Si entiendes algo de coches americanos, sabrás que el primo “pijo” del Ford Mustang de primera generación fue el Mercury Cougar. En 1968, Ford presentó en Los Ángeles un prototipo del Mercury Cougar Eliminator, el equivalente al Ford Mustang Boss, un especial de homologación que había que vender para correr en la NASCAR y carreras Trans Am.
El Mercury Cougar Eliminator de 1969 estuvo disponible con diversos motores V8, desde el 351 Windsor hasta el 428 Super Cobra Jet, con potencias de 290 a 335 CV sobre el papel. De hecho, algunos motores daban mucho más, pero no querían asustar a las compañías de seguros. Sin embargo, el motor de 375 CV del Mustang Boss 429 no se ofreció a clientes de Mercury. Bueno, lo de los 375 CV era un decir, más bien se acercaban a los 500 CV.
Ford se planteó hacerlo, inicialmente pensaron en fabricar 50 unidades, pero finalmente fueron sólo dos Mercury Cougar Boss 429. Al igual que los Ford Mustang Boss 429, se mandaron en abril de 1969 un par de Mercury Cougar de la cadena de montaje de Dearborn a un “taller mofeta” a 60 kilómetros. Se trataba de Kar Kraft, que trabajaba en exclusiva para Ford, y hacía el apaño de meter ese “motoraco” de 7 litros de cilindrada en el vano de esos coches -compactos desde el punto de vista americano de la época-.
Para que encajasen, había que mover las torretas de la suspensión delantera una pulgada a cada lado y cambiar el anclaje de los brazos inferiores un poco más hacia abajo. El taller KK se encargaba de calzar el motor y la transmisión. En teoría, en KK se cambiaban los números de bastidor, sustituyendo la letra R (significa motor 428 Super Cobra Jet) por la Z (significa 429), pero ambos Cougar no se iban a matricular porque iban a ser para exhibición, básicamente.
LOS MERCURY COUGAR BOSS 429 EN ACCIÓN
Los pilotos “Fast Eddie” Schartman y “Dyno Don” Nicholson, bien conocidos en el mundillo del cuarto de milla en la época, recibieron sendos coches, pintados en blanco, con los números de bastidor 9F91R567772 y 9F91R567773. A cambio de un dólar, los tenían que usar en la pista para llamar la atención y, al año, devolverlos. Pero Ford no volvió a ver esos coches ni hizo esfuerzo alguno por recuperarlos.
Schartman pintó su Mercury Cougar Boss 429 de amarillo y, al cabo de unos meses, le cambió el frontal por el del Mercury Cougar de 1970. No ganó premios, pero hizo 10,36 segundos en una carrera Pro Stock de la NHRA. Cambió de manos y se acabó cortando el chasis y la carrocería. Su actual dueño, el cuarto, ha ido recopilando las piezas, incluyendo la carrocería, que pudo encontrarla repintada en azul.
El otro coche fue pintado en rojo y naranja. Apodado “Plastic Puma”, no fue del agrado de Nicholson, que le sacó el motor 429 y le puso otro, aunque no cambió el frontal y mantiene el del modelo de 1969. Ciertamente, estos coches no se habían montado para aguantar los rigores de ese tipo de carreras. También acabó partido en dos, y al cabo de los años, acabó siendo restaurado con las piezas que se pudieron rescatar. Se exhibió en la Carlisle Ford Nationals de 2014.
LO QUE PODRÍAN VALER…
Ambos coches se consideran “santos griales” dentro de la historia de la marca Mercury, que Ford se cargó después de la crisis de 2008 (estaba a caballo entre Ford y Lincoln como marca aspiracional). Sin embargo, no han llegado hasta hoy día enteros y no tienen pedigrí de competición. Tiene más caché el Ford Mustang Boss 429, del que se produjeron 1.358 ejemplares en Kar Kraft de enero de 1969 a enero de 1970.
De haberse conservado enteros, quién sabe los que podrían valer estos dos Mercury Cougar Boss 429, una salvajada y media. Podéis saber más sobre estos dos coches tan especiales en sendos grupos de Facebook: Eddie Schartman Super Stock Boss 429 Cougar y Dyno Don Nicholson’s Boss 429 69 Cougar “Plastic Puma”.