Siempre se habla de coches clásicos, de coches míticos, de automóviles para el recuerdo, pero, ¿qué se necesita para que un modelo pueda presumir de alguno de esos términos? ¿Qué debe tener un vehículo para que sea considerado como tales? Esto es un tema que da para un debate interesante, pero por lo general, podemos decir que para ser considerado digno de recordarse, debe haber sido importante por algún motivo, cosas como un buen nivel de ventas, haber estrenado innovaciones y por supuesto, despertar algún sentimiento entre los aficionados.
Tomando dichas afirmaciones como referencias, podemos encontrar muchos coches que las cumplen, ya sean todas a la vez o solo alguna en concreto. El caso es que la futura generación de coches clásicos no ofrece ese aura de “coche clásico”, más bien de “coche viejo”, de coche que no merece o no es todavía un clásico. Haz la prueba, dile a un aficionado que el Citroën Xsara podría ser un clásico y verás la respuesta: “eso no es un clásico, que tenga casi 30 años no es suficiente para ser clásico”.
Sin embargo, a sus 25 años, el Xsara cumple con casi todos los requisitos para ser considerado un coche digno de ser recordado. Incluso levanta sensaciones y cierta simpatía entre los aficionados. Además, para más inri, se fabricó exclusivamente en España. Quizá, su diseño no haya superado su etapa de purgatorio o puede que todavía se vean muchas unidades por las calles, pero el Citroën Xsara es digno postulante a ostentar el título de “coche clásico” o incluso para ser considerado como coche de colección.
Las cifras de ventas nos pueden servir de ejemplo. Se vendieron un total de 1.343.000 unidades repartidas entre las carrocerías de tres y cinco puertas, aunque también se ofrecía el clásico familiar. La carrocería de tres puertas, conocida como Xsara Coupé, fue muy popular entre los jóvenes por su diseño más desenfadado y deportivo. Un gran contraste con lo que ocurre actualmente, cuando cualquier conductor joven o bien no puede permitirse un coche, o prefiere el formato de moda: un SUV.
Reemplazando al Citroën ZX
Citroën, a mediados de los 90, venía logrando grandes volúmenes de ventas con el ZX, un coche que fue todo un éxito, aunque los más puristas lo criticaron porque era un coche impropio de la innovadora firma francesa. Sobre todo porque el ZX había reemplazado en el mercado al Citroën BX, un coche que sí era auténticamente Citroën y que, hoy día, tiene una enorme legión de seguidores. Sin embargo, ninguno de los dos, ni el BX, ni el ZX después, lograron auparse como líderes de ventas, algo que el Xsara sí que logró durante varios años.
El Citroën Xsara se presentó oficialmente en 1997 y era el sustituto del Citroën ZX. El cambio en el diseño era notable y por sus proporciones, parecía incluso más pequeño que su antecesor, pero eso era porque se logró un buen equilibrio en sus formas y en sus volúmenes. El ZX supuso el regreso de la firma francesa al segmento C contó con la colaboración en su diseño de nada menos que Nuccio Bertone, quien se había enfocado claramente en “copiar” el concepto del exitoso Volkswagen Golf, con una plataforma que fue empleada para el Peugeot 306. Con el Xsara, por el contrario, se buscó mantener el buen nivel de ventas del ZX, pero mejorando acabados, equipamiento y los famosos problemas eléctricos que acusaron algunas unidades de su antecesor, al tiempo que se intentaba ofrecer un coche más próximo a la idea que se tenía de un Citroën.
Del diseño del nuevo Xsara se encargó Donato Coco, quien le imprimió una particular personalidad con su pequeño tercer volumen trasero (solución que también empleó el Opel Astra G, la segunda generación del compacto alemán) y sus formas generales, más propias de un Citroën que las presentadas por el ZX, algo más convencional. Bajo la carrocería, el Xsara escondía la plataforma del Peugeot 306 y algunos “inventos” estrenados por el ZX, como el eje trasero autodireccional. Menos interesante era la colocación del claxon, que, inexplicablemente, pasó a estar en la palanca de los intermitentes, la cual, había que presionar hacia la columna de dirección y provocaba, en ocasiones, que al accionar el indicador de dirección también se acabara pitando a nadie en concreto.
La base para algunos experimentos
Mientras el Citroën Xsara se ganaba el favor del público, algo que se logró especialmente entre los años 2000 y 2003 (tras el restyling, que por cierto, le sentó muy bien), la marca empleó el modelo para varios experimentos que, en aquellos años, fueron bastante llamativos. Por ejemplo, uno de los más curiosos y actualmente equipado en todos los coches del mercado, fue una idea de Citroën que se desarrolló con el Xsara: el sistema de arranque y parada en detenciones, el conocido “start & stop”. La firma de los chebrones comenzó a experimentar con este sistema en 1998, aunque no llegaría a producción hasta ocho años después, con el Citroën C3.
La aparición del Toyota Prius en 1997, en principio, fue tomada con cierta sorna por algunos, pero de puertas para dentro, todos, o casi todos, se pusieron a probar dicha tecnología. Y sí, el Citroën Xsara fue el elegido para montar el primer grupo motor híbrido de PSA. Dicho grupo propulsor estaba compuesto por un motor de combustión 1.4 gasolina (TU3JP) que rendía 75 CV, junto a un motor eléctrico de 34 CV, alcanzando en conjunto los 109 CV. La transmisión era automática, creada ex profeso para el prototipo y denominada Autoactive. Según los datos de la época, podía alcanzar una autonomía de 1.000 kilómetros, a todas luces, un dato de lo más llamativo y difícil de creer, ya que los híbridos actuales, mucho más avanzados y eficientes, no llegan a esa cifra de autonomía. El alcance en modo eléctrico puro se anunciaba en 20 kilómetros y ya contaba con varios modos de funcionamiento e incluso recuperación de energía.
Curiosamente, Citroën no lanzó al mercado un híbrido hasta el año 2012 y además, ni siquiera llevaba el sello de la marca, era un DS, concretamente, el DS5 Hybrid4, que ni siquiera empleaba un motor gasolina, sino un bloque diésel anunciando 200 CV y un consumo medio de 3,8 litros en ciclo NEDC, una normativa de homologación que se demostró nefasta y muy poco realista. Por si fuera poco, tenía un precio de casi 40.000 euros…
Uno de los coches más seguros de su segmento
Con el Xsara, Citroën comenzó a trabajar en su imagen de marca con mucho más ahínco que nunca. Así, el Xsara destacó por su espacio interior, equipamiento, acabados, confort y sobre todo, quizá la más importante, seguridad. Los productos de Citroën tienen buena imagen en cuanto a niveles de seguridad y el Xsara fue el modelo con el que comenzó a trabajar. Es más, el Citroën Xsara fue el coche más seguro de su segmento, o al menos, uno de los más seguros: ABS de serie, control de estabilidad opcional, ayuda a la frenada de emergencia, regulador de velocidad, sensor de luces, airbags de techo o incluso el sistema que conecta las luces de emergencia en caso de frenada brusca y fuerte. Por si fuera poco, tenía la estructura del habitáculo reforzada y dotada de zonas de absorción de impactos “programadas”, pretensores pirotécnicos para los cinturones delanteros… hoy día ni siquiera se presta atención a estas cosas porque llevamos años viendo coches con todas ellas equipadas, pero a finales de los 90 no era lo más común entre los compactos.
Más allá de sus sistemas de seguridad o sus gadgets como el eje trasero direccional, el Xsara destacó por la gama de motores; nada menos que un total de cinco opciones de gasolina y cuatro diésel. Entre los gasolina había opciones que incluso entonces, parecían fuera de lugar, como el 1.4 de 75 CV, siendo los más populares el 1.6 de 90 CV y el 1.8 de 109 CV (luego pasó a 112 CV). El más deseado era, lógicamente, el 2.0 16 válvulas con 167 CV. Con el restyling llegó el 1.6 con 110 CV reemplazando al de 90 CV y un 2.0 con 137 CV que ocupó el lugar del 1.8 de 112 CV.
Éxito rotundo fueron los diésel, sobre todo los HDi. Primero se ofrecieron diésel atmosféricos con 70 y 71 CV (Sí, todavía se comercializaban motores diésel sin turbo), pero la llegada de los 1.9 HDi con 90 CV y posteriormente, los 2.0 HDi de 90 y 110 CV, los que motivaron su enorme éxito de ventas, casi imparable, durante cuatro años.
¿Merecedor del apelativo “clásico”?
El Citroën Xsara fue mucho más que un coche muy vendido, supuso el primer coche “nuevo” para cientos de miles de conductores, arrasó en competición (especialmente en rallies) y puso al alcance de muchos usuarios un equipamiento de seguridad inigualable por sus rivales. ¿Merece, pues, ser recordado? Para muchos, como aquellos que pudieron vivir grandes momentos con uno de ello, seguramente sí. Para otros, que disfrutaron de una época plagada de grandes coches y soñaron con poder poseer uno en su garaje, por supuesto que también. No faltarán aquellos que piensan que el Xsara ni es ni nunca será un clásico, pero como siempre ocurre, nunca llueve a gusto de todos.
Lo que queda claro, es que para una enorme generación de aficionados, el Citroën Xsara será, sin duda, uno de esos clásicos populares que les arrancará una sonrisa con solo recordar el modelo, ahora, 25 años después de su lanzamiento.