Enzo Ferrari no era un hombre con un carácter especialmente afable. De hecho, sus reacciones coléricas eran temidas incluso por quienes lo trataban de forma habitual. Es más, esta manera de gestionar los asuntos del día le causó no pocos problemas; encajonándolo demasiadas veces en posiciones propias de un inmovilismo absurdo. De hecho, en 1961 todo aquello acabó en la nefasta Noche de los Cuchillos Lagos de Maranello.
Aquella en la que, tras expresar sus quejas sobre cómo se estaba gestionando la fábrica, fueron expulsados ingenieros tan relevantes y valiosos como Carlo Chiti o Giotto Bizzarrini. Esenciales no sólo para la historia de Ferrari, sino también para la del automovilismo italiano en su conjunto. Además, aquellos accesos coléricos iban unidos a una soberbia alejada de la humildad necesaria para la gestión de cualquier nueva adaptación.
Debido a ello, durante sus primeros años la casa italiana no concedió la suficiente importancia a cuestiones como la aerodinámica, las cajas de cambio o la posición del motor. Algo que afortunadamente cambió con la llegada de ingenieros como Mauro Forghieri.
Una de las pocas personas a las que Enzo Ferrari concedía el beneficio del diálogo, soportando críticas sinceras que nunca hubiera consentido en otros empleados. Es más, esta excepción también se dio con Giles Villeneuve.
Uno de los pilotos más queridos por el patriarca de Maranello, quien lo escuchaba y respetaba aunque llegase a calificar como “mierda” a algunos de los monoplazas de la Scuderia. Y es que, aunque parezca curioso, aquel carácter autoritario mostrado por Enzo Ferrari dejaba de existir cuando se entraba en su círculo de confianza más íntimo. Un selecto conjunto de colaboradores a los que no sólo respetaba sino, incluso, permitía hablar con total libertad aún siendo portadores de verdaderas incómodas.
Así las cosas, uno de los hombres más cercanos al Commendatore fue Sergio Scaglietti. Amigo personal desde los años cincuenta, según Piero Ferrari él fue una de las personas más cercanas a su padre incluso en los instantes de su muerte. Una relación que, en lo profesional, tuvo sus frutos en series tan significativas como la del 250 GTO, el Mondial o el Testarossa de los años cincuenta. Pero vayamos por partes. De esta manera, lo mejor será situarnos en los alrededores de Módena allá por 1920. Año en el que Sergio Scaglietti nació en el seno de una humilde familia local.
SERGIO SCAGLIETTI, UNO DE LOS NOMBRES BÁSICOS PARA LA HISTORIA DE FERRARI
Siendo aún preadolescente, Sergio Scaglietti empezó a trabajar como aprendiz en Carrozzeria Modenese. No obstante, cuando a los pocos años uno de sus hermanos mayores abrió un taller de reparaciones especializado en trabajos de chapa nuestro protagonista se trasladó al mismo. Y vaya, aquello fue sin duda proverbial. No en vano, aquella pequeña empresa se encontraba justo enfrente de la Scuderia Ferrari. Llegados a este punto, a finales de los años treinta empezó a trabajar en los Alfa Romeo de competición propios de aquel equipo.
Y además empezó a hacerlo a un ritmo trepidante al recibir cada lunes las unidades abolladas durante las carreras del fin de semana. Todo ello para, en poco más de unas simples horas, dejarlas listas de cara la siguiente parrilla de salida. De esta manera, aquel joven chapista no sólo fue perfeccionando su técnica. Sino también adquiriendo una gran cantidad de conocimientos sobre materias tan diversas como aerodinámica, reparto de pesos o mecánica. En suma, Sergio Scaglietti se estaba convirtiendo en un diseñador con habilidades para la competición.
Llegados a este punto, el punto y aparte provocado por la Segunda Guerra Mundial lo alejó de las carreras. Sin embargo, la suerte no sólo quiso que tanto la empresa de los Scaglietti como la Scuderia Ferrari sobrevivieran a la contienda, sino también que ambas siguieran con sus talleres en el mismo lugar. Gracias a ello, era cuestión de tiempo verlas de nuevo trabajando juntas. Más aún cuando, según testimonios de la época, en los talleres de chapa de los Scaglietti se escuchaba el rugido de los motores Ferrari, mientras que en las naves de la Scuderia se dejaba notar el sonido de las planchas de acero trabajadas por sus vecinos.
Un destino materializado de forma casual en 1953. Año en el que un Ferrari accidentado en el transcurso de una carrera fue perfectamente reacondicionado por Scaglietti. Además, éste no sólo se limitó a reproducir las formas, sino que incluso las mejoró con nuevas soluciones aerodinámicas. Algo que impresionó al propietario del modelo, el cual habló elogiosamente a Enzo Ferrari sobre la maestría exhibida por el joven Sergio Scaglietti. Tanto fue así que, movido por la curiosidad, el Commendatore cruzó la calle a fin de conocer a aquel talentoso artesano de la chapa y el martillo.
Es más, a las pocas semanas lo citó en su despacho con el objetivo de encargarle las carrocerías del nuevo 500 Mondial. Un modelo de competición gracias al cual Scaglietti saltó a una nueva época. Saltando a la producción en cadena mientras, de facto, se convertía en una subsidiaria de Ferrari. De hecho, en tan sólo unos años pasó de tener unos 15 trabajadores a emplear más de 400. Un enorme salto empresarial que, a la postre, desembocó en la absorción del carrocero por Ferrari en 1973. Eso sí, el respeto al mismo fue tan grande que, incluso bajo el paraguas de Fiat, sus instalaciones siguieron conservando el nombre de Scaglietti.
No obstante, claro está cómo aquella progresión sustituyó lo puramente artesanal por la eficiencia industrial. No en vano, durante los años cincuenta algunos de los Ferrari carrozados por Scaglietti se hicieron sin diseños previos, trabajando con el martillo y la chapa de manera individualizada. Algo que también ocurrió durante los primeros años sesenta, explicándose así no pocas de las diferencias dadas entre las diversas unidades de la saga GTO.
Tras aquello, los talleres de Scaglietti siguieron produciendo con una calidad exquisita aunque bajo patrones de diseño firmados por Pininfarina. La casa de diseño que, en última instancia, acabó uniendo su nombre con más firmeza al de Ferrari. Es más, en 2013 ésta firmó las formas del 612 Scaglietti. El único modelo de la casa de Maranello dedicado a alguien en vida, reconociendo así la magnífica labor desarrollado por Sergio Scagietti para con algunos de los Ferrari que, aún a día de hoy, siguen siendo clásicos esenciales en la historia del automovilismo deportivo.
Fotografías: RM Sotheby’s / Ferrari