TEXTO Y FOTOS MERCEDES PAGODA: JAVIER ROMAGOSA
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España es un país repleto de paisajes de gran belleza, conjuntos monumentales de la máxima importancia, la mejor gastronomía y, lo que es vital para los aficionados a la gasolina, carreteras de ensueño. A menudo es factible programar viajes de fin semana en los que escapar, aunque sea por un corto espacio de tiempo, del estrés del mundo posmoderno. Además ahora, gracias a la empresa de Madrid Spain in a Two Seater (STS), es posible incluso fugarse en un coche clásico de alquiler y con una ruta organizada.
Eso es precisamente lo que hemos hecho nosotros en su Mercedes Pagoda, conduciendo a través de un itinerario calculado para tres días entre las provincias de Madrid, Segovia y Guadalajara. En primer lugar, debemos decir que fue difícil elegir nuestra montura entre los coches clasicos de alquiler disponibles; un Alfa Romeo Duetto o un Morgan Plus 4 no nos lo pusieron fácil, pero finalmente nos rendimos al encanto del modelo de la estrella, heredero de los fabulosos 300SL de los años 50.
Así que vamos allá, abrochaos los cinturones. Estamos en el garaje de STS en Guadarrama donde, a primera hora de la mañana del viernes, su gentil personal nos entrega un 250 SL verde botella con interiores en beige. Se ve realmente precioso y nos morimos de ganas de conducirlo, por lo que, hechas las despedidas de rigor, escapamos hasta la carretera secundaria más cercana. La sensación de solidez, fruto de la tradicional calidad de construcción de Mercedes, se siente desde los primeros metros del recorrido.
Mercedes Pagoda: Deportividad encubierta
Salimos de Madrid cruzando el Puerto de Navacerrada hacia La Granja de San Ildefonso, real sitio de belleza poco común que visitaremos en primer lugar. Para ello, enfilamos las carreteras M-614 y, posteriormente, M-601. Los kilómetros inciales nos sirven para hacernos a nuestro descapotable, que se siente en todo momento bajo, grande, pesado y poderoso. Aceleramos, el sonido del 6 cilindros en línea con árbol de levas en cabeza, prodigio de progresividad, es una delicia.
Desde el principio uno se percata de que éste no es un coche ágil: No le gustan las brusquedades ni las transferencias de peso rápidas, al menos con las suspensiones de serie. Sin embargo, una vez constatado esto, y si conducimos con finura, la estabilidad del Pagoda es pasmosa; si se desea, incluso con curvas, es capaz de mantener velocidades de crucero alegres. Y es que de casta le viene al galgo.
Fotos: Luiyo / Dick O’Brien
Es entre los pinares del puerto de Navacerrada donde, sujetando firmememente el volante -o más bien el timón-, nos envuelve la magia del viaje. A un ritmo pausado, aunque sin dejar de disfrutar en las horquillas que se suceden a izquierdas y derechas y que no suponen ningún problema gracias a unos frenos estupendos, nos vamos aproximando a nuestro destino. Ya en La Granja, aparcamos; capota y ventanillas arriba, y cierre de ambas puertas de nuestro flamante coche clásico de alquiler.
Vamos a estirar las piernas…
La Granja, los reyes también se van de vacaciones
Histórica residencia de verano de la monarquía española, la Granja de San Ildefonso creció a partir de su palacio real hasta convertirse en un municipio de clara influencia francesa e italiana. Además de sus encantadoras calles y jardines, acoge desde hace alrededor de 300 años una imponente fabrica de vidrio hoy convertida en museo. Gracias a todo ello, La Granja es una aguja en un pajar que, junto a otras poblaciones similares como San Lorenzo de El Escorial, no debe dejarse de visitar.
Fotos: Sergio Romagosa
Con el correr de las horas, el conducir y el caminar entre la graciosa arquitectura, se nos abre el apetito. Es el momento de visitar un asador y ordenar un cordero, cochinillo o cabrito; estamos en las montañas castellanas y los comensales no se arrepentirán. Hecho esto, y tras pasear unos últimos minutos para descansar la comida, nos ponemos de nuevo en marcha. Giramos la llave de contacto del Pagoda, que siempre arranca a la primera, y enfilamos por la carretera CL-601 hacia Segovia, en donde nos proponemos pasar la tarde y hacer noche.
Segovia: Mezcla de Civilizaciones
¿Qué decir de Segovia? Asentamiento milenario declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es un perfecto ejemplo de capital de provincia castellano-leonesa con multitud de ejemplos de arquitectura románica y gótica. Lo más emblemático de de esta ciudad es el tremendo acueducto romano de casi 800 metros de longitud que atraviesa una de sus plazas centrales; casi 2.000 años de historia que son acompañados por los dos otros grandes monumentos del casco histórico, a saber la catedral gótica y el alcázar en el que quizá se inspirase Disney para construir su castillo de fantasía.
Explorada Segovia, llegamos cansados al final del primer día de viaje, que podemos considerar justamente como una jornada monumental. Tras la cena de rigor, y si no lo hemos hecho ya, nos dirigimos al hotel con encanto que hayamos reservado previamente y en el que aconsejamos que se contrate servicio de aparcamiento. Al fin y al cabo vamos en un coche clásico de alquiler y no estaría bien que durmiese en la calle.
Fotos: David Corral Gadea / Santiago López-Pastor
Tras un sueño reponedor, el despertador suena a las 8:30 A.M.: Estamos de vacaciones, pero quedan bastantes kilómetros por delante y, sobre todo, mucho que ver. De nuevo a bordo de nuestro precioso descapotable, comenzamos el segundo día de viaje, un sábado dedicado a lo desconocido. Vamos a internarnos en la Serranía de Guadalajara, territorio que hace de enlace entre las montañas de los sistemas Central e Ibérico y que se encuentra salpicado de parajes naturales de alto valor ecológico -cuna de los ríos Henares y Jarama-, arquitectura románica, carreteras a la antigua usanza y una joya medieval y renacentista conocida como Sigüenza.
Nuestro amiguito verde está listo para dar lo mejor que sí en la N-110, a la que accedemos nada más salir de Segovia. Esta es una carretera nacional con más movimiento que las que hemos recorrido hasta ahora, lo cual nos servirá para probar las bondades del Págoda en este tipo de tráfico. Dejando las montañas a la derecha, aceleramos hasta los 100-120 Km/h con el objetivo de surcar las rectas subsecuentes. El 250 SL monta una caja de cambios manual de 4 velocidades (la ZF de 5 es rara avis), por lo que no queremos achicharrarlo yendo más deprisa; por otro lado, gracias a esta circunstancia, en los múltiples adelantamientos que tenemos la oportunidad de realizar el Mercedes sale como un cohete.
La desconocida Serranía de Guadalajara
Paseando o sorteando coches, según se prefiera, camino de Soria, llegamos a la localidad de Riaza. Allí nos desviamos para coger SG-V-1111, con el ánimo de llegar a la SG-145 en Santibáñez de Ayllón y bajar. Ambas son vías cuyo asfalto parcheado nos recordará sospechosamente a las carreteras rurales de antaño. De aquí en adelante, sencillamente nos arrellanamos en los sofás del Pagoda y dejamos que su efectiva suspensión trabaje mientras disfrutamos, a baja velocidad, de un paisaje salpicado de encinas, pinos y retamas.
La Serranía de Guadalajara es una de las zonas con densidad de población más baja de España, por lo que conducimos perdidos en la inmensidad hasta que, de cuando en cuando, nos topamos con algún pueblo de adobe culminado por una bonita iglesia románica. Esos son los casos, que además revisten una importancia destacable, de Campisábalos y Albendiego.
Más adelante está el pueblo medieval de Atienza, coronado por su castillo. Esta región fue imporante durante la época del predominio textil castellano, cuando los rebaños de ovejas del Concejo de la Mesta transitaban sus caminos. Desde entonces, ha ido declinando hasta convertirse en todo un misterio a apenas unos 150 kilómetros de Madrid; un misterio que no sólo acoge las atracciones descritas, sino también amplios robledales, hayedos y pizarrales en su zona oeste, en la parte conocida como Sierra de Ayllón.
Fotos: Rowanwindwhistler / Sonsaz / Los Lugares Olvidados / Xuanxu / Sergio Romagosa
Sigüenza, esplendor religioso
A estas alturas del sábado ya se nos ha vuelto a abrir el apetito, y qué mejor para parar que Imón, pueblo de salinas -otra de las fuentes de ingresos tradicionales de la región-, para comer en el restaurante ‘La Cabaña’. Si todavía no lo hemos hecho, es sin duda el momento de regalarse con un asado; si no, cualquiera de los platos que pidamos estará a la altura de lo esperado y a muy buen precio. Os recomendamos encarecidamente la parada.
Desde aquí, el camino queda expedito hasta Sigüenza, la capital de la Serranía. Próspera durante la época de la Hispania romanizada por encontrarse a medio camino de la calzada que conectaba Mérida y Zaragoza, tras la caída del imperio se convirtió en un centro religioso de primer orden administrado por un obispo. Durante la dominación musulmana perdió importancia en favor de la vecina Medinaceli, y en 1123/4 fue reconquistada por los cristianos, los cuales se consagraron a la restitución del prelado gobernante, a la construcción de una fastuosa catedral y a la remodelación de la alcazaba.
Fotos: Malaya / Santiago López-Pastor / Quasipodo / Sergio Romagosa
El hecho de haber sido un centro religioso de primer orden ha dejado una huella indeleble en la cultura, la economía y al arte de Sigüenza. El cénit de su riqueza se produjo en el siglo XV, cuándo el famoso cardenal Mendoza, hombre culto, guerrero y muy influyente, engrandeció su casco histórico gracias al diezmo de las salinas.
El legado de la importancia de Sigüenza ha llegado hasta la actualidad, en forma de una ciudad medieval perfectamente conservada de tonos marrones y ocres que merece la pena conocer. ¿Quién lo diría? En realidad, muchos de los pequeños rincones de Castilla tienen grandes historias que contar. Tras visitar la ciudad, quizá estas conjeturas nos ayuden a conciliar el sueño en el hotel escogido, sobre todo si tenemos la suerte de tener reserva en el parador nacional.
Fotos: Cruccone / José Ibáñez / J. Ibáñez / Diego Delso / D. Delso / Randi Hausken / Tamorlan
Otra de las ventajas de viajar en un coche clásico de alquiler
Vuelve a sonar el despertador temprano… ¡Caramba, ya es domingo! Después del tute que nos hemos pegado en los días anteriores, ¿qué os parece si nos relajamos un poco y disfrutamos de nuestra afición? Da la casualidad de que hoy se celebra la concentración anual de vehículos antiguos organizada por el Club de Clásicos de Sigüenza. Obviamente, y ya que llevamos un precioso 250SL, nos inscribimos para participar y disfrutar, como siempre, en familia.
El coche es recibido con miradas de admiración. ‘¡Qué bonito! Aunque a mí no me gustan los Mercedes, este sí’, suele ser la frase más repetida entre los entuasiastas. El Pagoda causa siempre el mismo efecto, y es que las líneas dibujadas por Paul Bracq son verdaderamente irresistibles: En este automóvil todo está en su justa medida; es elegante pero no pretencioso, deportivo pero no intimidante, con un matiz incluso de delicadeza. Es uno de esos claros ejemplos en los que arte y automovilismo están intimamente ligados.
Fotos: Club de Clásicos de Sigüenza
Brihuega: En el tiempo de descuento
Tras pasar la mañana entre amigos, tomamos un almuerzo y salimos de Sigüenza por la carretera-mirador GU-118, que atraviesa el Parque Natural Barranco del Río Dulce rumbo a la autopista A-2. Al fin y al cabo vamos en un turismo alemán y tenemos curiosidad por probarlo en la autobahn. Una vez incorporados, mantenemos velocidades sostenidas de 110-130 sin ningún tipo de problema.
Estamos ya en el tiempo de descuento pero, si tuviésemos la suerte de recorrer la anodina carretera de Zaragoza en Agosto, posibilemente nos apeteciera visitar los campos de lavanda de Brihuega a la altura del kilómetro 83. Se trata de la Provenza española, que además se encuentra en un lugar completamente inesperado.
Foto: Manyez
Lamentablemente, estamos en Junio, así que mientras nos hacemos a la idea de que en algún momento de esta tarde tendremos que devolver el Mercedes, seguimos avanzando por la cinta negra. El objetivo es llegar a la autopista de circunvalación M-40, ya en Madrid, para después girar a la derecha y continuar por la carretera de Colmenar Viejo o M-607, que será encargada de llevarnos a través de las curvas de despedida vía Cerceda, Becerril de la Sierra, Collado Mediano y, finalmente, Guadarrama. ¡Hasta siempre Pagoda!
*Agradecemos a STS la cesión del Mercedes 250SL de alquiler para la realización de este reportaje. Recomendamos la experiencia a todos nuestros lectores, sobre todo a través de las rutas turísticas recomendadas por la propia empresa. Es una excelente manera de probar algunos de los mejores clásicos de la historia a la par que se disfruta de una jornada -o varias- inolvidables. Por último, diremos que tanto el Pagoda como el resto de la flota está disponible para eventos y celebraciones como puedan ser el rodaje de una película o una boda, entre otros.