“Todo coche narra una historia, y es excitante ser parte de esa historia”. Cuando el último de los Ingleby decidió resucitar el Aston Martin DB5 de su familia, sabía que éste era parte de las emociones de la misma. Por ello decidió respetar las cicatrices. En sus propias palabras: “es importante preservar la historia tal y como ha sido”.
El padre del aficionado que nos habla en el vídeo adquirió el coche en 1972. Durante años viajó en él todas las mañanas a Londres, hasta que este GT deportivo dejó de ser práctico debido a una mudanza a Escocia. Entonces quedó en un almacén familiar durante más de 30 años; su padre lo guardó como testigo de “los sueños de los días de juventud”. Lo que no sabía era que, años después, su hijo lo restauraría; al fin y al cabo, éste “es el coche con el que todos soñamos”.
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Cuando el pequeño de los Ingleby lo reparó tras tres décadas de letargo, se preocupó de que el motor, la mecánica, todo… funcionara correctamente. Sin embargo, decidió conservar la pintura original, con todas sus marcas, con toda su pátina. Por su parte, aquella cicatriz en la carrocería hablaba de un accidente que, según su madre, se había producido cuando una scooter chocó contra el flamente Aston Martin; aquel coche y aquel accidente son hoy parte de la historia de la familia.
Los Aston Martin DB5 son de por si una preciosidad. Junto con el Jaguar E-Type posiblemente sea el máximo exponente de la elegancia y la deportividad inglesas. Este tipo de sensaciones más allá de las puramente autmovilísticas son las que te puede dar el motor clásico; y por eso nos apasiona.