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Un eslabón perdido hacia la nueva época, Aston Martin DB5 V8

A mediados de los sesenta Aston Martin quiso superar a los motores de seis en línea montados en sus DB. Por ello encargó a Tadek Marek el desarrollo de un V8 que habría de ser el cimiento mecánico para la marca durante dos décadas. Una gran labor en la que este DB5 actuó como mula de pruebas.

A mediados de los años sesenta Aston Martin era una empresa plenamente consolidada en el mundo de los GT. Sin embargo, también necesitaba de una profunda renovación de cara a poder continuar en esa posición. Amenaza, sin ir más lejos, por el exitoso E-Type presentado por Jaguar en 1961. Así las cosas, tras encarrilar sus finanzas -aún estaba fresco el desbarajuste representado por las dos temporadas en la F1 con el DBR4 y su infructuosa participación- la casa británica puso todos sus esfuerzos en superar a su ya clásica saga DB.

Es más, aunque en 1965 había presentado al DB6 éste no dejaba ser una evolución propia de los diseños firmados por Touring en las generaciones anteriores. Asimismo, su motor de seis cilindros en línea era tan eficaz como continuista. Algo a lo se debía añadir la ausencia de un eje trasero mejorado ya que, al fin y al cabo, se seguía optando por el sistema de eje rígido. Con todo ello, aunque el DB6 era un automóvil sensacional en muchos aspectos -leer cualquier prueba de la época es una verdadera delicia- también resultaba una manifestación crepuscular, necesitaba de un evidente relevo.

Llegados a este punto, la dirección de Aston Martin decidió trabajar en tres ámbitos de cara a presentar lo antes posible un GT completamente nuevo. En este sentido, en lo relativo a la carrocería todo fue una sorpresa. No en vano, aunque teóricamente Touring estaba ya trabajando en las líneas del que habría de sustituir a los DB, el joven diseñador William Towns presentó de “motu propio” unos dibujos en los cuales se esbozaba al futuro DBS. Es más, la dirección de Aston Martin quedó tan impresionada que cerró todo trato con los italianos; dando así alas a quien, a la postre, comandaría la mayor revolución estilística vivida por la casa británica.

Asimismo, en el aspecto técnico se decidió insistir en dos aspectos. Por un lado el desarrollo de un nuevo motor V8 y, por otro, el de un eje De Dion. Todo ello encomendado al histórico Tadek Marek. Posiblemente el ingeniero más icónico en toda la historia de la casa británica y que, aún estando ya en la última etapa de su carrera profesional, asumió el reto dispuesto a asentar la base mecánica de Aston Martin para al menos las dos décadas siguientes.

No obstante, aunque William Towns avanzó rápidamente -tomando algunos elementos prestados de diseños ya existentes, todo hay que decirlo-, Tadek Marek y sus técnicos parecían necesitar más tiempo a fin de poner a punto su trabajo. Debido a ello, en 1967 vio la luz el DBS aún montando todavía el motor de seis en línea propio de los DB6. En fin, una suerte de avanzadilla mientras se esperaba la ansiada aparición del nuevo V8. Eso sí, ¿en qué vehículo se estaba desarrollando éste? ¿Cuál era la llamada “mula”?

ASTON MARTIN DB5 V8, UNA MULA DE PRUEBAS

En el mundo del automovilismo pocas unidades son tan sufridas como las llamadas “mulas”. Concebidas para el proceso de diseño, desarrollo y puesta a punto éstas realizan decenas de miles de kilómetros en las condiciones más exigentes sometiéndose a todo tipo de análisis. Además, las más de las veces suelen acabar sus días abandonadas en algún rincón de la fábrica y, al final, desguazadas. Sin embargo, las que sobreviven suelen representar -con el tiempo- enconadas luchas por su propiedad.

Y es que, no en vano, éstas contienen una evidente significancia histórica, siendo las máquinas que hicieron posible ultimar lo que acabaría yendo a serie. Así las cosas, la importancia del Aston Martin DB5 V8 resulta clave, actuando como el vehículo capaz de unir en sí mismo dos épocas bien distintas: la de los últimos DB y la ya correspondiente a los primeros V8.

Presidiendo el conjunto, la pieza más importante del mismo es, precisamente, su motor. De gran tamaño, éste se intuye gracias a la generosa toma de aire del capó, nada habitual en los DB de serie. Bajo la misma, los 5,3 litros de cilindrada podían rendir hasta unos 352 CV.

Aproximadamente, unos 70 CV más que los ofrecidos por un DB6. Además, su empuje desde bajas vueltas resultaba claramente abrumador siendo, en resumidas cuentas, el broche de oro a la carrera de Tadek Marek al lograr poner el cimiento sobre el cual se habría de asentar la gama de Aston Martin durante toda la década siguiente. Es más, incluso llegó a los noventa con el Virage.

Asimismo, la puesta a punto del eje De Dion sólo fue posible gracias a esta “mula” de pruebas. Sometida a increíbles jornadas de trabajo, al DB5 V8 se le llegaron a realizar más de 300 millas al día durante casi tres años de desarrollo según el testimonio de probadores y técnicos de la época. Es más, ya que éstas debían de realizarse sin alejarse demasiado de la factoría, los empleados de Aston Martin acaban jugando al gato y al ratón con la policía por las carreteras de la zona, convertidas en un improvisado circuito para automóviles de alta gama como éste.

Tras todo aquello, la experiencia acumulada a lo largo de jornadas maratonianas se utilizó para presentar, ya en 1969, al DBS V8 o, directamente, Aston Martin V8. Al fin, el GT responsable de lanzar a la marca con garantías hacia la siguiente década. Sin embargo, a pesar de su increíble historia el DB5 V8 sólo logró salvarse del desguace gracias a ser vendido a un entusiasta de la marca. En fin, una verdadera suerte pues, al fin y al cabo, contemplar este automóvil es ponerse cara a cara con uno de los momentos más excitantes en la historia de la casa británica. Realmente magnífico.

Fotografías: Nicholas Mee & Company Ltd

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Escrito por Miguel Sánchez

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