A pesar de no ser una de las referencias indiscutibles, Sergio Sartorelli se ganó a pulso un hueco en el diseño automotriz italiano. Licenciado en ingeniería mecánica después de la Segunda Guerra Mundial, su primer objetivo laboral consistió en trabajar para Pininfarina. Algo que, para bien o para mal, no logró. Sin embargo, en 1956 consiguió entrar en el departamento de diseño y estilo de Ghia. Momento en el que su carrera empezó a despegar definitivamente.
No en vano, gracias a la conexión entre la carrocera turinesa y Chrysler, nuestro protagonista fue parte del equipo responsable de las Imperial Crown. Además, intervino en al menos dos actualizaciones del Karmann-Ghia Coupé. Una sólida y prolífica labor que, ya a finales de los años sesenta, lo llevó a ingresar en el Centro Stile FIAT para ser una pieza clave en el desarrollo del Ritmo y el 126. No obstante, sus lápices ya habían trabajando para FIAT cuando ésta encargó a Ghia una variante coupé de su recién estrenado 2300.
Presentado en 1961, éste fue en su momento el tope de gama de la casa italiana tras haber redoblado la apuesta presentada por los 1800/2100. A su vez, sustitutos del 1400. Primer modelo de FIAT con carrocería autoportante y, además, bien conocido en España al protagonizar el inicio de SEAT en 1953. Con todo ello, más allá de su estética continuista el FIAT 2300 destacó especialmente por su motor de seis cilindros en línea.
Supervisado por Dante Giacosa, este bloque ofrecía unas posibilidades correctas para un automóvil de semejante categoría. La superior en un panorama transalpino que, a la postre, quedaría siempre un paso por detrás de las berlinas alemanas. Más aún cuando, tras la apertura arancelaria de 1968, BMW y Mercedes llegaron a Italia -para preocupación de FIAT con su 130- o Francia -donde sólo el anticuado DS parecía hacer algo de frente-.
Así las cosas, nada más presentar la versión con tres volúmenes del 2300 la FIAT de Vittorio Valletta pensó dotar al modelo con una deseable versión coupé. Algo para nada extraño pues, no en vano, sobre los 1800 y 2100 ya se habían hecho diversos estudios de carrocería con dos puertas.
De hecho, hasta la propia Abarth había usado esta base para presentar la que quizá fue su opción más moderada. El 2200 Coupé Allemano. Claramente tributario de la llamada Línea Florida y que, en el apartado mecánico, llegó a rendir 142CV en las unidades más afinadas con la cilindrada aumentada hasta los 2.4 litros.
FIAT 2300 COUPE GHIA, ESTILO SIN PRETENSIONES DEPORTIVAS
Finalmente, en 1962 Ghia entregaba a FIAT su propuesta para el 2300 Coupe. Dotada de unas líneas proporcionadas y elegantes, ésta no abandonaba un claro clasicismo italiano a pesar de contar con elementos tan llamativos como su amplia superficie acristalada en la trasera. Además, todo recordaba a los Ferrari 250 creados por Pininfarina especialmente en su parte delantera. En suma, Sergio Sartorelli había creado justo lo se le pidió. Un coupé ejecutivo con dos plazas reales.
Y es que, a pesar de su cuidada factura -incluyendo un reposabrazos central-, lo cierto es que las plazas traseras resultaban meramente testimoniales. Respecto a la mecánica, la primera versión del FIAT 2300 Coupé no alteraba demasiado las especificaciones presentadas en la berlina. De esta manera, su seis cilindros en línea entregaba 117CV con sus 2279 centímetros cúbicos alimentados por un único carburador.
No obstante, muy poco tiempo después apareció la versión 2300 Coupe S. Y vaya, aquí el tono se elevaba gracias a la incorporación de dos carburadores Weber 38 DCOE. Algo sencillo para FIAT pues, al fin y al cabo, ya había adquirido esta empresa allá por 1952. Con todo ello, el caballaje ascendía hasta los 150CV sin necesidad de tocar ni un ápice la cilindrada. Ahora, ¿incluso ciñéndonos a esta versión S podríamos calificar al FIAT 2300 Coupé como un auténtico deportivo?
Bueno, a fin de dar respuesta a esta pregunta tenemos tres posibles vías. La primera sería someter el coche a juicio de un probador minucioso. En este sentido, el sencillo redactor ubicado a este lado de la pantalla no cuenta con los medios para ello. Medios en los que se habría de sumar un excelente piloto de pruebas, un circuito adecuado, un buen seguro y, claro está, una unidad en estado original del FIAT 2300 Coupe S. Respecto a la segunda vía, ésta deja todo en el ojo del periodista. Un ojo que, analizando datos e imaginando la combinación de los mismos, no augura un comportamiento dinámico especialmente agresivo.
Y vaya, en tercer lugar está el camino por el cual hemos ido finalmente: consultar en el archivo de la revista británica MotorSport una prueba de 1963. Leída ésta, lo primero a destacar es el aire despreocupado con el cual sus empleados circunvalaban Londres de madrugada a toda velocidad. Todo ello, además, con la complicidad de su mujer presente en el asiento de al lado. Dicho esto, nuestro ya difunto colega inglés nos indica cómo el comportamiento del motor no se basa en un constante ímpetu por subir de vueltas.
Lejos de ello, éste se muestra dócil y previsible. Plenamente satisfecho al rodar en marchas largas sin superar más que en momentos concretos las 6.000 revoluciones por minuto. Respecto a la suspensión, ésta se encuentra ajustada con más punto de confort que de desempeño. Es más, el paso por curva adolece de una cierta pesadez. Y es que, realmente, como usted ya habrá intuido el FIAT 2300 Coupé no se pensó a modo de vehículo realmente deportivo. De hecho, su definición se encuentra en el campo de los automóviles con estilo y cierta potencia, perfectos para viajar en pareja.
Dicho esto, consciente de la existencia de Jaguar y Maserati, FIAT ofreció aquí un coupé verdaderamente hermoso, bien equipado y con acabados de calidad. Todo ello para un cliente capaz de tener este coche y, al menos, dos más. Una buena definición de aquella Dolce Vita cuya cara eran Anita Ekberg y Marcello Mastroianni en la Fontana di Trevi y, su cruz, los primeros atentados de las Brigate Rosse. En fin, las cosas de la dialéctica.
Fotografías: Pininfarina / FIAT / RM Sotheby’s