Aunque la base de un automóvil sean sus elementos mecánicos, resulta innegable la importancia de todo lo relativo al habitáculo. Y es que, al fin y al cabo, es el lugar donde nos acomodamos para el manejo y disfrute de nuestro vehículo; el marco donde, de una manera u otra, experimentamos las sensaciones que éste nos pueda dar cuando lo manejamos en días de ruta o concentración.
Sensaciones que, en gran medida, van desde la deportividad hasta el lujo más exquisito gracias a la tapicería. Porque sí, aunque ésta no tenga nada que ver con el comportamiento dinámico, el rendimiento del motor o la efectividad de las suspensiones, desde su olor hasta su tacto todo lo relativo a la misma resulta fundamental de cara a crear una atmósfera, un ambiente, donde disfrutar nuestro clásico de una manera y otra.
Por ejemplo, quien haya sentido el tacto de la tapicería Alcántara en los asientos de un Lancia sabrá perfectamente a qué nos referimos. ¿O es que su particular sensación de refinamiento y delicadeza ni invita a una conducción más pausada, más señorial si se nos permite la expresión?
Y vaya, yendo al punto opuesto resulta imposible negar cómo el cuero de unos antiguos baquet nos lleva a la deportividad de los clásicos británicos o italianos.
Y eso por no hablar de las magníficas telas presentes en los Voisin -algunas con estampados dignos del mejor Art Déco- o el cuero de hasta dieciséis vacas necesario para tapizar el interior de un reciente Rolls-Royce Phantom.
Por cierto, un paradójico cambio de paradigma pues, hace ya un siglo, el cuero quedaba reservado a las plazas delanteras -generalmente descubiertas y ocupadas por el chófer- y no a las traseras -éstas sí cubiertas y pensadas como un salón rodante-.
CUIDADOS PARA LA TAPICERÍA DE TU COCHE
Antes de comprobar cuestiones relativas al óxido o el estado del motor, lo primero que ve un posible comprador de coche clásico es el aspecto general del vehículo. Sin duda, una buena guía a fin de deducir qué tipo de historial y cuidados ha tenido. De esta manera, un habitáculo bien conservado, con los plásticos correctamente ensamblados y la tapicería original en estado de revista, nos da una impresión más que intuitiva sobre lo que tenemos delante.
Además, aún no deseando vender tu clásico lo cierto es que bien está mantenerlo en buena condición. De esta manera, saber cómo cuidar la tapicería resulta clave si cuentas con una mínima aptitud de coleccionista.
Así las cosas, lo primero a tener en cuenta es que el desgaste va a llegar de todas maneras. Algo que no debe preocuparte demasiado pues, a fin de cuentas, cada vez se valora más la pátina del tiempo así como la conservación de los elementos originales.
Eso sí, al igual que lo acontecido con las personas hay formas y formas de envejecer. Por ello, te recomendamos aplicar cuidados específicos. En el caso del cuero, lo idóneo sería emplear un producto específico con un cepillo suave con el cual no raspar el material.
Además, nunca se te debería pasar el hidratar regularmente la piel tal y como harías con tus zapatos. Piensa en ello cual si tuvieras unos mocasines Gucci Horsebit originales de 1953.
No obstante, si lo tuyo es la tela esperamos que puedas armarte de paciencia y minuciosidad porque la opción más recomendable sería emplear agua y jabón. Sí, esos dos elementos que, combinados, eran para Cecil Beaton la muestra más refinada de la elegancia. Todo ello aplicado con esponjas y paños suaves pues, si desgastas el textil, éste ya no lucirá de forma homogénea.
En fin, un material sin duda delicado aunque, bien elaborado, posiblemente el más refinado y cómodo de todos los empleados en las tapicerías de un vehículo clásico. Por último, si tu automóvil cuenta con vinilcuero sólo has de emplear un producto adecuado aplicándolo cada poco con un método suave.
Eso sí, a fin de usar los asientos sin preocupaciones, sabiendo que estos se conservan en estado óptimo para cuando desees lucirte, lo más lógico sería usar fundas asientos coche a medida. Y es que, igual que cubres la carrocería con una funda cuando guardas el clásico en el garaje, hacer lo propio con la tapicería resulta la opción más sencilla, lógica y conservacionista.