Javi Martín
El BMW Serie 3 E46 está considerado como una de las mejores ediciones de la Serie 3, y no lo decimos nosotros, son miles de aficionados, usuarios y expertos en la materia los que avalan la idea y, en el fondo, no es para menos. El E46 llegó en un momento clave para la firma alemana, uno de los mejores momentos de BMW, sin lugar a dudas; era el año 1998, el Siglo XXI estaba muy próximo y en BMW tenían puestas las miras en un futuro que sería arrollador: BMW Serie 3 E46, BMW Serie 5 E39, BMW Serie 7 E38 y BMW Z3, entre otros, configuraban un catálogo que ha sido muy difícil de igualar.
Fue entonces cuando la marca comenzó realmente a convertirse en objeto de deseo, una de las principales referencias del segmento con automóviles de prestaciones y calidad de un nivel excepcional, gracias a una de las mejores generaciones de vehículos. Una clara evolución de lo que ya tenía en catálogo, pues la Serie 3 E36 marcó un importante cambio con respeto al E30 y no había lugar a otra opción, tenían que volver a marcar un gran salto en todos los apartados. Sin ir más lejos, fue con el E46 cuando la marca desarrolló uno de los mejores motores de 4 cilindros de la categoría, pero sobre todo, uno de los mejores motores turbodiésel que había en el mercado, sin importar la categoría en la que estuviera encuadrado el coche en cuestión.
Aquel motor turbodiésel era, por supuesto, el que daba vida al BMW 330d que llegó a las tiendas en 1999, un seis cilindros en línea con 2.926 centímetros cúbicos –un motor de carrera larga, típico de los diésel de aquellos años–, que gracias a un doble árbol de levas, inyección directa common-rail, turbo de geometría variable e intercooler, rendía 184 CV a 4.000 revoluciones y nada menos que 390 Nm de par entre 1.750 y 3.200 revoluciones. Era el motor diésel más potente de su categoría, un prodigio de la tecnología y de las capacidades de una marca, BMW, que se mostró fortísima durante el final del Siglo XX y el comienzo del Siglo XXI.
EL BMW 330D FUE LA REFERENCIA ENTRE LOS COCHES DE SU TIPO CON MOTOR DIÉSEL
Con un cambio de cinco relaciones, el BMW 330d era casi incontestable en todas las situaciones a las que fue sometido por la prensa de la época. No había nada similar que se pudiera igualar. Por ejemplo, a 160 km/h el motor giraba a 3.000 revoluciones en quita, lo que dejaba todavía un margen de 1.000 revoluciones hasta el corte de encendido, lo que permitía que alcanzara los 227 km/h para convertirse en uno de los coches con motor turbodiésel más rápidos del mercado. Motor 16, en su número 838, registró unos datos más que interesantes. Por ejemplo, durante los primeros 30 metros de aceleración desde parado, el BMW 330d podía recorrer seis metros por segundo y cuando había recorrido los primeros 400 metros, ya circulaba a 141 km/h.
Todo ello con unos consumos que, con relación a las prestaciones, eran muy contenidos. La misma revista Motor 16 daba muestras de ello: 9,4 litros cada 100 kilómetros en ciudad, 6,8 litros a 140 km/h, con una media de 7,9 litros y una autonomía de unos 700 kilómetros “a buen ritmo” y cargado al máximo. Lo único malo, por decir algo, es que costaba 5.820.000 pesetas, unos 35.000 euros sin sumar el IPC.
Poco después, hizo acto de presencia otra de las versiones más deseadas de la saga E46, el BMW 330i, la versión con motor “de gasolina”, otro seis cilindros que se consideró en su momento otro prodigio de técnica y tecnología, y que dio vida a otros modelos de la marca. Para empezar, lo estrenó el BMW X5 E53, la primera generación del SUV alemán, para después, recalar en el vano motor del E46 y también del BMW Z3.
CON 330I, BMW DEMOSTRÓ QUE ERA UN ESPECIALISTA EN COCHES CON MOTORES DE SEIS CILINDROS
Aquel motor nada tenía que ver con los seis cilindros que llegarían después. Lo primero que hay que conocer de este propulsor era su condición de atmosférico, una técnica y una configuración que se volvieron “marca de la casa”, auténtica esencia de BMW que con 2.979 centímetros cúbicos, distribución Doble VANOS y la inyección electrónica multipunto, lograba alcanzar los 231 CV a 5.900 revoluciones y los 30,6 mkg a 3.500 revoluciones. Era uno de los mejores propulsores de su categoría, que completaba por encima al 2.8 de 193 CV y por debajo al M3 de 343 CV. También plantaba cara al Mercedes C320, que con 3,2 litros anunciaba 218 CV y 310 Nm.
El BMW 330i, si hacemos caso a lo que publicó en su momento la revista Autopista -número 2.132-, ofrecía un tacto suave y sedoso, con un empuje contundente pero constante, que llegaba hasta el corte de encendido, situado a 6.500 revoluciones, con una facilidad pasmosa. La velocidad máxima estaba limitada electrónicamente en los 250 km/h, pero podía completar el 0 a 100 km/h en 6,5 segundos y ofrecer un consumo medio de 9,1 litros, una cifra que puede parecer elevada, pero en realidad, era más que buena en la época.
Dos opciones de seis cilindros dentro de la misma gama, un turbodiésel y un gasolina, dos coches, el BMW 330i y el BMW 330d, que son míticos y, sin duda alguna, futuros clásicos que pronto verán como sus precios se disparan. Si te gusta cualquiera de los dos, aprovecha antes de que sea demasiado tarde.
