El nombre del Chevrolet Caprice apareció por primera vez en el catálogo de la marca en 1965, cuando surgió como el acabado más lujoso para el Chevrolet Impala. Esta versión más exclusiva del coche más grande de la firma fue todo un éxito y para 1966 el Caprice se había convertido en su propio modelo y nuevo tope de gama.
En 1971 aparece una nueva generación del Chevrolet Impala y por lo tanto también debuta la segunda generación del Caprice, que enfatizaba todavía más en el lujo con un aspecto similar al de un Cadillac, y como dictaba la moda de la época su tamaño era superlativo y no hizo más que crecer hasta 1976 cuando se situó 5,66 metros de largo y más de dos metros de anchura.
1977: UN CAPRICE MÁS PEQUEÑO Y MÁS POPULAR
Por motivos como la crisis del petróleo y coches cada vez más competitivos llegados desde el extranjero los fabricantes estadounidenses se vieron obligados a rediseñar muchos de sus modelos. Este fue el caso de General Motors, que en 1977 lanzó una nueva generación de sus “full size”, es decir, los coches más grandes de la gama, reduciendo por primera vez en años sus dimensiones.
Así nacieron a finales de 1976 los nuevos Chevrolet Impala y Caprice, con una longitud inferior a los 5,40 metros y unas formas más angulosas que nunca. Pese a ser un coche más pequeño que la generación anterior la marca anunciaba una mayor amplitud interior, así como un maletero de mayor capacidad.
El Impala era la versión más básica, y aunque también se comercializó para uso civil, la gran mayoría de unidades dieron servicio a flotas de taxi y departamentos de policía de América hasta que fue descontinuado en 1985. Tomó entonces el relevo en estas funciones el Caprice, que por primera vez en su historia se ofrecía con mecánicas de seis cilindros en línea, y que logró convertirse en el coche más vendido de Estados Unidos poco tiempo después de su lanzamiento, superando el millón de unidades fabricadas en 1978.
Inicialmente el Caprice se ofrecía como sedán o con carrocería familiar para ocho ocupantes, y una variante cupé que estuvo disponible hasta 1987, excepto en 1983 debido a las bajas ventas. El coche recibió muy pocos cambios estéticos desde su lanzamiento y estuvo disponible con una larga variedad de motores, pero para mediados de los ochenta el Chevy Caprice, con excepción de algunas rancheras, era el único modelo de General Motors en montarse sobre la Plataforma B, un tipo de chasis que la compañía empleaba desde 1926, por lo que quizá era el momento de un cambio.
CHEVROLET CAPRICE DE 1991: EL ÚLTIMO GRAN DINOSAURIO
Los últimos Caprice de la generación de 1977 se fabricaron en 1990, y ante el anuncio de la compañía de la descontinuación de este modelo las ventas se dispararon pese a ser un modelo tan antiguo, algo a lo que contribuyeron especialmente la policía y taxistas que compraron las últimas unidades en masa. En los catorce años que el coche estuvo en el mercado se fabricaron 2.881.871 Chevrolet Caprice.
La marca ya había trazado algunos bocetos en 1987 de cómo sería la siguiente generación del modelo, optando por unas formas más redondeadas y modernas. La fabricación del nuevo Caprice comenzó en abril de 1990 de cara a la temporada de 1991, y aunque a simple vista parecía otro coche, seguía usando la vetusta plataforma B, compartiendo gran parte de los componentes con la generación previa.
Aunque el coche era algo más grande que su antecesor casi todos los cambios sustanciales se hicieron en la carrocería e interior, además de añadir componentes como los frenos ABS como equipamiento de serie en todas las versiones. El coche estaba disponible como sedán y ranchera y a su vez se lanzaron versiones homólogas en Oldsmobile y Buick llamadas Ninety Eight y Roadmaster respectivamente.
Ante un mercado cambiante en el que el público prefería otras alternativas al sedán como los monovolúmenes o los SUV, General Motors creyó que sería una buena idea este arriesgado aspecto nuevo de sus berlinas más tradicionales, algo que no sentó bien a los compradores más conservadores, quienes eran la principal clientela en este segmento. Pronto llegaron las comparaciones y los apodos como el de “ballena barada”, “Caprice burbuja” o “bañera dada la vuelta”, o el Departamento de Policía de Los Ángeles llamó a estos coche pintados de blanco y negro “orcas”.
CAMBIOS QUE NO LOGRARON SALVAR AL CAPRICE
El Chevrolet Caprice de 1991 salió al mercado con los pasos de rueda traseros carenados, quizá como un guiño a los grandes sedanes americanos del pasado y para agradar a los compradores más nostálgicos, pero este elemento desapareció en 1993, y para 1994 se suavizó también la forma en la que las ventanillas remataban el pilar C. Sorprendió también que se ofreciese como ranchera, ya que estas carrocerías estaban en pleno declive de popularidad debido al auge de los monovolúmenes, y estas llevaron las ruedas traseras carenadas hasta el final de la producción.
Las ventas caían año tras año, y de no ser por el gran número de unidades que se destinaron al servicio público, la cuarta generación del Caprice hubiese sido un completo fracaso. Con el fin de despertar interés de nuevo por el modelo Chevrolet lanza un nuevo Impala en 1994, que no era más que una versión deportiva del Caprice, ya que solo se comercializó como SS, e incluía gran parte del equipamiento disponible solo en versiones de policía además de montar una variante del V8 de 5,7 litros del Corvette de 240 CV.
Pero ningún esfuerzo logró salvar al Caprice, que terminó su producción en 1996 tras haber fabricado poco más de medio millón de unidades. La realidad era que General Motors llevaba desde los años ochenta apostando por la tracción delantera, y el Caprice supuso el final de una era para la compañía, representando el último sedán tradicional americano montado sobre chasis y de propulsión trasera; una especie que dominó América y que estaba destinada a la extinción.
Imágenes: GM