renault Floride
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Renault Floride, una forma de entrar al mercado americano

Cuando en los años cincuenta Renault quiso entrar al mercado americano, buscó en el Floride un modelo llamativo con el cual presentar el resto de la gama

El mercado estadounidense siempre ha contado con características propias muy bien definidas. De hecho, los más de sus vehículos siquiera podrían definirse como “autos globales”. Es decir, como aquellos que, con su versatilidad y sencillez en todos los sentidos, están llamados a ser éxitos de ventas a lo largo y ancho del mundo. Así las cosas, resulta curioso comprobar cómo, al mismo tiempo, aquel ha sido un mercado permeable por modelos muy alejados a sus planteamientos. Algo especialmente visible en el caso de los compactos europeos. Los cuales resultaron recurrentes en los Estados Unidos desde mediados de los años cincuenta.

Es más, el VW Beetle llegó a ser todo un referente en materia urbana. Además, en el ámbito de los deportivos los pequeños y ligeros roadster ingleses también encontraron un excelente panorama comercial en América. De hecho, su exotismo frente a los automóviles locales -pesados y con gran cubicaje- allanó el terreno para el posterior desembarco masivo de Porsche con sus 356 y 911. Llegados a este punto, cuando se presentó el Dauphine en 1956 Renault no subestimó sus posibilidades más allá del Atlántico. Es más, a partir de este momento la empresa francesa nunca ocultó sus deseos de entrar con voz propia al mercado estadounidense.

Un hecho que alcanzó su punto álgido con el control de AMC ya en los ochenta, llegando a producir versiones específicas de sus turismos europeos para aquel país. No obstante, existía un problema. Un problema relacionado con la imagen de marca desprendida por Renault en los Estados Unidos. Demasiado anodina y sobria como para abrirse paso ante la competencia ejercida por otros modelos europeos. Algo que fue transmitido por los distribuidores de la empresa a la central de Renault, exigiendo por tanto un diseño llamativo y seductor capaz de abrirse paso entre los medios y los compradores.

renault Floride
Sencillo y sin pretensiones deportivas, este modelo era perfecto para tranquilas salidas de fin de semana.

En suma, algo similar a lo que hoy en día vendría a ser un “vehículos halo”. Capaz de sintetizar la imagen de la marca poniendo todos los focos sobre él. Puesta en esta tesitura, Renault sabía que nada podría impactar tanto como un descapotable económico y desenfadado. Además, un proyecto así no le costaría demasiado pues, no en vano, podría basarse en la plataforma y las mecánicas del Renault Dauphine. Sin embargo, lo cierto es que su departamento de diseño tenía limitaciones obvias en aquellos años para con los vehículos recreacionales o deportivos. Así las cosas, ¿qué ocurrió para que fuera posible el Renault Floride?

renault Floride
El techo rígido era una opción perfecta para dar más versatilidad al modelo.

RENAULT FLORIDE, UN ACICATE DE VENTAS PARA EL DAUPHINE

Una de las mejores fórmulas comerciales en la industria automotriz se basa en realizar versiones de nicho sobre modelos masivos. De esta manera, a partir de un diseño global del segmento B o C se pueden cubrir segmentos de ocio, familiares, deportivos o industriales sin demasiados costes de inversión. A partir de aquí, multitud de carroceros independientes produjeron centenares de prototipos con la idea de seducir a las marcas de cara a su producción en serie.

renault Floride
Contratar a Brigitte Bardot para la campaña de lanzamiento del modelo supuso un extra desde el punto de vista mediático.

En este sentido, uno de los ejemplos más interesantes fue el Peugette 104 de Pininfarina firmado por Aldo Brovarone. O, en un tono menos rupturista, el 504 Break Riviera. Con todo ello, aunque la mayoría de aquellos prototipos fueron rechazados, otros sí consiguieron pasar la criba hasta el punto de convertirse en vehículos con gran éxito comercial. De hecho, uno de ellos fue el Renault Floride. En principio ideado por Ghia -bajo la firma de Pietro Frua- para, en 1958, ser tomado como proyecto propio por la casa estatal francesa.

renault Floride
La distancia entre ejes era la misma que en el Dauphine, aunque los voladizos sí se extendían claramente

Gracias a ello, Renault al fin presentó en su gama un vehículo recreacional basado en el popular Dauphine. Y no sólo eso, sino que además resultó ser especialmente atractivo. Con claras resonancias costeras en su línea pensada para un estío en la Costa Azul, California o Florida. Además, toda aquella estética diferenciadora se aupaba sobre la mecánica del utilitario lanzado dos años antes. Equipado con un bloque de cuatro cilindros en línea y 845 centímetros cúbicos que, en el caso del Renault Floride, llegaba hasta los 40CV gracias a la acción de un carburador más generoso.

renault Floride
Pensado como segundo auto de cara a una clase media acomodada, el Floride buscó desde el primer momento caer bien en los Estados Unidos.

Eso sí, más adelante -estuvo en producción hasta 1968- sus mecánicas fueron evolucionando hasta los 1108 centímetros cúbicos. Es más, multitud de unidades llegaron a montar el motor Ventoux creado por Gordini. Justo aquel que se montara en los Alpine A-106 y 4CV 1063, la interesante y laureada variante deportiva del popular utilitario. Todo ello rematado con una carrocería de acero en la que se alternaron dos versiones. La descapotable con techo de lona y aquella que incluía un cierre rígido del habitáculo. Otra entre las interesantes cualidades de este modelo pensado no sólo para disfrutar de una ruta tranquila a cielo abierto, sino también para entrar con cierta fuerza en los Estados Unidos.

Fotografías: Renault Classic / Artcurial

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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