Al igual que Porsche, Lotus no es sólo lo que ha hecho bajo su propio sello. Como marca acostumbrada a la consultoría tecnológica, el rastro de los vástagos de Colin Chapman puede seguirse en varios modelos ideados para otras empresas. Uno de ellos es el fantástico Lotus Omega. Producto del gusto generacional por las berlinas deportivas, fue capaz de presentar unas prestaciones de infarto que incluso llegaron a asustar a la policía. Especialmente cuando, gracias a la ligereza y potencia marcadas por Lotus, este modelo de escasa producción y alto precio llegó a convertirse en el favorito de las bandas de atracadores.
No obstante, Lotus también trabajó con otras marcas de cara al desarrollo de coches capaces de cumplir el código civil. Eso sí, siempre dentro de los esquemas de la competición, ya que en el caso de Citroën la relación se firmó con el objetivo de crear un coche de carreras. Deseosa de entrar al mundo de los rallyes por la puerta grande, la marca francesa encargó a Lotus el diseño de un vehículo con una carrocería asemejada a la del Citroën Visa. Algo muy típico en la época de los Grupo B, cuyos coches sólo guardaban una vaga relación estética con el modelo de calle. Todo ello con la publicidad y el prestigio de marca como argucias comerciales.
Presentado en 1982, el Visa Lotus contó con no pocos problemas de diseño. Problemas que empezaron con tener que encajar la carrocería de un Visa sobre el chasis de un Lotus Spirit con motor central. Algo que tan sólo inauguraba la racha de infortunadas desdichas que jalonaron la fase de desarrollo. Un fracaso que alejó a este proyecto de su posible debut en el Grupo B, dando puerta abierta a Citroën para enfocar sus esfuerzos en el futuro BX 4TC de 1986. Eso sí, tan sólo tres años antes presentó un eslabón perdido en el cual ya apuntaba maneras firmes en las competiciones sobre tierra. Hablamos del Citroën Visa 1000 Pistes.
CITROËN VISA 1000 PISTES. PRIMER 4X4 DE LA MARCA PARA LA COMPETICIÓN
La historia de Citroën con la propulsión en ambos ejes no era nueva. Al fin y al cabo, para comienzos de los 80, ya hacía más de tres décadas del lanzamiento del 2CV Sahara. Ideado para enfrentarse a las dunas del desierto argelino aún colonizado por Francia, este curioso todoterreno resolvía el problema de la tracción total poniendo un motor en cada eje. Algo por lo que, pasados los años, ha llegado a convertirse en una leyenda para coleccionistas. Sin embargo, lo cierto es que este modelo nunca se usó para la competición. Por ello la presentacion en 1984 del Citroën Visa 1000 Pistes fue una novedad, siendo el primer 4×4 de la marca ideado para la competición.
Con sus tan sólo 850 kilos, montaba un motor de 1360cc capaz de rendir 112CV a 6800rpm. Un ingenio potenciado hasta los 140CV gracias al aumento de cilindrada en algunas unidades, las cuales llegaron hasta los 1440cc. Así las cosas, la punta del Citroën Visa 1000 Pistes se situó en unos 190 kms/h. Prestaciones nada desdeñables para un coche de rallyes sin visos de medirse con los Lancia o Toyota de aquellos años. Aunque de hecho sí consiguió algunas victorias, como la que obtuvo en la categoría de coches experimentales en el 1000 Pistas. Razón por la cual se bautizaron así a las 200 unidades construidas, necesarias para la homologación dentro del Campeonato Mundial de Rallyes.
Producido durante tan sólo dos años, el Citroën Visa 1000 Pistes también se caracterizó por su cuádruple carburación. Una interesante solución para sacar toda la garra posible al modelo, el cual compitió durante algunos años junto a su presencia dentro de la gama comercial Visa. Una gama en la que las versiones deportivas se sucedieron desde 1982, con la presencia de los Trophée y Chrono. Modelos que sirvieron de clara inspiración para el GTI de 1984, con el cual Citroën se introdujo en la categoría de los urbanos deportivos para luego seguir con las versiones deportivas del AX. Una línea claramente divergente a la marcada por el 1000 Pistes, cuyo esquema 4×4 iba apuntaba directo a la competición en rallyes.
CITROËN VISA 1000 PISTES. EL ESLABON PERDIDO HACIA EL BX 4TC
Como dijimos antes, el fracaso del proyecto Visa Lotus fue un jarro de agua fría para Citroën. Sin embargo, lejos de rendirse apuntaron lejos con la idea de tener su propio Grupo B. La idea se materializó cuando, en 1986, se inscribió en la categoría el BX 4TC. Un coche extraño incluso para entendidos en la marca del chevron, el cual tan sólo guarda un ligero y superficial parecido con la berlina de la cual parte. Grande y con serios problemas en la suspensión, este coche de rallyes con motor delantero sólo apareció en tres citas del Campeonato Mundial.
Un palmarés cuanto menos cuestionable, pero que rindió a Citroën justo en el punto donde ella quiso. Y es que, las más de las veces, el valor de estos coches no está en el fin sino en el medio. Son bancos de pruebas donde diversas marcas, de hecho las menos interesadas en la competición como parte de su identidad, desarrollan tecnologías derivadas a los coches de calle. Justo aquello para lo fueron usados el Citroën Visa 1000 Pistes y el BX 4TC. Dos ejemplos de la participación de la marca gala en el Campeonato Mundial de Rallyes, el cual albergó verdaderas rarezas durante los potentes años ochenta.
Fotografías: Citroën Origins