Necesidad de diversificación, Hispano-Suiza 12-15 CV

Con Damià Mateu y Francesc Seix como socios principales, el 14 de junio de 1904 se constituyó en Barcelona La Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles S.A. Asentada en las experiencias técnicas adquiridas por La Compañía General Española de Coches Automóviles -1889- y la Constructora Hispano Suiza de Automóviles J. Castro -1902-, ésta ya contaba con el joven Marc Birkigt en calidad de máximo diseñador.

A partir de aquel momento, la actividad en los talleres de la calle Floridablanca empezó a crecer sin descanso aupada en unas ventas cada vez más prometedoras. Y es que, aunque en 1904 tan sólo se finalizaban seis chasis con mecánica incorporada, en 1905 la cifra aumentó hasta los 33 para alcanzar los 48 en 1906 y los 75 en 1907.

Gracias a ello, la empresas crecía hasta un 26% anual con repartos de beneficios del 10% a los diferentes accionistas. En suma, La Hispano-Suiza se alzaba como un verdadero éxito en lo financiero pero también en lo técnico; destacando los logros alcanzados por el 40CV presentado en 1907, capaz de superar los 80 kilómetros por hora.

Con todo ello, en 1906 ya se había iniciado la compra de los terrenos destinados a la futura fábrica de La Sagrera. Una ampliación lógica dadas las circunstancias, con una presencia cada vez más activa en los mercados francés y británico en espera de poder desembarcar en el estadounidense.

Sin embargo, en octubre de 1907 una de las recurrentes crisis experimentadas por el capitalismo financiero provocó una debacle sin precedentes en Wall Street. Perdidos en medio de una madeja de préstamos, muchos de los inversores más activos en la banca estadounidense retiraron de repente sus activos en multitud de compañías produciendo así una falta de liquidez sin precedentes.

Así las cosas, el mercado de objetos de lujo -justo aquel en el que se movía La Hispano-Suiza- experimentó una contracción tan abrupta como inmediata. Y vaya, aquello no podía haberle pasado en peor momento a la casa barcelonesa.

No en vano, aunque ésta venía registrando unos excelentes beneficios, también había incurrido en una gran cantidad de gastos destinados a la compra de material, terrenos y presencia comercial.

De hecho, el impacto era de tal magnitud que el Consejo de Administración no dudó en comunicar a la Junta General de Accionistas la posibilidad real, cercana, de entrar en suspensión de pagos. Hecho éste, eso sí, evitado a última hora gracias a la inyección de capital realizada por múltiples inversores.

Gracias a ello, y aunque pueda parecer sorprendente, el ejercicio de 1907 logró saldarse incluso con ciertos beneficios.

Sin embargo, también se registró un notorio recorte en el personal así como la eliminación de cualquier gasto en publicidad junto al cierre de la agencia inaugurada recientemente en París. En fin, la ola ascendente en la que parecía haberse instalado La Hispano-Suiza rompió de lleno contra la realidad de un capitalismo inestable basado en los ciclos económicos.

HISPANO-SUIZA 12-15 CV, LLEGA LA HORA DE LA DIVESIFICACIÓN

Bajo este panorama la empresa tuvo que revisar a fondo sus expectativas y productos pues, como había demostrado todo lo ocurrido en octubre de 1907, apostarlo todo a una única baza podía ser altamente arriesgado. Llegados a este punto, en el Consejo de Administración se decidió diversificar la producción abriéndola a una base de compradores más amplia.

No obstante, aquello tenía sus límites pues, debido a carencias obvias -tanto en materia técnica como financiera y de industria auxiliar- la casa barcelonesa no podía plantearse el acceso a la producción masiva tal y como ya lo estaba haciendo Ford. Es más, siquiera hubiera encontrado la suficiente demanda aun sumando el exiguo potencial del mercado español al de otros foráneos como Francia, Italia o Reino Unido.

Así rodeados, los directivos de La Hispano-Suiza decidieron diversificarse usando dos frentes. El primero sería el de los vehículos industriales -caros, y por tanto dotados de un amplio margen de beneficio- mientras que el segundo tuvo que ver con la aparición de una gama de acceso dirigida a los incipientes profesionales urbanos. Médicos, abogados, técnicos y ejecutivos de rango medio con el bolsillo lo suficientemente desahogado como para adquirir un vehículo austero y poco potente aunque claramente mejor que el Ford Modelo T.

De esta manera, en 1908 se presentó un primer automóvil en respuesta a aquel pliego de condiciones. Hablamos del Hispano-Suiza 12-15 CV, con un motor de cuatro cilindros, 2.2 litros y hasta 20 CV de potencia. Todo ello sobre un chasis compacto y bajo una carrocería normalmente más modesta que las vistas en modelos anteriores de la marca. Además, aquel diseño se amortizó ampliamente debido a ser utilizado como base para una adaptación industrial capaz de sumar hasta dos toneladas en orden de marcha.

En perspectiva, la verdad es que el Hispano-Suiza 12-15 CV fue un verdadero éxito comercial. Es más, si unimos sus resultados a los de su sucesor -el 15-20 CV- vemos cómo estos copan algo más del 40% de todos los turismos producidos por La Hispano-Suiza entre 1908 y 1913. Por de pronto, la empresa estaba salvada y lista para desdoblarse con sus nuevas instalaciones en París.

Imágenes de Artcurial.