Hablar del Ford Fiesta Urba es hacerlo de uno de los prototipos más curiosos de la marca. No por raro, que no lo es, sino precisamente porque se trata de un concept car que perfectamente podría haber llegado a la serie con mínimos cambios. Una propuesta con vocación urbana que se preciaba de tener dos puertas al lado derecho, el de la acera, y una al izquierdo. Se buscaba combinar practicidad y seguridad en un modelo de apariencia como poco “diferente”.
Recordemos que el Ford Fiesta Mk3 llegó al mercado en febrero de 1989, en lo que fue el mayor cambio recibido por el modelo utilitario de la marca del óvalo hasta entonces. Además de mantener las carrocerías de tres puertas y comercial, esta tercera generación añadió una versión de cinco puertas. Más adelante incluso contaría con un derivado furgoneta, la Courier. Con respecto a la anterior generación, era más grande en cotas como longitud, anchura o distancia entre ejes.
Se mantuvo en producción hasta 1997, dos años después de la llegada del MK4, periodo en el que se convirtió en el Fiesta más vendido de todos los tiempos. Su producción superó los 3,5 millones de unidades, pese a comercializarse durante lo peor de la crisis de principios de los años 90.
EL FORD FIESTA URBA
Volviendo a nuestro protagonista, el Ford Fiesta Urba se desveló en el Salón de Ginebra de 1989 junto a otro concept, el Bebop. Mientras éste era una versión pick-up muy desenfadada que difícil traslado a la serie, el Urba aportaba algunas ideas interesantes. Empezando por la más evidente, contaba con dos puertas en el lado derecho, con el fin de facilitar el acceso a las plazas traseras a los niños. Por el contrario, en el lado izquierdo sólo tenía una puerta, precisamente para evitar que estos pudieran abrirla y salir por lado del tráfico. En el ejemplar con volante a la derecha, iban al revés.
Además, no nos engañemos, el diseño tenía su punto de coquetería, pues el conductor parecía ir conduciendo el Fiesta de tres puertas, más juvenil y deportivo. En aquellos años, el asunto tenía su importancia, aunque ahora ya todos nos hayamos olvidado de los autos de tres puertas. Ahondando en el tema de la seguridad, según Ford, el color amarillo de la carrocería estaba pensado para que el resto de los conductores vieran el coche con más facilidad.
Mecánicamente, el Ford Fiesta Urba se conformaba con el motor más modesto de todos los que ofrecía esta tercera generación en su catálogo. Se trataba del 4 cilindros de 1.119 cm3 que rendía 54 CV a 5.200 vueltas en esta versión de carburación, asociado a un cambio de cuatro marchas. Como vemos, su enfoque estaba muy pensado para desenvolverse principalmente en ciudad.
DESPLIGUE TECNOLÓGICO
Las novedades del Urba no se quedaban en las puertas o en un color llamativo. Por ejemplo, y dado su carácter urbano, incluía sensores de aparcamiento, muy útiles en ciudad evidentemente y entonces reservados a vehículos de alta gama. Además, incluía un botón en el salpicadero con el que abrir nuestro garaje. Este gadget, poco visto en Europa, sí era más común en los Estados Unidos.
Además, el colorido interior se llenó de prácticos huecos portaobjetos, pensando siempre en la máxima practicidad de nuestro protagonista. Por último, y en este caso quizá apuntando a un público más joven en vez de padres, en el maletero se incluía una nevera con la que llevar nuestras bebidas frescas. No hay que ser adivino para imaginar la excelente recepción que esta idea hubiese tenido entre los conductores de menor edad.
En todo caso, el Ford Fiesta Urba jamás pasó a producción, quizá porque la carrocería asimétrica era demasiado arriesgada o simplemente porque el modelo ya se vendía bien sin necesidad de “inventos”. Los sensores de aparcamiento o el interior con muchos huecos portaobjetos sí acabaron llegando a la gama de Ford más adelante. No fue así en el caso de la nevera, propuesta que quedó “congelada”.
Imágenes archivo Ford.