Con su bajo peso y su motor trasero, el Simca 1000 no sólo se convirtió en uno de los utilitarios europeos más vendidos alcanzando hasta dos millones de unidades, sino que también fue la base perfecta para no pocos desarrollos deportivos. De hecho, en España esto lo supimos bastante bien gracias a las versiones GT, GT Rallye y Rallye. Todas ellas protagonistas de una de las copas monomarca más conocidas al comienzo de los años setenta: el Desafío Simca.
No obstante, mientras la Chrysler de España se esforzaba por organizar dicha competición, la central en Francia llevaba años yendo mucho más allá. Es más, aunque a cierta parte de la afición le pueda parecer sorprendente, del popular Simca 1000 partieron algunos de los GT ligeros más exitosos en la historia de las carreras de montaña. Eso sí, todo ello gracias a la colaboración de Abarth, la cual empezó a trabajar junto a la casa francesa allá por 1961. Precisamente, el mismo año en el que vio la luz el Simca 1000.
Pero vayamos por partes. Así las cosas, lo primero a tener en cuenta es cómo todo esto no debe extrañarnos en absoluto pues, a fin de cuentas, la relación establecida entre Simca y Abarth fue muy similar a la vivida entre Fiat y el preparador del escorpión. Es decir, partir de modelos no sólo masivos, sino también pequeños tanto en carrocería como cilindrada para, con un trabajo cuasi artesanal, llegar a crear deportivos basados en una excelente relación peso / potencia.
Asimismo, las propias Simca y Fiat contaban con una estrecha relación con raíces previas a la Segunda Guerra Mundial, cuando el fabricante galo ensambló bajo licencia diversos modelos de la casa italiana. Es más, la propia génesis del Simca 1000 tiene mucho que ver con la propia Fiat, llegando a contar con la participación del mismísimo Dante Giacosa en la puesta a punto del bloque original con cuatro cilindros, 944 centímetros cúbicos y 35 CV. Dicho sea de paso, claramente tributario del diseño realizado por el mismo ingeniero para el exitoso Fiat 600.
Con todo ello, no cuesta entender cómo la dirección de la marca francesa vio desde el primer momento las posibilidades comerciales -pero sobre todo publicitarias- de una versión deportiva del Simca 1000 afinada junto a Abarth. Llegados a este punto, a las pocas semanas de lanzarse este modelo apareció la evolución Simca 1150 Abarth. En este caso, con el nombre del preparador italiano en último lugar ya que, realmente, más allá de las mejoras mecánicas no se había tocado nada importante en materia de bastidor.
No obstante, los avezados pilotos franceses relacionados con las cilindradas más escuetas ya contaban con una nueva opción; perfecta para campeonatos nacionales, carreras de montaña y rallyes. De todos modos, en Simca deseaban llegar aún más lejos, por lo que de cara a 1962 encargaron a Abarth la realización de un GT apto para triunfar en carreras de índole internacional. Gracias a ello apareció el Abarth Simca 1300 GT.
Esta vez dotado no sólo con una carrocería diferente a la del modelo de serie, sino también amplias modificaciones en el bastidor a cargo de Mario Colucci. Uno de los hombres fuertes en Abarth tras haber trabajado en Alfa Romeo, logrando pasar a la historia por sus excelentes diseños en relación al desarrollo de chasis tubulares. Asimismo, dado que los éxitos en competición no tardaron en llegar, a los pocos meses se presentó una nueva evolución con la cilindrada incrementada hasta los 1,6 litros.
Con todo ello, el proyecto conjunto entre ambas marcas había logrado poner sobre las pistas a uno de los modelos de competición más exitosos de los años sesenta. Es más, en 1963, de las 535 victorias logradas por vehículos Abarth, 90 correspondían en exclusiva al 1300 GT. De esta manera, justo en aquel año llegó la versión más prestacional de toda la saga en la forma del 2000 GT. Presentado en el Salón de Ginebra, del mismo se esperaba llegar hasta las 100 unidades producidas de cara a obtener así la homologación en la categoría GT de dos litros.
Respecto al motor, el escueto cuatro cilindros del Simca 100 original había evolucionado aquí hasta los casi 2.000 centímetros cúbicos para entregar una potencia de 204 CV a 7.200 revoluciones por minuto. Todo ello alimentado por carburadores Weber con doble cuerpo capaces de propulsar a este coche hasta los 250 kilómetros por hora. Prestaciones más que suficientes para medirse -con éxito en diversas ocasiones- a los Porsche 904 GTS o Alfa Romeo Giulia TZ2. En suma, un auténtico mito de las pistas que, en última instancia, tiene mucho que ver con cualquier Simca 1000 para el día a día.
Fotografías: Bonhams