Entre los días 5 y 15 de Marzo se ha celebrado la 85ª edición del Salón Internacional del Motor de Ginebra, uno de los mayores acontecimientos del panorama automovilístico; concretamente, es uno de los cinco más importantes a nivel mundial y posiblemente el mayor de Europa. Las cifras son grandilocuentes, sobre todo para los españoles quienes no estamos acostumbrados a eventos de tal magnitud -sin tener en cuenta el futbol, claro está.
Durante los once días de 2015 que duró el certamen el número de visitantes fue de ¡casi 700.000 personas! venidas de todos los rincones del globo. Su sede, el Centro de Exposiciones Palexpo (junto al aeropuerto), cuenta con 110.000 metros cuadrados de superficie expositiva donde se exhibieron unos 900 coches de los cuales 130 se presentaban por primera vez.
Lugar de peregrinación
Ya sé que esta publicación versa sobre vehículos clásicos y que es muy probable que me esté metiendo en un jardín, pero si alguna vez tienen la oportunidad de visitar este salón les aseguro que les va a encantar. Es otro mundo, no tiene nada que ver con las mejores ferias o salones que encontramos en nuestro país, ya no sólo por el interés que pueda despertar el ver prácticamente toda la oferta de vehículos actuales, que a muchos de nosotros nos puede traer sin cuidado, si no por el hecho de tener la oportunidad de admirar algunos ejemplares que cuesta ver en la calle.
Hablamos de modelos exclusivos de Porsche, Lamborghini, Ferrari, BMW, Bentley, etc, y otros tan especiales que normalmente sólo contemplaremos en fotografías, como es el caso de Pagani, McLaren, Bugatti, Koenigsegg, GTA Spano, prototipos únicos o ejercicios de diseño que nunca pasarán a la producción y que saldrán de sus fábricas en contadas ocasiones, así como unidades de competición que difícilmente se pueden admirar fuera de su hábitat natural. Pero además, todo ello envuelto en papel de regalo, con una decoración, un glamour y una parafernalia que lo convierten en un maravilloso espectáculo, sin lugar a dudas la Meca de los apasionados del motor.
[su_note note_color=»#f4f4f4″]
Clásicos como reclamo
Enlazando con el tema que nos ocupa, que no es otro que los modelos más antiguos, les tenemos que decir que sí, que en Ginebra también hubo presencia de coches clásicos. Este año no muchos, la verdad, pero suficientes como para poder hacer un buen artículo pues, además, cada uno de ellos tenía una historia especial.
En el centro del stand de Alfa Romeo descubrimos un precioso ejemplar traído del museo de Arese, el 1900 Sport Spider de 1954 vestido con una preciosa carrocería de Bertone. Se trata de un supercar de la época, una mezcla entre un coche de calle y uno de competición que no pasó de la fase de prototipo. Lleva un motor derivado del 1900 berlina, un 4 cilindros en línea de 1997cc y 138 cv que le permite alcanzar 220 Km/h de velocidad punta. Fue una de las estrellas del salón.
Bordward, un antiguo fabricante alemán de coches, camiones, motocarros e incluso de helicópteros que cesó su actividad en 1963, se sirvió del escaparate de Ginebra para anunciar a bombo y platillo su regreso como productor de automóviles premium. Como aún no tenían nada nuevo que mostrar, llevaron una magnífica unidad de su modelo más emblemático, el Isabella, en una elegante versión coupé de 1957. Este coche alberga un propulsor de 4 cilindros y 1.493cc con 75cv de potencia máxima.
[/su_note]
[su_note note_color=»#f4f4f4″]
Como seguramente habrán leído u oído, el grupo PSA ha separado de la marca Citroën sus actuales modelos DS, con el objetivo de darle a estos una imagen más distinguida y alejada de sus versiones más populares. Para ello, nada mejor que rememorar los 60 años de la saga de los Citroen DS e ID -que se fabricaron entre 1955 y 1975- presentando en el espectacular stand (de lo mejor del salón) un DS21 Pallas de la última serie en el mismo color azul metalizado que el nuevo DS5, supuestamente su actual heredero.
En el pabellón adjunto al salón, donde exponen las industrias complementarias del automóvil como fabricantes de llantas, herramientas, tubos de escapes y demás, nos encontramos con un mito del automovilismo deportivo, una espléndida reconstrucción de un Maserati Tipo 61. Se podía ver su peculiar carrocería desnuda de aluminio y su ligero chasis multitubular de acero por el que se le apodaba Birdcage (jaula de pájaros). Porta un motor de cuatro cilindros en línea de 2890cc y 250cv.
Mercedes tenía expuesto un maravilloso 300 SL «Gullwing» (alas de gaviota) con pedigrí, uno de los tres SLs participantes en las Mille Miglia de 1955 año en el que venció Stirling Moss al volante del mítico 300 SLR con el número 722. La unidad en gris oscuro del salón era la pilotada por la pareja John Cooper Fitch y Kurt Gesell. Es un coche estrictamente de serie, con el motor de 6 cilindros en línea de 2.996cc y 215cv.
[/su_note]
Más que preparadores
En el espacio dedicado a Brabus también había presencia de clásicos. Aunque oficialmente es un fabricante independiente seguimos pensando en esta firma como en un preparador de modelos de Mercedes, pues siempre basa sus productos en coches de la marca de la estrella. Presentaba unidades tan desmesuradas como el 700 (Clase G de 6 ruedas) o el Rocket 900 (Clase S con 900cv), sin duda automóviles destinados a clientes muy especiales y de abultada cartera.
Resulta que entre las ocupaciones de Brabus también está la de restaurar modelos históricos de Mercedes. Se venden con cero kilómetros, son unidades reconstruidas totalmente, sin dejar un solo tornillo por rehabilitar; sin embargo, no creo que ello justifique sus disparatados precios. Se vendían tres exquisitas unidades: Un W111 280SE 3.5 de 1970 por 495.000 €; un R113 280SL (Pagoda) de 1968 por 259.000 €; y un precioso W198 300 SL Roadster de 1957 por la escalofriante cifra de 1.890.000 €. Sin comentarios.
Porsche no contaba entre sus vehículos expuestos con ningún modelo histórico. Por suerte encontramos un precioso 911 Targa de 1967 en el stand de Ruf, marca independiente que, al igual que Brabus, produce máquinas con base Porsche a la par que también restaura viejas glorias del fabricante de Stuttgart.
La unidad verde expuesta era de las primeras producidas, en las que existía la posibilidad de retirar, además del techo, la luna trasera; en aquel entonces existían cuatro configuraciones diferentes de montaje del coche. Además le acompañaba otro ejemplar que ya se puede considerar clásico, un Ruf RCT 3.6 de 425cv basado en un 911 (964) de 1992.
[su_note note_color=»#e9e9e9″]
Automóviles de culto
Una de las zonas más transitadas del Palexpo era la planta superior, donde estaban instalados algunos de los mejores fabricantes de deportivos del planeta. Entre ellos se encontraba McLaren, que este año contaban con la presencia de uno de sus modelos más especiales, un F-1 GT de 1995. Concretamente, se trata de la unidad prototipo con número de chasis #056, construido para poder homologarlo en competición en la categoría GT1. Como saben, alberga un V12 de BMW con 6.1 litros y 680cv.
Justo debajo, en el piso inferior, el fabricante suizo de relojes Tag Heuer, muy vinculado desde hace años con el automovilismo deportivo, habilitó una exposición con sus productos y algunos coches de competición entre los que destacaba, nada más y nada menos, que el McLaren MP4/4 con el que Ayrton Senna se proclamó campeón del mundo de Formula 1 por primera vez en la campaña de 1988.
Como un servidor siente una admiración especial e irracional por este piloto, les aseguro que se me erizaron los pelillos y llegué a emocionarme; un momento mágico, sin duda. Este monoplaza, diseñado por Steve Nichols y Gordon Murray, lleva un propulsor Honda turbo de 6 cilindros en V de 1.494cc y 650cv.
[/su_note]
El polémico Sbarro y otras miniaturas
En el Salón de Ginebra todos los años tiene un especial protagonismo la marca suiza Sbarro. Este inusual fabricante suele presentar una mezcla de modelos nuevos y otros más antiguos, con la peculiaridad de que sus diseños no dejan indiferentes a nadie: o te parecen geniales u horrorosos.
Este año sobresalía el F-Triple (para 3 ocupantes), con unas líneas que recordaban al coche de la Pantera Rosa. También el Memory, un modelo de 2012 basado en un Ferrari 400 de los 80 con una carrocería inspirada en el Ferrari 250 GTO del 62 por delante y en el del 64 por detrás; aderezado con algunos toques modernos, era una mezcla rara pero atractiva en su conjunto. Si tienen curiosidad en ver las creaciones de Franco Sbarro, hagan click aquí, pasarán un rato divertido.
Sbarro también trabaja réplicas: Tenían expuesto un BMW 328 Baby, una copia del modelo bávaro de 1936 realizada en el 76 con la singularidad de ser para niños, ricos por supuesto. Lleva un motor monocilíndrico de 47cc y 2,4cv capaz de desplazar a su diminuto conductor a 35 km/h.
De igual forma me llamó la atención otro vehículo infantil, en este caso un DB Junior. Se trata de una recreación de un Aston Martin DB5 convertible que distribuye Nicholas Mee & Co, un famoso compra-venta especializado en Aston Martin. El lujoso y exclusivo «juguete» fabricado en Tailandia lleva un motor de explosión de un cilindro con 110cc y puede llegar a alcanzar los 90 Km/h. Sin duda todos los amantes de los coches nos habríamos vuelto locos en nuestra niñez al volante de semejante maravilla (no se pierdan este vídeo).
Como verán, a pesar de tratarse de un evento de vehículos modernos la presencia de clásicos es más que testimonial, por dos motivos fundamentales: Por un lado se utilizan como imagen de marca, algo primordial en una época tan anodina en el diseño como la actual en la que la aerodinámica y la seguridad limitan bastante la creatividad de los diseñadores y provocan que los coches cada vez sean más parecidos unos a otros; por otro, la importancia económica que supone el mantenimiento de los coches de colección, actividad en auge que los grandes fabricantes no deberían descuidar dada su rentabilidad.
Ya para concluir, insisto en el hecho de que el Salón del Automóvil de Ginebra es un acontecimiento único, uno de esos eventos que todo aficionado al motor debe anotar en la lista de lugares pendientes de visitar antes de dejar este mundo. La gran pega es que está apuntado en numerosas listas, y por tanto hay demasiada gente… En determinados momentos puede llegar a ser agobiante. Si puede elegir, no vaya en fin de semana, es una auténtica locura. Aunque ya se sabe, sarna con gusto…