El Opel Kadett Impuls I nació en 1990 como vehículo de investigación eléctrico pensado para la ciudad. La marca alemana decidió experimentar con uno de sus vehículos de producción más populares, para comprobar cómo se adaptaría al tráfico urbano de la época un coche eléctrico. Hay que recordar que del Opel Kadett E se produjeron casi 3,8 millones de unidades entre agosto de 1984 y mayo de 1993.
El fabricante de Rüsselsheim ya contaba con cierta tradición en el desarrollo de modelos eléctricos. En 1968, presentó el Kadett B Stir-Lec I, que montaba 14 baterías de plomo para impulsar al vehículo. Además, en la parte trasera del coche se equipaba un motor de combustión que mantenía dichas baterías cargadas en todo momento. Es lo que llamaríamos una suerte de eléctrico a autonomía extendía.
Apenas tres años después, apareció el Opel Elektro GT del que ya os hablamos ampliamente. Contaba con dos motores eléctricos acoplados que producían 88 kW de potencia, 120 CV, alimentados por un pack de baterías de níquel-cadmio. Su autonomía era de 44 kilómetros, siempre que se mantuviera una velocidad constante de 100 km/h. Conducido por Georg von Opel, nieto del fundador de la marca, el Elektro GT batió seis récords mundiales para vehículos eléctricos con velocidades máximas de hasta 188 km/h.
EL OPEL KADETT E ELÉCTRICO
La carrocería elegida, entre las diferentes que tuvo el Kadett, fue la de tres puertas, quizá la más urbanita. A la hora de su desarrollo, la condición con la que trabajaron en la marca alemana fue que había que mantener al máximo tanto el espacio interior como el maletero. Es decir, la electrificación debía afectar lo mínimo posible a las características esenciales del modelo. Eléctrico sí, pero no a cualquier precio, tenía que ser un automóvil perfectamente operativo y racional.
Opel colaboró con la empresa de energía RWE y el fabricante de baterías SAFT, que hoy es socio de PSA para la producción de baterías en la planta de Kaiserslautern (Alemania). El Kadett Impuls I contaba con un propulsor eléctrico de 100V DC conectado a las ruedas delanteras. La potencia máxima era de 16 kW (22 CV), cifra que se juzgó suficiente para desenvolverse en un entorno ciudadano.
Las baterías de níquel-cadmio estaba situadas debajo del maletero, con el fin de optimizar el reparto de pesos. Con una capacidad de 14,3 kWh, pesaban 310 kilos y su volumen era de 170 litros. Ofrecían una autonomía de 80 kilómetros, y tardaban unas cinco horas aproximadamente en cargarse por completo. La tapa para conectarlo a la corriente se encuentra en el lado izquierdo del paragolpes delantero. Además, contaba con un sistema de frenado que recuperaba parte de la energía y la acumulaba en las baterías.
OBJETIVO CONSEGUIDO
Si miramos las prestaciones, el Opel Kadett Impuls I pasaba de 0 a 50 km/h en 10 segundos, y alcanzaba una velocidad máxima de 100 km/h. Son cifras más que respetables para un modelo con una relación peso/potencia de 45 kg/CV. También podía subir pendientes de hasta un 25 % de desnivel, poca broma.
Y todo, como hemos adelantado, manteniendo bastante bien las capacidades originales del Kadett tres puertas. De hecho, el maletero, pese a la presencia de las baterías, apenas perdió 60 litros, pasando de 390 a 330 l. También la carga útil se respetó bastante, pues de los 490 kilos del coche de serie, se pasó a 350 kg. Exteriormente, sólo la decoración con el nombre del modelo le distingue de cualquier otro modelo de serie. Por fortuna, Opel conserva el Impuls I en perfecto orden de marcha.