncios, donde este vehículo quedaba justo un escalón por debajo del 124 de 1966. Un coche popular, pero también con una decidida apuesta por las nuevas clases medias al contar con una carrocería de tres volúmenes con motor delantero y maletero amplio.
Sin embargo, más allá de ocasionales viajes largos relacionados con el ocio vacacional, los propietarios del FIAT 850 lo usaban principalmente por ciudad. Un lugar donde la conducción puede llegar a ser tediosa. Especialmente cuando a partir de los sesenta los cinturones industriales, las ciudades dormitorio y la lenta adaptación de la red de carreteras provocaron la aparición de los temidos atascos. Si a eso le sumamos las paradas constantes propias de los recorridos del día a día tenemos un resultado evidente: el uso constante del embrague. Un juego placentero haciendo tramos el domingo, pero también una molestia diaria si se tiene poca fuerza en la pierna por lesiones o constitución física.
En 1966 se lanzó como Idromatic 
Pero en 1968 se cambió el nombre a Idroconvert 
Esquema del sistema de cambio semiautomático de este FIAT 850
Consciente de ello, FIAT presentó en el Salón de Turín de 1966 al 850 Idromatic. Una versión con cambio semiautomático como en la época sólo lo tenía el DAF Daffodil en el ámbito de los modelos urbanos. No obstante, al hilo de simplificar la conducción urbana eliminando el pedal de embrague, más fabricantes se sumaron a esta opción llegando a los setenta. De hecho, la revista Road & Track anuncia la aparición del 850 Idromatic diciendo que “FIAT entra en el creciente grupo de coches económicos con transmisión semiautomática”. De esta manera, era evidente cómo la transmisión automática había venido para quedarse entre los fabricantes europeos.
IDROMATIC, UN SISTEMA HIDRÁULICO
Quizás una de las razones por las que el cambio automático tardó décadas en cuajar a escala europea sea la dificultad de sus arreglos. En ese sentido, que el FIAT 850 Idromatic basara sus cambios en un sistema hidráulico no hizo fácil su desarrollo comercial. Extraño y difícil de ajustar cual si fueran las suspensiones hidroneumáticas de Citroën, uno de estos Idromatic podría ser la pesadilla de no pocos mecánicos de barrio. Punto que explica el escaso recorrido comercial de esta versión. Sólo fabricada por FIAT en Italia sin traducción a las variantes bajo licencia del modelo como la realizada por SEAT en España.
Desde el punto de vista mecánico, la transmisión del 850 Idromatic montaba un convertidor hidráulico de par accionado por un mando también hidráulico. Nada más manejar la palanca de cambios se producía el desembrague, pudiendo llegar a arrancar en cuarta si el terreno era llano. Respecto a las marchas, el 850 Idromatic contaba con cuatro. Las cuales se iban sucediendo de forma elástica. Aunque gracias a la palanca el conductor podía intervenir seleccionando la relación que quisiera independientemente de lo dado por el mecanismo. En suma, la combinación de automatismo y control propia de todo cambio semiautomático. Obviamente muy cómoda para la conducción urbana.
Durante sus dos primeros años en producción, el FIAT 850 Idromatic se basó en la versión Super con 37CV. Sin embargo, con la presentación en 1968 del Special el modelo cambió al motor de éste. Portando su cuatro cilindros en línea con 47CV procedente del 850 Coupé fabricado en Italia. De hecho, con este cambio incluso mutó su nombre a 850 Idroconvert. Contando con campañas de publicidad específicas en Italia, Reino Unido e incluso los Estados Unidos. No obstante, todos los esfuerzos fueron inútiles ya que esta variante nunca supuso una opción relevante en ventas para la marca. Ejemplo de ello es que, aún pasando los años, muchos de los numerosos aficionados al popular 850 desconocen la existencia del Idromatic. Menos vibrante que sus variantes deportivas, pero muy interesante desde el punto de vista tecnológico.
