Cuando en 1970 Toyota presentó la primera generación del Celica lo hizo con un claro afán deportivo. Es más, dado el éxito de su icónico 2000 GT -gracias al cual Japón pudo quitarse su complejo de inferioridad frente a los fabricantes europeos- esta empresa fundada en 1933 logró penetrar aún más en el mercado estadounidense. De hecho, el arranque de la saga Celica se vistió con un aspecto propio de los “muscle car” del momento a pesar de montar unas mecánicas más exiguas de lo esperado.
A partir de aquí, en rasgos generales resulta curioso comprobar cómo el encanto del modelo fue en picado durante la segunda y la tercera generación. Es más, mientras su estética se convertía en algo anodino, las fichas técnicas no hacían más que confirmar los peores augurios. Y es que, a pesar de aumentar en cilindrada y caballaje, los Celica también lo hacían en peso y volumen para alejarse así de cualquier planteamiento realmente deportivo.
Sin embargo, a pesar de todo Toyota no estaba abandonando esta saga a su suerte. Lejos de ello, en 1983 la versión Twincan Turbo logró la homologación en el Grupo B para estar presenta en las pistas del Mundial durante cuatro temporadas. Un tiempo en el que, por cierto, logró hacerse en hasta en tres ocasiones con el Rally Safari. Sin duda, una magnífica muestra de rendimiento y resistencia que, naturalmente, hizo soñar a Toyota con llegar mucho más lejos.
De esta manera, cuando en 1985 apareció la cuarta generación del modelo se desveló una completa renovación del mismo. Dotado de una apariencia mucho más fluida y atractiva, el nuevo Celica montó una oferta de motores completamente renovada basada en bloques de dos litros con cuatro cilindros. Además, en 1988 al fin llegó una variante con tracción total. Evidentemente, con el ojo puesto en batir el dominio ejercido en el Mundial por los Delta Integrale del Grupo A.
A partir de aquí, el Toyota Celica se convirtió en un mito de las pistas de tierra tras batir a Lancia en el Mundial de 1990. Por cierto, el primero de los dos ganados por Carlos Sainz en compañía del fabricante japonés. Gracias a ello, cuando aquel mismo año se presentó la quinta generación del Celica ésta fue muy bien recibida en España siendo, aún a día de hoy, uno de los deportivos populares más apetecibles de entre todos los aparecidos durante la década de los noventa.
Asimismo, y al haber pasado ya unas tres décadas de todo aquello, el Toyota Celica está en la situación perfecta para ser tenido en cuenta como un vehículo de colección. Eso sí, quitando la obviedad relativa a encontrar una unidad en buen estado, cualquier persona interesada en entrar al mundo de los clásicos a bordo de este japonés se preguntará con qué versión hacerlo. Y es que, no en vano, la gama del mismo contemplaba distintas preparaciones según estuviéramos en Japón, Europa o Estados Unidos.
Un base ya variada de por sí a la que, además, se añaden diversas ediciones especiales relativas a sus gestas en competición. De hecho, sólo contando los códigos de chasis la quinta generación del Toyota Celica puede dividirse en cinco series sobre las que se montaron todo tipo de acabados, motorizaciones e, incluso, carrocerías. Dato este último no muy conocido por la afición al modelo y que, precisamente por esto mismo, hace de las descapotables una opción bastante atractiva.
TOYOTA CELICA CONVERTIBLE MK5 Y MK6, UN VEHÍCULO PARA DISFRUTAR
A la hora de mostrar interés por una variante escasa de cualquier modelo masivo, una de las primeras cuestiones a tener en cuenta es si ésta será o no un vehículo reconocido por la marca. Y bueno, aunque pueda parecer sorprendente lo cierto es que las versiones Convertible de los Celica MK5 y MK6 fueron parte de la gama oficial. Es más, en el caso del MK5 las unidades comercializadas en Japón contaron con su propio código de chasis: el ST1983.
No obstante, lo cierto es que éstas no fueron realizadas por la propia Toyota sino por el especialista estadounidense American Sunroof Cars; una empresa plenamente acreditada en el sector de los descapotables, habiendo sido subsidiaria de Chrysler, Chevrolet o BMW USA en la realización de diversas versiones a cielo abierto. Un dato más importante de lo que parece, pues de cara a su puesta en contexto el Toyota Celica Convertible no aparece como una “rara avis” a cargo de un pequeño carrocero de dudosas calidades, sino como un producto oficial con toda la garantía de la marca.
Respecto a las motorizaciones, éstas rinden unos 165 CV en el MK5 y unos 175 CV en el MK6. Más que suficientes para disfrutar de un descapotable pues, recordemos, el encanto de este coche no reside tanto en emular a ningún piloto de rallyes sino, en verdad, experimentar con encanto y comodidad la conducción a cielo abierto a bordo de un diseño realmente poco visto. Vamos, uno de esos modelos de colección con los que diferenciarse en cualquier reunión de aficionados al motor.
Además, siguiendo con las ventajas huelga decir que hablamos de un descapotable basado en un modelo de tirada masiva perteneciente a una empresa con una amplia red de concesionarios. Es decir, el mantenimiento no tendría que ser un problema llegado el caso de poder adquirir una unidad en buen estado. Y es que, ahí se encuentra el problema. En su escasez.
Como habrá intuido usted, la mayor parte de los Celica MK5 Convertible se repartieron entre Japón y, especialmente, Estados Unidos. Todo ello con una producción bastante escueta aunque, a decir verdad, el Celica MK6 aumentó la presencia del modelo comercializándose también en Europa. Concretamente en los concesionarios Toyota del Reino Unido, donde buscando -y rebuscando- se puede encontrar alguna que otra unidad disponible en torno a las 8.000 libras.
Obviamente, existen unidades por mucho menos pero, en fin, posiblemente su estado mecánico no sea el mejor. Eso sí, aunque restaurarlas pudiera ser antieconómico, tampoco es que prometa ser imposible para alguien que, con gran pasión por los descapotables, desee obtener uno especialmente práctico, disfrutón y llamativo. En fin, posiblemente sólo sea un viaje a las Islas Británicas lo que esté separando a más de un lector de su soñada conducción descapotada. Anímense. Es un consejo desinteresado aunque, a decir verdad, nos encantaría ver alguno en cualquiera de las ferias y concentraciones peninsulares.
Fotografías: Toyota UK / Manor Park Classics