Durante la década de los sesenta los fabricantes de automóviles estadounidenses vieron como los compactos de marcas extranjeras les ganaban terreno en el mercado con la introducción de populares y económicos modelos como el Volkswagen Escarabajo y Toyota Corolla.
Los datos de ventas debían haber alarmado a las grandes compañías de Detroit, pero la respuesta fue demasiado tardía. En Estados Unidos ya se habían fabricado algunos compactos como los Crosley o los Nash Metropolitan, pero ninguno de estos coches llegó a tener demasiada relevancia comercial, por lo que por lo general ninguna empresa apostó por desarrollar vehículos de este tipo.
Para 1970, AMC, o American Motors Corporation, lanzó el primer hatchback americano con un diseño muy controvertido, adelantándose a coches que la competencia presentó posteriormente como el Chevy Vega o el Ford Pinto.
GREMLIN: EL COCHE QUE NACIÓ EN UNA BOLSA PARA VOMITAR
Desde su nacimiento fruto de la fusión de Nash y Hudson en los años cincuenta, AMC fue la cuarta compañía de automóviles más grande de Estados Unidos, con una gran diferencia por detrás de los Big Three; General Motors, Ford y Chrysler.
AMC ofrecía productos de calidad, pero sus recursos eran mucho más limitados que los de sus competidores. Por esta razón quizá la compañía no fue la más innovadora, pero sí la más ingeniosa, con soluciones de lo más creativas.
El proyecto del coche nació en 1966, cuando Dick Teague y Bob Nixon, jefe de diseño y uno de los encargados del estilo de los AMC, comentaron la posibilidad de fabricar un compacto a partir de acortar uno de los coches existentes.
Durante un vuelo Teague pidió una de las bolsas que se usan en caso de sufrir mareos en el avión, y sobre ella dibujó los trazos del futuro automóvil. En 1967, Bob Nixon, de 23 años y recién llegado a la compañía realizaría los primeros bocetos, trazos que se verían reflejados en el AMC AMX-GT, un concept car de 1968 basado en uno de los Pony Car de la marca.
El resultado final sería un coche basado en la plataforma del AMC Hornet, una berlina de pequeño tamaño para los estándares americanos, a la que simplemente le eliminaron la zaga, creando un coche de dos puertas novedoso, pero con un diseño poco trabajado y desproporcionado, aunque a nivel aerodinámico era sorprendentemente eficiente gracias a su trasera recortada.
El nuevo modelo se bautizó como AMC Gremlin, años antes que la mítica película de los ochenta, pero el nombre de estas criaturitas era conocido en los países de habla anglosajona desde hacía siglos y estos seres eran conocidos por sabotear maquinaria.
PRESENTACIÓN: 1 DE ABRIL DE 1970
Con un nombre poco apropiado para un automóvil y un diseño que puede definir como “no es para todo el mundo”, el coche se presentó el primer día de abril de 1970, fecha que en muchos países es considerada como el día de los inocentes, y en el que muchas compañías hacen anuncios de lo más absurdo.
El público pensó que se trataba de una broma de AMC excesivamente elaborada, pero sus escasas posibilidades económicas no les permitían gastar el dinero en un proyecto superfluo para un solo día. En el mundo del marketing dicen que cualquier tipo de publicidad es buena, aunque sea mala, y lanzar el Gremlin como una posible inocentada hizo que todo el mundo hablase del coche.
Además se adelantó por seis meses a la presentación del Ford Pinto y Chevrolet Vega, pero desarrollo del AMC Gremlin fue mucho más económico al estar basado sobre la plataforma de un modelo ya existente.
UNA RESPUESTA DEL PÚBLICO SORPRENDENTE
Normalmente esta es la parte de la historia en la que os contamos que el coche fue un fracaso rotundo y que llevó a la compañía a la quiebra, pero el Gremlin es la excepción. Mucha gente se decantó por uno de estos AMC a la hora de comprar un compacto, pues más allá de las dimensiones se asemejaba mucho más a un automóvil americano tradicional que cualquier modelo extranjero.
El AMC Gremlin contaba con una serie de extras muy extensa y sorprendente para su época y especialmente para un coche de su categoría. Su precio económico lo convirtió en un modelo muy popular entre los conductores más jóvenes, pues un 60% de los compradores tenían menos de 35 años, algo a lo que ayudaron el acabado estético “X” o la edición Gremlin Levi’s en colaboración con la marca de vaqueros.
La calidad del coche era sorprendente, ofreciendo una novedosa garantía a todo riesgo en América a partir de 1972 que cubría cualquier desperfecto en el coche – con excepción de los neumáticos – durante un año o 12.000 millas, ensalzando la robustez del Gremlin.
Pese a todo el Gremlin estaba lejos de la perfección. El maletero, al que se accedía a través de la pequeña luna trasera, tenía menos capacidad que en el ya diminuto Volkswagen Escarabajo, aunque si se abatían los asientos posteriores tenía 500 litros de espacio. Su longitud cercana a los cuatro metros hacía que el coche tendiese a subvirar, una consecuencia de haberse basado en una berlina de mayor tamaño.
El coche fue uno de los pocos modelos americanos que se vio beneficiado por la crisis del petróleo de 1973, con un boom en sus ventas a partir de 1974. Sorprende, porque debajo del gran capó se alojaban mecánicas de seis cilindros en línea de 3,2, 3,8 y 4,2 litros, siendo esta última comparada con los motores de algunos Jaguar E-Type por coincidir con su cilindrada y disposición de los cilindros. Los consumos oscilaban entre los 8 y 12 litros según la versión, cifras bajas en comparación con otros coches americanos de la época.
También se ofreció con un V8 de cinco litros y a partir de 1977, coincidiendo con el primer rediseño del modelo, el Gremlin se pudo equipar con un motor de cuatro cilindros en línea y dos litros de origen Volkswagen.
Finalmente, el AMC Gremlin dejó de venderse en 1978, aunque su producción se alargó en México hasta 1983. En total se vendieron más de 670.000 unidades, todo un hito para la compañía que logró asegurar su supervivencia en el mercado durante unos años más. El coche que lo sustituyó, el AMC Spirit, empleó carrocerías muy similares al Gremlin en algunos acabados, pero ahora con un acceso al maletero de mayor tamaño.
Así pues, el Gremlin se convirtió en uno de los coches más peculiares de los años setenta, y que logró diferenciarse del resto de modelos americanos al ofrecer un diseño muy distinto a lo que lanzaban los “Big Three”. Lo que pareció ser una inocentada terminó siendo todo un acierto.
Fotografías: AMC