Aunque Fiat lo jubiló en 1975, SEAT siguió fabricando hasta 1980 sus propias unidades del 124. Es más, lejos de estancarse en la perpetuación de fórmulas ya vistas actualizó al modelo con hasta seis motorizaciones distintas combinadas con diversos niveles de acabado así como mejoras en cuestión de llantas o dirección.
Una actividad febril en torno a un vehículo capaz de estirarse de forma asombrosa a pesar de su diseño claramente desfasado. Un hecho respaldado por el público, quien adquirió más de 280.000 unidades del 124 entre 1975 y 1980. Todo un éxito en ventas amparado por la crítica especializada, la cual seguía señalando al modelo como una opción rápida y eficaz dentro de una producción nacional cada vez más diversificada.
Asimismo, a pesar de contar con desventajas evidentes -para empezar un centro de gravedad demasiado alto así como el eje rígido trasero- las sucesivas evoluciones del 124 fueron un buen punto de partida para que múltiples equipos privados hicieran de éste el coche de carreras por excelencia en la España de los años setenta; omnipresente en todo tipo de competiciones gracias a su homologación en diversas categorías.
Y vaya, por si todo esto fuera poco la labor emprendida por la escuadra de fábrica SEAT Competición -sobre la cual les hemos ofrecido una serie con hasta seis entregas– resultó hegemónica en la escena rally local al tiempo que lograba gestas como la firmada en el Montecarlo 1977. En fin, un sobresaliente fin de ciclo para el 124, el cual no sólo contempló en 1975 la descontinuación de su producción en Italia, sino también el traslado de la misma en España desde la Zona Franca barcelonesa hasta la antigua planta de Authi en Pamplona.
DE CATALUÑA A NAVARRA
En torno al asentamiento de SEAT en Barcelona circulan no pocas historias relativas a la pugna entre la decisión militar y la eficacia empresarial. Así las cosas, ciertos sectores del régimen franquista no vieron con buenos ojos la instalación de la fábrica estatal en Cataluña, donde preveían problemas en caso de juntar a una gran cantidad de obreros especializados pertenecientes a una zona caracterizada durante décadas por el despliegue de su conciencia de clase.
Es más, en este sentido muchos de aquellos militares -curtidos en la aún cercana Guerra Civil- preferían llevar las cadenas de montaje a zonas más conservadoras, agrícolas y dóciles situadas en el interior del país
No obstante, la presión ejercida por Fiat -socio tecnológico imprescindible, con Vittorio Valletta al frente- señaló a Barcelona como la mejor opción desde un punto de vista empresarial. No sólo por encontrarse allí una cierta industria auxiliar, sino también por la rápida comunicación con Italia a través de la vía marítima; ideal para el transporte de piezas hasta que la producción de éstas pudiera ser poco a poco traspasada a España.
Con todo ello, SEAT inició su actividad en la zona franca del puerto barcelonés pensando mucha gente -incluso a día de hoy- que aquel fue el único lugar para sus trabajos hasta el posterior traslado a Martorell. Pero no. Entre medias existió un periodo en el cual la gama 124 IIª Serie -ensamblada entre 1976 y 1980- salió de las cadenas de producción relativas a la antigua Authi en Navarra. Razón por la cual la esta serie del modelo -con las siglas FL en todas y cada una de sus versiones- ha recibido popularmente el apodo de “Pamplona”.
SEAT 124 FL, SEGUNDA Y ÚLTIMA SERIE
Si usted sigue con asiduidad las publicaciones de La Escudería ya conocerá la devoción profesada hacia Authi desde este lado del teclado. Y no es para menos, pues desde el Mini hasta los dotados con suspensiones hidroelásticas todos y cada uno de sus modelos marcaban la diferencia respecto al resto de la producción nacional de la época.
Sin embargo, el precio de sus 1100/1300 no ayudó a consolidar un índice de ventas aceptable; razón por la cual llegados a la mitad de los años setenta la gerencia de la fábrica no vio más opción posible que el cierre de la misma. Todo un problema para el tejido industrial perteneciente a la ciudad de Pamplona, el cual iba a recibir un serio hachazo a pagar en centenares de puestos de trabajo.
Debido a ello, el estado acudió al rescate dando carga laboral a la antigua factoría de Authi siendo ésta comprada por SEAT, la cual trasladó desde Cataluña hasta Navarra el ensamblaje de los 124 aprovechando que justo por aquellas mismas fechas buena parte de la actividad en Zona Franca estaba cubierta por el lanzamiento del 131.
Llegados a este punto, todas y cada una de las unidades del 124 salidas de la planta radicada en el polígono de Landaben -actualmente bajo la égida de Volkswagen– lo hicieron bajo las siglas FL; pista fundamental a fin de poner orden en una amplia gama de motorizaciones y acabados responsable de evolucionar al modelo hasta sus últimos días.
PONIENDO ORDEN EN LA SAGA DE LOS SEAT 124 FL
A la gama del SEAT 124 -y derivados como el 1430- hay que reconocerle no sólo una evidente versatilidad, sino también la capacidad de cubrir con eficacia el amplio mercado situado entre los escuetos 600, 850 o 127 y los mucho más amplios 1500, 132 y 131.
Bajo este contexto, lo cierto es que mientras en Italia el 124 desaparecía por motivos obvios en España su presencia seguía siendo especialmente útil para los concesionarios SEAT, quienes afortunadamente pudieron ofrecer una notoria variedad de motorizaciones y acabados hasta el fin del modelo coincidiendo con el año 1980; justo aquel en el cual ya podemos hablar de una auténtica apertura al exterior con aranceles y cupos de importación en sintonía a la integración inmediata en la CEE.
Dicho esto, las dos primeras motorizaciones presentes en la segunda serie del 124 -a partir de ahora 124 FL, el “Pamplona”- fueron un 1.2 y un 1.4 con 60/65 CV -según el tipo de carburador- y 75 CV -FL 10- respectivamente.
1977, SE ECHA EN FALTA UNA BASE MÁS PREPARADA
Asimismo, en 1977 llegó el motor de doble árbol de levas con el 124 D Especial 1600, el cual alcanzaba los 93 CV en el caso del FL 45 -adaptado a gasolina súper y con un notable índice de compresión- mientras en la versión FL 40 se quedaba en 90 CV funcionando con gasolina normal. Ambos con una cilindrada ajustada en 1.592 cc.
Tras esto la gama se amplió a los pocos meses con el 124 1800 FL 80, el cual recibía el motor del 1430 Especial 1800 aunque ya evidenciaba un chasis obsoleto así como unos neumáticos poco aptos para su grado de prestaciones; motivos por los que, a pesar de contar con un nervio evidente, no podemos hablar de un vehículo deportivo como tal por mucho que destacase en la producción nacional del momento.
1978-1980, LAS VERSIONES MÁS AFINADAS
A fin de solucionar esto, en 1978 vio la luz el FL 82, igual en lo mecánico al FL 45 -un modelo que por su relación entre prestaciones y ahorro representó un inesperado éxito comercial– pero ajustado aquí hasta los 114 CV gracias a un mayor índice de compresión al tiempo que equipaba una dirección de cremallera bastante más moderna y precisa que, combinada con refuerzos en el chasis y nuevos ajustes en la suspensión, hacía del SEAT 124 D Especial 1800 FL 82 un vehículo perfecto para viajes a cierta velocidad.
Por último la presentación del 2000 FL 90 en 1979 remataba la extensa historia del 124 en España, sacando músculo con un bloque de 1.920 cc para dar el mismo caballaje que el FL 82 aunque con un índice de compresión algo más relajado.
Todo esto con un peso en báscula de tan sólo 970. Por ello incluso en aquellos momentos -donde el esquema motor delantero-tracción trasera ya era inadecuado para el segmento del 124– nuestro protagonista seguía gozando de un comportamiento dinámico realmente sorprendente. Motivos por los que, a día de hoy, las versiones FL del SEAT 124 -las “Pamplona”- resultan ser garantía de un clásico más que deseable.