FOTOS BMW SERIE7 767iL «GOLDFISH»: BMW GROUP CLASSIC
Hace 25 años había una pequeña pecera en el garaje. En ella teníamos dos peces. Uno de ellos era un Carassius Auratus, lo que dicho así parece algún tipo de animal exótico. Nada más lejos de la realidad. En verdad se le conoce como “Goldfish” o “pez dorado”; el bicho más común en toda pecera a cargo de un crío. Lo que no había era el BMW prototipo con su mismo nombre. Y eso que compartían el mismo rasgo: su enorme apetito.
En el caso del pez el apetito era por la comida. La tragaba de forma irracional. Si le echabas más de la cuenta, en vez de dejarla flotando, se la comía mecánicamente. Así que un día murió porque le reventó el estómago. Con el BMW Serie7 767 iL“Goldfish” el problema fue similar. Y es que sus 16 cilindros demandan una media de 17 litros en ciudad, 12 a 120 km/h y casi 20 si lo llevas alegremente por una Autobahn, terreno para el cual fue pensado.
Con estos datos, los directivos de Múnich decidieron matar el proyecto haciendo que nunca llegara a serie. Y es una pena, porque la verdad es que el BMW Serie7 767 iL “Goldfish” es una locura maravillosa. Locura debido a todas las modificaciones exigidas por sus cuatro cilindros extras respecto a los Serie7 de fábrica. Pero maravillosa porque este proyecto pertenece a una época de bonanza en la que incluso prototipos como éste llegaron a tener visos de hacerse realidad.
BMW SERIE7 767iL “GOLDFISH”. 16 CILINDROS PARA UN PROYECTO ARRIESGADO
En 1987 los ingenieros de BMW presentaron algo muy especial: el motor M70. El primer V12 en la historia de la marca, y ni más ni menos que la base para el S70 que años después motorizaría al McLaren F1. Un ingenio excepcional de 6’6 litros realizado en aluminio, del cual se extrajeron de 295 a 573CV dependiendo de la versión. Con estas credenciales es lógico que el M70 fuera el corazón de la berlina BMW tope de gama en la época: la Serie7 de segunda generación, conocida como E32.
El responsable del modelo era Hanns-Peter Weisbarth, quien veía con buenos ojos lanzar una versión del Serie7 aún más potenciada. Por ello entabló conversaciones con Karlhienz Lange, uno de los ingenieros responsables del desarrollo de motores. Y vaya, de ahí salió la idea de añadir dos cilindros en cada una de las dos bancadas del M70 para crear una versión absolutamente inesperada del Serie7. Eso sí, ¿cómo convencer a los directivos sobre su viabilidad comercial? Pues muy sencillo: se presentaría como un modelo para viajar por las Autobahn con una amplia velocidad de crucero.
Y ojo, porque ese punto de vista comercial condicionó seriamente la puesta a punto del BMW Serie7 767iL. Al fin y al cabo no se trataba de usar toda esa potencia para hacer del Serie7 un deportivo a la manera del Mercedes 300 SEL 6.8 AMG, sino más bien para rodar cómodamente con un civilizado cambio automático de cinco relaciones. Así las cosas, los ingenieros se pusieron a trabajar en el prototipo respetando estas coordenadas. Pero, ¿respetaría el enorme V16 las limitaciones del Serie7?
LAS DIMENSIONES CONDICIONAN UN DISEÑO HETERODOXO
Con casi 30 centímetros más que el V12 de fábrica, el V16 pensado para el BMW Serie7 767iL “Goldfish” apenas cabía en su hueco. De hecho, para encajarlo no había más remedio que sacar el radiador de la posición delantera para llevarlo a la parte trasera. Más allá de los problemas planteados por una disposición tan atípica, lo cierto es que poner ahí buena parte del sistema de refrigeración se comía todo el maletero. Un problema terminal si hablamos de una berlina y no de un deportivo de competición.
Para encauzar el aire hasta ese punto, la carrocería del BMW Serie7 767iL incluía dos curiosas tomas de aire nada frecuentes en vehículos de este tipo. Unas tomas que, precisamente por su aspecto de agallas, hicieron que el coche recibiera su apelativo acuático. No obstante, más allá de estos primeros problemas las prestaciones resultaban impresionantes: 408CV respecto a los 300 del 750i. Eso sí, tan impresionantes como dificultoso fue encontrar solución al problema del maletero. Y eso por no recordar los consumos que hemos comentado al comienzo.
Problemas que siquiera un sistema electrónico capaz de manejar al V16 como si fueran dos motores de ocho en línea pudo solucionar. Así las cosas, en 1988 BMW decidió dar carpetazo al proyecto del Serie7 767iL “Goldfish”. Y es que, en esta vida, la supervivencia no sólo consiste en saber encontrar una fuente de energía, sino también en usarla racionalmente. Y eso vale tanto para los peces como para las berlinas de gama alta.