La aparición del Golf GTI en 1976 marcó un hito en lo que se refiere a la deportividad entendida dentro de las gamas populares. No en vano, este modelo vino a definir la manera de hacer las cosas en todo un nicho de mercado. Aquel que, ya durante la década siguiente, acabó asimilando la denominación GTI de cara a reunir dentro de sí multitud de compactos con nervio plenamente aptos para el día a día.
Así las cosas, de aquella idea se permearon también segmentos más humildes, apareciendo versiones potenciadas incluso de modelos como el AX o el Polo. Con todo ello, la conducción deportiva lograba su definitiva democratización, uniendo un buen precio de acceso a la compatibilidad con el uso familiar.
Una vía de diseño que, gracias a los turbocompresores así como a la inyección directa, pudo extraer de los motores una gran potencia sin requerir de grandes consumos. No obstante, aunque el concepto GTI se asentó plenamente ya durante los años ochenta, existen precedentes a los cuales poder rastrear desde, al menos, dos décadas antes.
En este sentido, posiblemente el caso del BMW 2002 TI sea el más paradigmático. Compacto y ligero, éste se desenvolvía como un auténtico deportivo sin prescindir de un consumo aceptable para el día a día así como de cuatro asientos reales junto a un maletero correcto. Además, al basarse en un modelo de acceso asumible para las clases medias su impacto comercial resultó bastante masivo.
En suma, desde su estreno en 1968 el BMW 2002 TI supuso todo un impacto dentro del automovilismo deportivo. Más aún si tenemos en cuenta su prolífica vertiente en el mundo de la competición, aupada aún más desde la aparición en 1973 de la versión 2002 Turbo con casi 170 CV. Pero vayamos por partes. De esta manera, lo mejor será situarnos justo después de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, una de las épocas más complejas en la historia de BMW.
BMW 2002 TI, UN PRÓLOGO AL LANZAMIENTO DE LOS FUTUROS GTI
La finalización de la Segunda Guerra Mundial estuvo a punto de acabar con la existencia de BMW. No en vano, mientras una de sus fábricas caía en el territorio de la futura RDA, la otra había sido seriamente dañada por los bombardeos. Además, las sanciones establecidas por los Aliados imposibilitaron la fabricación de vehículos por parte de la casa germana durante al menos tres años. De esta manera, en su catálogo de proyectos se tuvieron que disponer desde arados hasta material de cocina a fin de cuadrar las cuentas.
Llegados a este punto, la reanudación del departamento motociclista gracias a la sencilla y austera R24 en 1949 posibilitó la apertura de unos nuevos tiempos. Tiempos que, sin embargo, seguían marcados por una enorme incertidumbre. De hecho, de no haber sido por la llegada en 1959 del bicilíndrico 700 posiblemente BMW hubiera sido absorbida por la mucho más boyante Mercedes. No obstante, gracias al éxito comercial de aquel pequeño modelo diseñado por Michelotti la casa bávara pudo generar liquidez y seguir adelante.
Eso sí, de cara a convertirse en una marca completamente consolidada en el sector automovilístico BMW tenía que presentar una gama mucho más completa y creíble. De esta manera, desde 1962 las berlinas de la llamada New Class -1500, 1600, 1800 y 2000- representaron una interesante alternativa a los modelos de Mercedes gracias a su cierto toque deportivo. Y que, al fin y al cabo, justo ahí fue donde BMW encontró su fórmula de éxito. Ni más ni menos que en combinar la calidad inherente a las berlinas alemanas con una deportiva no vista antes en modelos familiares.
A partir de aquí, la dirección de la marca decidió acentuar aún más esta definición con la presentación de modelos como el 1600 TI de 1966. Un dos puertas derivado de la berlina del cual la marca esperaba grandes resultados pues, sobre un precio muy similar al de coches con menos prestaciones, entregaba todas las sensaciones deportivas previstas en un BMW. En suma, justo el inicio de lo que, unos años más tarde, empezarían a ser cada vez más popular gracias a las versiones GTI incluidas dentro del segmento C.
No obstante, conscientes de haber dado en la tecla correcta los responsables de la casa germana redoblaron su apuesta en 1968 con la aparición del 2002 TI. Ésta vez sí, la definitiva confirmación de la deportividad en forma compacta gracias a su motor con cuatro cilindros en linea, 1.990 centímetros cúbicos y 120 CV a 5.500 rpm para tan sólo 940 kilos. Por cierto, todo ello con una habitabilidad realmente respetable rematada con un maletero de hasta 450 litros.
Asimismo, su precio de venta lo hacía más asequible que rivales menos prácticos para el día a día como el Alfa Romeo 1750 GT Veloce o el Lancia Fulvia HF 1600. Llegados a este punto, durante sus tres años en cadena de montaje logró vender más de 16.000 unidades. En suma, visto de manera global, el BMW 2002 TI representó la apuesta por mezclar deportividad y practicidad sobre la base de un automóvil derivado de versiones más modestas. Sin duda, el prólogo más evidente para la posterior llegada de los GTI aunque, a partir de aquí, BMW decidiera no abrir más la gama por su base. Una gran jugada comercial.
Imágenes: BMW Group