TEXTO: MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ / FOTOS: PORTLAND ART MUSEUM
Hace unos meses informábamos de la exposición sobre Ferrari que se celebró en el Museo del Diseño de Londres. Y bueno, deciros que en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York se expone permanentemente un Cisitalia 202 GT o un Fiat 500… O que el propio diseñador del Citroën DS era un afamado escultor, no es descubriros nada nuevo sobre la unión entre el automóvil y el arte.
Y es que, bien visto, diseñar automóviles no deja de ser una verdadera disciplina artística. Es cierto que las formas están delimitadas por la función, pero sobre todo las líneas de un coche son algo que apela directamente a las emociones.
En fin… No nos engañemos: por mucho que un coche nos termine convenciendo por lo equilibrado de su chasis o la perfecta entrega progresiva de su par motor, por poner dos ejemplos, si tenemos una enorme ilustración de este o aquel coche en nuestra casa es por la pura belleza de sus formas.
Formas que, con un concepto algo futurista de la conducción y la máquina, siempre han ido unidas a la sensación visual de velocidad. Quizá por ello, en el Museo de Arte de Portland han decidido bautizar su futura exposición como ‘The Shape of Speed’ -‘La Forma de la Velocidad’-, que reúne ejemplos de carrocerías streamlined de Porsche, Bugatti, BMW, Bentley, Voisin, Talbot-Lago, Adler, Cord, Chrysler o Mercedes, entre otros.
Una muestra en la que a través de 16 coches y 2 motocicletas se nos propone un recorrido por una época en la que el desarrollo de grandes automóviles sin preocupación por la chequera maridó magníficamente con la visión artística del Art Déco.
AUTOMÓVILES ART DÉCO: LOS ALEGRES AÑOS 20 (y 30)
Para muchos la década de los años 20 fue un derroche. Una fiesta delirante sin fin que como todas las grandes noches acabó en una resaca monumental: el Crack del 29 que dio paso a los convulsos años 30. Una época en la que el galopante crecimiento económico impulsó nuevas corrientes estéticas centradas en ensalzar los elementos productivos, los símbolos del progreso, la máquina… Y el poder de la industria que ya entronizaba al dólar como el “único dios verdadero”, la cual terminó pagando cara su idolatría.
Con este planteamiento nació el Art Déco; un intento de hacer excepcional lo cotidiano a través de la aplicación del diseño más exquisito a los ingenios de la vida diaria. Al calor de este movimiento nacieron excitantes edificios revestidos en metal como el Chrysler de Nueva York, nuevas y originales tipografías para multitud de publicaciones y lo que nos interesa: magníficos automóviles futuristas y aerodinámicos.
Y es que si algo representaba bien aquella euforia desarrollista era el automóvil. Un medio de transporte que, a pesar del lanzamiento del popular Ford T en 1908, aún seguía dedicando grandes recursos a la producción de coches de lujo, sobre todo en Europa. Verdaderos tanques en los que la clase alta exhibía su poder y los cada vez más numerosos “gentleman racers” su desprecio reto a la muerte.
Durante la década de los 20 el Art Déco vivió un momento dorado que se extendió hasta bien entrados los 30, influyendo en el diseño de carrocerías con un espíritu de vanguardia donde la aerodinámica se concebía como una elegante sucesión de formas curvas. Y eso por no hablar del acabado de los interiores… Donde la imaginación de estos diseñadores también se dejó notar en multitud de detalles.
Pero, mejor vamos a dejarnos ilustrar algunos ejemplos de la próxima muestra ‘The Shape of Speed’, que como decíamos será expuesta entre los próximos días 16 de Junio y 16 de Septiembre…
ARTE SOBRE CUATRO (Y DOS) RUEDAS EN PORTLAND
Con la selección de 16 automóviles y 2 motos el Museo de Arte de Portland (EE.UU.) propone un recorrido de lo más ilustrativo sobre el impacto del Art Déco en el diseño de vehículos. ¿Por qué? Pues sencillamente porque tienes desde el práctico minibús Stout Scarab -un experimento “made in Detroit” sobre la idea de viajar lo más cómodamente posible- hasta una réplica del mítico -y perdido- prototipo de Bugatti Aérolithe. Este último fue construido sobre la base de un Type 57, un verdadero coche de carreras con traje de gala.
Muy parecido al Bugatti, se expone también un modelo procedente de una marca que aunque en sus últimos tiempos produjo compactos de formas muy rudas siendo resucitada para liquidar los restos de la antigua SIMCA, con anterioridad firmó auténticas maravillas como el Talbot -Lago T150C SS.
No obstante, y pasando al terreno de las dos ruedas, quizá lo que más nos ha gustado es la magnífica BMW R7. Una motocicleta que no llegó a producirse en serie pero que en 1934 revolvió más de un planteamiento estético al revolucionar el mundo del diseño a dos ruedas integrando de una forma muy sutil el depósito de gasolina en el propio conjunto.
Una joya que, hasta que fue encontrada y restaurada por la propia BMW, permaneció perdida durante ¡70 años! En fin, si estáis en Estados Unidos durante las fechas de la exposición, ¡no dejéis de acercaros al museo! 😉