Bitter CD
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Bitter CD, el escabroso camino para llegar a un GT prestacional con base masiva

El Bitter CD demuestra las dificultades de una marca masiva a la hora de crear un GT prestacional; no por técnica sino por gama.

Con una historia llena de aristas y trabajos a varias bandas, el Bitter CD representa la prudencia de los grandes fabricantes estadounidenses a la hora de expandirse en Europa. Y es que, a pesar de haber dado vía libre a diversas filiales en relación al WRC o diversos campeonatos de turismos, lo cierto es que tanto Ford como General Motors o Chrysler aterrizaron en el Viejo Continente con la perspectiva de ofertar gamas prudentes y generalistas.

Prueba de ello es la misma historia de Opel, la cual General Motors tomó en su seno allá por 1929 a fin de producir desde vehículos industriales con gran tonelaje hasta prácticos turismos una vez se expandió el consumo a las clases medias ya a finales de los años cincuenta. De hecho, ciertas liberalidades otorgadas a la referencia germana desde la dirección estadounidense permitieron la instalación de potentes bloques V8 en modelos como el Diplomat A Coupé.

Un llamativo dos puertas derivado de berlina cuyo ensamblaje fue externalizado en Karmann, de cuyos talleres salieron entre 1964 y 1967 algo menos de 350 unidades equipadas con una mecánica capaz de rendir hasta 230 CV y 427 Nm. En suma, todo un “rara avis” en la trayectoria de Opel, la cual no se lanzaría a la deportividad -en un formato más popular- hasta la llegada de los setenta con las diversas evoluciones del Manta creado en respuesta al Capri.

Bitter CD
CD Concept de 1969.

No obstante, lo cierto es que a finales de los años sesenta el mercado estaba cambiando de una manera drástica; haciéndose cada vez más diversificado y, además, exigiendo modelos “halo” con el fin de crear imágenes de marca más atractivas para con el creciente público juvenil europeo. Un escenario perfecto para coquetear con la aparición de un GT prestacional que, sobre base Opel, fuera capaz de competir con diversos modelos de Maserati o Lamborghini.

UN VERSO SUELTO

En toda empresa, por disciplinada y sobria que sea, siempre existe algún verso suelto con ínfulas creativas. Un papel representado en la Opel de los sesenta por Chuck Jordan, quien firmó en 1969 un automóvil conceptual llamado CD que, además de su futurista carrocería sin pilares A, equipaba un potente motor V8 con más de 5 litros de cilindrada.

Eso sí, los planes para su fabricación en serie eran, en principio al menos, totalmente nulos. Lejos de ello, el único propósito por el cual Opel creó al CD obedecía a la experimentación con nuevos diseños y, claro está, al evidente “punch” publicitario del cual éste fue responsable durante su presentación en el Salón de Ginebra.

De todos modos, el revuelo despertado por aquel ejercicio de diseño inflamó los ánimos en la marca germana, la cual empezó a coquetear con la posibilidad de contar con un GT basado en el chasis y la mecánica del Diplomat con el cual dar, desde la zona más exclusiva de la gama, una imagen renovada de cara a la siguiente década.

DE FRUA A ALEMANIA

Durante los años dorados de los talleres carroceros italianos había una práctica relativamente común: la producción de diseños materializados por parte de estos bajo su propia cuenta y riesgo, siempre con la intención de seducir así a un fabricante en gran serie interesado en utilizar alguna de aquellas carrocerías como parte de un nuevo modelo deportivo.

Dicho esto, Pietro Frua firmó en 1969 el Intermeccanica. Un concepto que encontró cobijo en Alemania bajo el amparo de Erich Bitter, quien además de ser distribuidor Abarth se lanzó a la tarea de ensamblar su propio GT usando bases de Opel junto a la mencionada carrocería de Frua. No obstante, aquello fue un completo desastre financiero debido a las costes del servicio posventa, el cual sufría la mala calidad de ensamblaje de Bitter.

De todos modos, aquello llamó la atención de Opel, la cual se puso al frente de un proyecto similar aunque redefinido basándose en lo siguiente: el chasis y la mecánica por su cuenta, el diseño por la de Bitter -quien obviamente se basaría de lleno en los documentos comprados a Frua- y el ensamblaje a cuenta de Baur. Un prestigioso taller carrocero que, entre otras cosas, había realizado las versiones descapotable de BMW.

BITTER CD, AL FIN

Tras la delegación de funciones mencionada, al fin nacía en 1972 el Bitter CD. Eso sí, ya que General Motors no veía clara la idea de un Opel así torpedeó la aparición del modelo en la gama de la marca, lanzándose por tanto bajo el sello de Bitter como un nuevo GT con baja tirada y alta exclusividad.

En relación al motor se montó el V8 de 5,4 litros con origen GM y, fijándonos en otros componentes, destacó el eje De Dion junto a una amplia lista de extras responsables de hacer al modelo un automóvil bastante personalizable. De todos modos, ni su alto precio de venta ni las consecuencias de la inminente Crisis del Petróleo pusieron las cosas fáciles al Bitter CD, el cual descontinuó su producción en 1979 tras vender 395 unidades.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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