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Hispano-Suiza diversifica y entra al transporte de pasajeros

Más allá de producir omnibuses tras la Crisis de 1907, Hispano-Suiza llegó a entrar en el accionariado de diversas empresas dedicadas al transporte de pasajeros en España.

A 120 años de su fundación la imagen de Hispano-Suiza sigue íntimamente ligada a lo más exclusivo y refinado del automovilismo mundial. Es más, el reciente rescate de la marca -no por algún grupo inversor dado a cuestionables especulaciones, sino por la propia familia Mateu- también ha ido ligado a este sector presentado un diseño con tecnología de vanguardia producido en serie corta.

Sin embargo, la trayectoria de Hispano-Suiza no sólo se ciñó a este ámbito. Lejos de ello, desde las mecánicas aeronáuticas -e incluso navales en menor medida- hasta la producción de furgones y autobuses las instalaciones de La Sagrera conocieron diversas vías de negocio. Algo sobradamente documentado y que, a la postre, sirvió como caldo de cultivo para la gestación de Pegaso ya pasada la Guerra Civil.

De todos modos, entre las múltiples inversiones realizadas por la casa de origen catalán -la aparición en 1914 de su factoría en Bois-Colombes invita a repensar según qué identidades- también estuvo la relativa al transporte. Una pirueta empresarial que, realmente, vino como consecuencia de la necesaria diversificación de actividades iniciada tras la crisis de 1907. En fin, un hecho en el que bien merece la pena ir por partes.

1904 – 1907, DEL ÉXITO A LA CRISIS

Bajo el nombre de La Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles S.A nació el 14 de junio de 1904 la que, a día de hoy, sigue siendo una de las grandes referencias para el automovilismo de lujo. Escriturada con un cuarto de millón de pesetas, sus socios principales fueron Damià Mateu y Francesc Seix mientras que el propio Marc Birkigt -piedra angular para la ingeniería de la marca- se hacía con hasta diez acciones.

A partir de aquí, la situación financiera de la nueva sociedad no pudo ir más rápido. De hecho, tan sólo pasados once meses el consejo de administración de la misma hubo de convocar una junta extraordinaria a fin de ampliar el capital hasta el medio millón. Y es que, en honor a las excelentes ventas, los talleres de Hispano-Suiza requerían de ampliaciones constantes y más mano de obra.

En este sentido, mientras 1904 cerró con la producción de tan sólo 6 automóviles turismo, 1905 lo hizo con 33, 1906 con 48 y 1907 con hasta 75. Asimismo, los anuncios en prensa -así como la presencia en los salones de Londres y París– rendían tributo en pos de una proyección comercial cada vez más ambiciosa. Tanto así que, a finales de 1906, la empresa decidió adquirir los terrenos de La Sagrera a fin de crear una nueva y más completa fábrica.

No obstante, el estallido de la crisis bursátil de 1907 paró en seco aquella tendencia alcista poniendo a Hispano-Suiza contra las cuerdas. Es más, la cancelación de pedidos fue de tal calibre que ésta estuvo al borde de la suspensión de pagos llegándose a producir la dimisión completa del consejo de dirección el 15 de octubre de aquel mismo año.

Así las cosas, y mientras se intentaba sumar capital por cualquier vía, el vicepresidente Francesc Seix diseñó un fuerte reajuste en el que se llegaron a incluir multitud de despidos. Asimismo, lo volátil del segmento más exclusivo del automovilismo asustó a los accionistas de la empresa, quienes de cara al siguiente año decidieron diversificar los productos de Hispano-Suiza aprovechando las posibilidades brindadas por la nueva factoría de La Sagrera.

HISPANO-SUIZA ENTRA EN EL NEGOCIO DEL TRANSPORTE DE PASAJEROS

De esta manera se crearon en un tiempo récord diversos prototipos de furgón y ómnibus capaces de portar cargas con hasta dos toneladas. Es más, en lo referido al transporte de viajeros se dispusieron desde un primer momento modelos carrozados con hasta treinta asientos. Todo un logro que, sin embargo, no tuvo el éxito comercial esperado debido a la incapacidad financiera de las empresas con líneas regulares.

Por este motivo -y durante el mismo 1908- la dirección de Hispano-Suiza dispuso entrar al accionariado de las mismas con hasta un 25% siempre y cuando éstas comprasen ómnibuses de la marca. Todo ello, claro está, dejando a un lado aquellas en las que no fue necesario invertir para poder espolear las ventas.

Dicho esto, a finales de 1909 ya eran unas treinta las empresas de transportes con modelos Hispano-Suiza tan sólo en Cataluña. Además, la casa barcelonesa fue juez y parte de hasta siete empresas de Cantabria, Castellón, Aragón y Cataluña.

En fin, una excelente entrada al mundo de las líneas regulares sumando alrededor de 160 unidades con capacidades diversas desde 1908 hasta 1913. Sin duda, una manera inteligente y próspera a la hora de diversificar intereses tras el susto dado en 1907.

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Escrito por Miguel Sánchez

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