Retrocedemos hasta 1925, casi cien años atrás, y un momento en el que el automóvil estaba demostrando que estaba aquí para quedarse a un ritmo más acelerado que en otros, y siguiendo el ejemplo revolucionario de Henry Ford, en Francia se asentó Citroën.
La marca de coches André Citroën se fundó en 1919, y para la década de 1920 la recién nacida marca ya se había convertido en la más popular de Francia y una de las más grandes de Europa. Pero antes de la fabricación de automóviles Citroën tuvo un papel muy importante en la I Guerra Mundial.
JACOPOZZI, CITROËN Y UNA IDEA SURGIDA EN LA GUERRA
André Citroën tuvo una función esencial como artillero en Francia durante la I Guerra Mundial, aplicando una fabricación de tipo industrial a los proyectiles que dieron un gran resultado, y que sirvieron al empresario para aprender algunos de los principios que posteriormente aplicaría en la producción de automóviles.
Durante la guerra, Citroën conoció a un italiano llamado Fernando Jacopozzi, un artista que trabajaba con la luz y las bombillas, toda una novedad en el momento y que iluminó estructuras como el Arco del Triunfo o Notre Dame, ayudando a que París se ganase el nombre de ciudad de la luz.
Jacopozzi se encargó durante la guerra de iluminar por la noche un bosque cercano a la capital francesa para crear un señuelo frente a los bombardeos alemanes. Tras su servicio a Francia, el empresario y el artista prometieron encontrarse de nuevo para colaborar en un proyecto conjunto.
ILUMINANDO LA TORRE EIFFEL
Después de la guerra París volvió de nuevo a iluminarse, pero su mayor símbolo, la Torre Eiffel, seguía apagada. Curiosamente, Jacopozzi propuso primero el proyecto a Louis Renault, que se echó hacia atrás al ver el coste económico de esta hazaña.
Fue entonces cuando Jacopozzi pensó de nuevo en André Citroën, y tras una reunión inicial parece ser que las altas inversiones en la fábrica de coches hicieron que Citroën no firmase un acuerdo, aunque la idea le llamaba claramente la atención.
Aparentemente, después de que Jacopozzi insinuase que propondría el proyecto a Renault de nuevo, Citroën aceptó con la condición de que la torre permaneciese iluminada con su apellido durante diez años.
Las faraónicas obras se iniciaron de inmediato, y para éstas se emplearon más de 600 kilómetros de cables y más de 250.000 bombillas para crear unas letras que eran de más de 30 metros de altura, dando como resultado el anuncio más grande del mundo, que se encendió el 4 de julio de 1925.
Tal era la luminosidad y dimensiones de la Torre Eiffel, que el piloto aeronáutico Charles Lindbergh utilizó el anuncio como guía para saber que había llegado a París tras su vuelo que cruzó el océano Atlántico.
Sin embargo, la publicidad luminosa no llegaría a los diez años que se había acordado, pues en 1934 se vería el apellido de Citroën por última vez en la Torre Eiffel, después de que la compañía entrase en bancarrota tras el caro y ambicioso desarrollo del Traction Avant y otras decisiones financieras controvertidas por parte del fundador.
La familia Michelin fueron quienes tomaron el relevo al mando de la compañía y poco tiempo después André Citroën fallecía, pero todos estos años después pasó a la historia por iluminar la Torre Eiffel por primera vez y por mantener aún el récord al anuncio publicitario más grande de la historia.
Fotografías: Citroën