Vamos a empezar recordando un modelo sueco, concretamente el Volvo 850. Un modelo de la marca sueca que siempre será recordado por dos cualidades. En primer lugar su gran avance en materia de seguridad, pero también un insospechado rendimiento en los circuitos. No obstante, lo curioso de esta segunda seña de identidad es que se hizo bajo la forma de una carrocería a priori muy poco deportiva. La berlina familiar, también llamada ranchera o Station Wagon. Es por ello que, cuando en 1994 Volvo anunció que iría al Campeonato Británico de Turismos con dos 850 ranchera… Muchos lo tomasen como una simple broma.
Lejos de ello, el equipo oficial de la marca cumplió su anuncio. Justificándose no sólo en un audaz movimiento promocional, sino también en ciertas capacidades dinámicas que acabaron por completar una temporada decente. De hecho, aunque al año siguiente Volvo cambió sus rancheras por dos berlinas para luego alcanzar la victoria en 1998 con un S40, gracias a esto cuajó la semilla de una ranchera deportiva. Así las cosas, en 1996 se lanzó la versión AWD con tracción total. Un mecanismo que, sumado a los 240CV ya ofrecidos por la versión 850 T5-R de 1994 hicieron de este Volvo Station Wagon uno de los deportivos más deseados de los años 90.
Un ejemplar que hacía pareja con el Audi RS2 Avant de 1994, desarrollado junto a Porsche para rendir más de 310CV. Sin lugar a dudas las dos berlinas deportivas más icónicas de los últimos tiempos, responsables de un cambio radical en la percepción de estos vehículos. No obstante, como todo en la vida existen precedentes tan pioneros como poco conocidos. Y es que, en esto de las berlinas familiares con motores potenciados y tracción total la pionera fue Renault junto a la empresa de transformaciones motrices Sinpar. Algo que demuestra el Renault 12 Break 4×4. Un inesperado ganador en las arenas de África.
RENAULT 12 BREAK 4X4 SINPAR, DEL TRABAJO A LOS RALLIES
La primera vez que tuvimos conocimiento del Renault 12 Break 4×4 fue por una anécdota de arqueólogos. Según nos contaron, el ministerio de cultura francés asignó a mediados de los setenta dos unidades de este modelo a un equipo arqueológico que trabajaba en un área rural de difícil acceso. Tanto así que, a uno de los dos vehículos, se le incorporó una viga acolchada por delante del paragolpes con la función de empujar al otro cuando iba cargado de material. Una actividad que precisa de coches tan robustos como los Renault convertidos a tracción total por la empresa Sinpar.
Fundada en 1946 con el objeto de modificar cajas de cambio y camiones para su conversión a modelos con tracción total, empezó a llamar la atención de un público algo más amplio cuando en 1965 comenzó a producir el R4 4×4 Sinpar. En un principio, este modelo llamó la atención del ejército, aunque rápidamente fue demandado por una gran cantidad de agricultores y montañeses. extra del 4×4. Un éxito que llevó a Sinpar a centrarse en la modificación de modelos Renault, trabajando sobre modelos como el R6, el R12 o el Rodeo.
De hecho, esta vía de negocio fue tan efectiva que en 1975 la propia Renault compró Sinpar para incorporarla a su división de camiones y vehículos industriales. Un momento en el cual surgió la idea de aprovechar las bondades motrices del Renault 12 Break 4×4 aumentando su potencia el motor de la versión Gordini. De esta forma, hacia 1976 Sinpar fabricó al menos dos unidades con tracción total a las que se incorporó el cuatro cilindros en línea con dos carburadores de doble cuerpo capaz de entregar 113CV. Eso sí, no tanto para tener unas prestaciones de órdago como para aguantar lo indecible en terrenos agrestes. Había nacido una máquina para rodar en rallye. ¿Pero en cuál?
RALLYE CÔTE-CÔTE ABIDJAN-NICE, LLEGA LA SORPRESA
Los amantes de los rallyes saben que, posiblemente, no exista en este tipo de competición nada tan extremo como los disputados en África. Con extensas etapas por áreas desiertas y despobladas, la pericia al volante necesita de altas dosis de resistencia mecánica y pericia en la orientación. Pistas de piedras se alternan con dunas y temperaturas capaces de poner al límite cualquier sistema de refrigeración del motor. Es la épica de competiciones como el Rallye Safari. Sin embargo, a finales de los sesenta existió el intento de hacer un rallye africano aún más duro.
La idea surgió del francés Jean-Claude Bertrand, quien rivalizando con el Safari inició en 1969 el Rally Bandama, posteriormente conocido como Rallye Costa de Marfil. Una prueba tan dura que, en su cuarta edición, nadie pudo llegar a la línea de meta. Un hecho que incrementó la leyenda en torno a esta prueba, atrayendo a no pocos equipos europeos de primer nivel. No obstante, en 1975 decide rizar el rizo planteando el Rallye Côte-Côte. Aprovechando que a las pocas semanas de finalizar el Bandama se celebra el Montecarlo, decide proponer un rallye desde Costa de Marfil hasta la Costa Azul francesa.
Una aventura radical en la que llegó a perderse durante tres días el piloto de motos Thierry Sabine y en la que en 1976 se inscribió Jean-Claude Briavoine a los mandos de un Renault 12 Break 4×4 Sinpar.

Contra todo pronóstico, quedó tercero por detrás de dos Land Rover. Animados por el buen resultado y la excelente fiabilidad del R12 Sinpar 4×4, el mismo equipo inscribe dos unidades a la edición de 1977 con el apoyo de Renault. Una buena decisión, ya que las dos consiguen acabar el rallye… ¡Y la de Brivoine ganarlo!
Una hazaña que pone en evidencia al menos dos cuestiones. En primer lugar la excelente robustez mecánica del R12 y su variante Sinpar 4×4. Y en segundo el hecho de que, aunque a primera vista no lo parezca, una ranchera puede dar bastante juego en la competición como demuestra la 850 TR-50 AWD, la RS2 Avant y, cómo no, la Renault 12 Break 4×4 Sinpar.
Fotografías: Renault Classic / Volvo Cars