Comprar motos de segunda mano no es sencillo. Es cierto que son más económicas que otro tipo de vehículos, pero no deja de tratarse de una de las grandes inversiones que los apasionados del motor haremos a lo largo de nuestra vida. Al menos todos aquellos a los que les guste la movilidad más completa y el cierto aire indómito y de aventura que proporcionan las dos ruedas.
En realidad, el precio de las motocicletas es todo un aliciente a la hora de comprar en comparación con el de los coches. Sobre todo de segunda mano, ya que pueden ofrecerse por un importe realmente asequible. Sin embargo, son máquinas complejas que no siempre tienen la robustez y longevidad de un automóvil (aunque cerca están) y que han estado expuestas a las temidas caídas, que pueden dejar serias secuelas que comprometan su seguridad. Al comprar motos de segunda mano, hay que estar muy atento por tanto y poseer un conocimiento previo de lo que nos están vendiendo, más si cabe que en el caso de sus hermanos de cuatro ruedas. Y, si no se sabe mucho, puede ser aconsejable acudir un profesional (por ejemplo Mundimoto).
Por otro lado, no es sencillo poder probarlas a fondo antes de comprar. Muchos propietarios de motos de segunda mano a la caza de un comprador normalmente sólo dejan inspeccionar y rugir el motor en parado, teniendo el interesado que haberse ganado una confianza especial para poder darse una vuelta y descubrir si le gusta. A veces hay también un término medio, que es llevarse al vendedor de ‘paquete’, pero lógicamente esto genera situaciones casi igual incómodas, las cuales no se dan como veremos con un profesional.
Finalmente, y aunque las motos de segunda mano pueden comprarse sencillamente por motivos de movilidad, la verdad es que la compra siempre entraña un componente de capricho más o menos subyacente: Te tienen que gustar las motocicletas, te tienes que sentir en mayor o menos medida motero, y debes considerar a los otros ‘jinetes’ como compañeros de fraternidad. Desgraciadamente, como en todo lo que hace ilusión en la vida, al ir a comprar una moto de segunda mano ello conlleva el peligro de ver sólo lo que se quiere ver y, por tanto, hacerse una idea equivocada del estado y del valor de la máquina en cuestión. Un profesional de prestigio (ojo, esto es muy importante) ya habrá realizado una selección objetiva y de calidad por nosotros.
Motos de segunda mano: Más tranquilo con profesionales
Por todo esto, y si sencillamente se quiere hacer una compra con un nivel de búsqueda y/o stress menor, siempre es bueno recurrir a profesionales. Por ejemplo, a una tienda de motos grande como la antes aludida. Obviamente, no hay nada de malo en comprar a un particular (incluso deben dar ahora garantía por ley), e incluso se hacen amigos, pero es claramente más trabajoso y se corre un riesgo mayor en la operación.
Además, a la hora de comprar motos de segunda mano hay cosas que sólo te puede dar un profesional: Ver un montón de motos juntas, que éstas hayan sido convenientemente revisadas y valoradas, que puedan probarse, que exista una garantía temporal o de kilometraje que sea realmente efectiva y que no quede en agua de borrajas si la compra nos sale ‘rana’ (todo es posible, incluso con la mejor intención)…
Pero es que, en los últimos tiempos, este tipo de comercios ofrecen también ventajas innovadoras como opciones de renting ‘todo incluido’ y venta online por la que, según un procedimiento en principio garantizado, te ponen la moto cómodamente en casa. Visto todo esto, que en teoría suena muy bien, al comprador solo le queda comprobar de antemano la reputación del vendedor (reseñas, comentarios y demás en diferentes plataformas) para lanzarse sin miedo a la compra de su próxima moto (o motos!) de segunda mano.
Finalmente, es verdad que los mejores precios se consiguen en las compraventas entre particulares, pero también lo es que normalmente lo barato sale caro. Así que si simplemente se quiere tener la seguridad de haber pagado un precio justo por una moto de segunda mano en condiciones, mejor recurrir a un profesional de confianza. Seguro que todo sale bien.