Incluso cuando hablamos de las gamas más exclusivas, todos y cada uno de los automóviles fabricados en serie se encuentran condicionados por diversos estudios económicos. De esta manera, su producción ha de cumplir con parámetros regidos por la rentabilidad. Aquella que, nivelando gastos e ingresos, determina si el saldo acaba siendo positivo cuando enfrentamos la inversión en diseño y desarrollo con la cuota de ventas.
Así las cosas, la ingeniería siempre se ha visto limitada por su necesaria adecuación a las finanzas. Y es que, al fin y al cabo, por pasionales que sean los deportivos más prestacionales estos no dejan de ser un objeto de consumo sujeto a reglas económicas. Sin embargo, pensemos por un momento cómo sería idear el mejor GT posible sin tener en cuenta ningún condicionante empresarial. Idear un vehículo que, sumando los mejores elementos de la época, fuera un verdadero automóvil de ensueño.
Bien, pues esto mismo lo planteó John Anstey a comienzos de 1967. Director de la sección automovilística en The Daily Telegraph, éste convocó a su equipo de redactores para un reto basado en dos reglas muy sencillas. La primera señalaba el fin de todo aquello: llevar a la realidad un GT único presentado como el deportivo ideal. Tras esto, la segunda indicaba la prioridad de hacerlo con elementos ya existentes, seleccionando así la mejor ingeniería de la época.
Llegados a este punto, aquellos redactores británicos escogieron al Jaguar E-Type como la mejor base para semejante proyecto. Debido a ello, desde el diario se contacto con la factoría de Coventry. Ilusionada con las posibilidades publicitarias de la idea, ésta donó uno de aquellos GT equipado con el motor de seis cilindros y 4,2 litros.
A partir de aquí, con un nada velado afán localista la redacción del The Daily Telegraph sumó al conjunto unos neumáticos Dunlop, unos vidrios Triplex Safety Glass con regulación de la temperatura y unos asientos de cuero firmado por Connolly.
Eso sí, a la hora de vestir al conjunto se encontraron con un problema. Y es que, para bien o para mal, en los años sesenta los carroceros británicos ya no eran la referencia. Lejos de ello, los años veinte con sus majestuosos Rolls-Royce en pieza única ya quedaban muy lejanos. De esta manera, todo apuntaba a Italia como el lugar donde este proyecto periodístico habría de cobrar su forma definitiva.
Es más, gracias a diseñadores como Marcello Gandini los carroceros transalpinos estaban superando su elegante clasicismo a fin de experimentar con conceptos realmente futuristas. Algo bien visible en el caso de Bertone.
JAGUAR PIRANA BERTONE, UN PASO PREVIO AL LAMBORGHINI ESPADA
Dada la enorme influencia ejercida por los medios en papel de la época, cuando John Anstey presentó el proyecto de su GT ideal a Bertone éste aceptó encantado el poder vestirlo. Gracias a ello, Nuccio Bertone asignó el proyecto a Marcello Gandini. Tan joven como referencial -siquiera había cumplido los treinta años-, el creador del reciente Miura tomó el encargo bajo la responsabilidad inherente a trascender las ya de por sí depuradas líneas de un Jaguar E-Type.
Para ello, basó su trabajo en un estilo con el cual venía experimentando desde 1966 gracias al Marzal. Un primer esbozo de cara a idear lo que podría ser un vehículo 2+2 en la gama de Lamborghini. Eso sí, aquel estudio de diseño resultaba extremadamente futurista debido a sus puertas de apertura vertical con paneles transparentes. Debido a ello, en Bertone decidieron quedarse sólo con sus formas más aceptables. Y es que, al fin y al cabo, la idea del diario británico era crear un GT ideal, sí. Pero también creíble de cara a una hipotética producción en serie.
Así las cosas, para mediados de 1967 Marcello Gandini ya tenía listas las líneas del Jaguar Pirana; nombre bajo el cual se dio a conocer finalmente este proyecto. Protagonista de un cuidado equilibrio entre innovación, elegancia y sensación de velocidad el Jaguar Pirana fue rematado con la pintura plateada recurrente en los vehículos conceptuales de Bertone. Con todo ello, se convirtió en la sensación del Earls Court. Primer evento de importancia donde fue presentado antes de ser comprado por un coleccionista a los pocos meses. Tal y como se solía hacer en no pocas de aquellas ferias internacionales.
Ahora, más allá de su historia anecdótica dónde se encuentra el valor del Jaguar Pirana. Bueno, algunos lo situarían en el hecho de ser una pieza única. Y es cierto. Sin embargo, tan sólo un vistazo a sus volúmenes nos da la respuesta. Y es que, no en vano, Marcello Gandini utilizó a este One-Off como estudio de lo que en 1968 acabaría siendo el Lamborghini Espada. Un GT 2+2 plenamente anticipado en su aspecto por el Pirana, responsable de civilizar el osado estilo presentado por el Marzal en 1966.
Con todo ello, este Jaguar acabó siendo protagonista indirecto en la historia de Lamborghini. Una curiosa historia que, no se nos olvide, nacía del querer crear un GT ideal con la mejor ingeniería de la época.
Fotografías: RM Sotheby’s / Bertone