Mucho se habla hoy día de aerodinámica, de coeficientes Cx, de alerones móviles y de formas esculpidas en el túnel de viento. Es un apartado que está en boga desde hace muchos años, por los beneficios que se obtienen en cuestiones de comportamiento dinámico, consumos y confort, sobre todo, acústico.
Parece que todo es algo relativamente reciente y que modelos como nuestro protagonista, el Chrysler Airflow, nunca hubieran existido. Lo que sí es cierte es cada vez se invierten mayores cantidades de dinero en desarrollos aerodinámicos que, además, con la llegada de los coches “ecológicos”, híbridos y eléctricos, toma una mayor importancia por lo anteriormente comentado.
Los últimos modelos que destacan en este apartado son todos eléctricos, como el Aion Hyper GT, un coche que se anuncia como uno de los más aerodinámicos del mundo en vehículos de producción en serie, con un Cx de 0,19. Un automóvil que no recurre a enormes alerones, ni a complicadas y rebuscadas formas, es un sedán sin estridencias, que aprovecha el avance logrado en estos menesteres.
LOS PRECURSORES
En todo caso, la aerodinámica, como todo, tuvo sus comienzos y fueron bastante rudimentarios. Ya en 1914 había artilugios que ahondaban en la búsqueda de formas que favorecieran un mejor flujo de aire, como el Rumpler Tropfenwagen, que se vio continuado con otros como el Alfa Ricotti de 1919 o el Benz Tropfen de 1921 destinado a competición. De algunos de estos modelos, como el Rumpler, se fabricaron hasta 100 unidades, aunque hablamos de una época donde el automóvil era un producto para ricos y las extravagancias estaban a la orden del día.
El primer coche que usaba una carrocería aerodinámica fabricado en serie fue el Tatra 77, lanzado en 1934. Como todos los Tatra, su diseño era peculiar, con el motor colgado tras el eje trasero y refrigerado por aire, pero anunciaba un Cx de 0,212. Sin embargo, estos coches se diseñaban “a ojo”, no se usaba el tan famoso túnel de viento que hoy es casi imprescindible.
Por aquel entonces, se buscaba asemejarse a una gota de agua, aunque ya se hicieron con anterioridad a todo esto, diversos estudios que demostraron que la forma de los peces y los pájaros era la idónea para estos menesteres.
LA HORA DEL CHRYSLER AIRFLOW
Para conocer el primer automóvil fabricado usando el túnel de viento, debemos quedarnos en aquel lejano 1934 en que apareció el Tatra 77. Eso sí, se hace imprescindible cruzar el Atlántico hacia tierras yanquis. Allí, una marca tan conocida como Chrysler, quiso cambiar el concepto que se tenía sobre la fabricación de automóviles y lanzó al mercado el Chrysler Airflow. Éste, está considerado como el primer coche diseñado con un túnel de viento con el objetivo de mejorar aerodinámicamente su carrocería.
La idea fue del diseñador Carl Breer y por desgracia, como en muchas otras ocasiones, el atrevimiento acabó en desastre. Muchas innovaciones, muchos avances han requerido de fracasos para que alguien se acabe fijando en ellos. Aunque, en esta ocasión, fue fruto de la desconfianza, de la desinformación y, hay que decirlo, de las malas prácticas de los rivales que soltaron diversos bulos sobre este llamativo coche aerodinámico.
El Chrysler Airflow se adelantó a su tiempo y pagó por ello. Además de su extraño, por entonces, aspecto exterior, se desarrolló una estructura muy similar al monocasco que presentó Citroën con el famoso Traction Avant que recibió el nombre de Interlocking. Se logró, comparado con sus coetáneos, una rigidez un 40 % superior y un reparto de pesos muy cercano al 50 % sobre cada eje, exactamente se anunciaba 45/55 % delante y detrás.
Era un proyecto que se tenía intención de lanzar por el décimo aniversario de la marca, aunque también hay rumores sobre una insistencia por parte de Walter Chrysler tras unos comentarios llegados desde General Motors y un posible nuevo modelo cuyo chasis era muy especial. Un coche que finalmente acabó siendo una mula de pruebas para un nuevo bastidor (chasis y trenes rodantes) que hizo precipitarse a Chrysler con tal de tomar la delantera.
CRÓNICA DE UN FRACASO
Se presentó en el Salón del Automóvil de Nueva York, el 6 de enero de 1934. Ese mismo año se fabricaron 11.000 unidades, que bajaron a 7.751 ejemplares al año siguiente a pesar de un pequeño rediseño. en 1936, sólo se vendieron 4.600 Chrysler Airflow. Finalmente, en 1937, el modelo abandonó la línea de montaje y dio paso al Chrysler Airstream. Por diferentes motivos, su fracaso recuerda al del Edsel.
La historia fue injusta con este coche en su momento, aunque ahora se cotizan a precios de altura, como la unidad de las fotos, a la venta por casi 100.000 dólares en Classic Promenade. De hecho, en los últimos años, hay ejemplares de Chrysler Airflow que han doblado dicha cantidad.
Fotografías Classic Promenade y Chrysler.