Cuando se le pregunta a Santiago Uranga cómo surgió semejante idea, impresiona conocer la graciosa anécdota que dio origen al viaje: “Creía que el auto estaba mal de papeles, pero quería irme a Uruguay. Entonces las autoridades me dijeron: “Vos con éste te podés ir hasta Alaska.” «¿Por qué no?», me pregunté, y me decidí a llegar allá con la Fiat 600”.
Se le encendió pues a Uranga la bombillita y se propuso realizar la travesía que tendría como punto de partida Argentina y que terminaría en Alaska. Después de darle vueltas al asunto, llamó a su amigo Juan Manuel Rizzatti y le pidió que fuera su copiloto.
“Me alegraste la mañana”, contestó éste, y fue así como, pronto, un 14 de enero, daba inicio la gran aventura de recorrer 22.000 mil kilómetros del continente americano a bordo de un Fiat 600 de 1964 apodado “Brasita”.
Aquel día, los dos aficionados partieron desde el Monumento de la Bandera de Rosario rumbo a lo incierto, pero con un gran objetivo: crear conciencia sobre el medio ambiente y promover la reforestación.
«Vamos sembrando semillas autóctonas con una técnica especial japonesa en cada región y en cada país que visitamos. Tratamos de crear conciencia respecto de la necesidad de proteger el medio ambiente”, cuenta Rizzatti. “Sembramos las semillas aplicando una técnica especial denominada Bomba de Arcilla, un experimento desarrollado por el investigador Masanobu Fukuoka y que puede transformar terrenos áridos en fértiles.»
Ambos se declaran viajeros de travesías donde lo cotidiano se resuelve cada día; van ligeros de equipaje y con más intuición que mapas.
Además de con las semillas, cargan con cañas de pescar, una guitarra y una armónica, con las que Juan expresa su gusto por la música y recauda algún dinero. También, con una cámara de fotos, que Santiago utiliza para inmortalizar imágenes que luego vende. De vez en cuando reciben la aportación de algún club de clásicos o de alguna agencia Fiat…
No tienen claro cuánto tiempo tardaran en llegar a la meta, piensan que quizás un año. Van a entre 60 y 90 kilómetros por hora, de día y a las 11 cortan.
El regreso, en coche, en avión o a pie tendrá como broche de oro un acto en el Monumento a la bandera, ese mismo que hace casi 11 meses los vio partir. Actualmente se encuentran en México, lo que nos hace pensar que quizá tarden algo más de lo esperado en realizar el recorrido.
Sea como fuere, luego de ajustar cuentas con este desafío prevén editar un libro, “Alaska, allá vamos”, que recoja todo lo vivido en estas decenas de miles de kilómetros de viaje. De momento, os animamos a seguirles en su blog o en su perfil de Facebook.
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