Alejandro Rubio
Vídeo: Kukfilms y ‘La Escudería’ / Texto: Javier Romagosa
[dropcap]H[/dropcap]ace un par de meses un amigo inglés nos habló de un compatriota suyo que se dedicaba a modificar clásicos en medio del desierto alicantino. Vaya, dijimos, ¿y qué hace exactamente? Esperábamos que la cosa no fuera más allá de un trabajo de potenciación y estética más o menos discreto, como suele suceder habitualmente.
Al contestar nos llevamos una sorpresa mayúscula, ya que Andy, que es como se llama nuestro artista de hoy, es un especialista en hod rods. Lo suyo es transformar radicalmente coches ingleses y americanos de los años 30 y 40 con el objetivo de que sus prestaciones y seguridad no tengan prácticamente nada que envidiar a los automóviles actuales.
¿Hod Rods? ¿En España? Efectivamente, de momento es difícil disfrutar sobre suelo patrio de una cultura automotriz que tiene millones de adeptos a nivel mundial, y es que las estrictas normas de homologación encorsetan la creatividad e impiden sacar los proyectos adelante.
Sin embargo, y aunque nos pese a los amantes de la originalidad, algo está cambiando en nuestra piel de toro; cada vez más, sin que la Ley lo apoye todavía, vemos alteraciones sobre diversos vehículos antiguos -sobre todo youngtimers- que merecen la pena. Sin ir más lejos, hace unas semanas disfrutábamos en Venturada de un BMW E30 que tenía una pinta realmente atractiva: Bien pintado, con el motor de 3,5 litros de la Serie 6, los asientos de cuero del M3 y llantas BBS, lucía espectacular.
Este nivel de preparaciones contradice abiertamente la definición de vehículo clásico por la cual éste únicamente tiene valor en función de su representatividad histórica, es decir, como una pieza del patrimonio cultural original. Pero, ¿y entonces? ¿Qué hacemos con los amantes de las modificaciones, con los hod rodders o los resto mods, por citar sólo dos ejemplos?
Como para gustos están los colores, parece sensato dejarles experimentar con sus máquinas, más aun cuando, como en el caso de Andy, se toman realmente en serio la seguridad. Podemos pensar en ello como un ejercicio de mecánica y creatividad que permite a los aficionados, cual pequeños fabricantes, ahondar en su conocimiento del automóvil. Grandes genios se han dado a conocer de esta manera.
Y seamos sinceros, ¿quién no ha pensado alguna vez cómo sería llevar al límite su clásico favorito, hasta el punto de alterarlo sustancialmente? No seré yo quien tire la primera piedra…
Lo que quiero decir es que en España debemos abrir nuestra mente a este nuevo tipo de afición. En otros países es apoyada y refrendada por las leyes desde hace décadas. Siempre que las cosas estén bien hechas, no podemos juzgar las acciones de un entusiasta de las modificaciones sólo porque éste no considere su máquina enteramente como patrimonio de la Historia.
Evidentemente será menos clásica, pero su pasión no puede ser puesta en duda. A mí también me costó entenderlo y el tema no me atrae especialmente, si bien esta es la conclusión lógica a la que llego: Habrá que quererles.
Volviendo a Andy, decidimos hacerle una visita a principios de marzo para ver qué se traía entre manos. Entre coches veteranos y componentes de posguerra, en su mágico rancho-taller de Arizona Alicante, encontramos además un muscle car, un Plymouth Barracuda del que pronto intentará extraer entre 1.100 y 1.800 CV.
Y es que esto de los hod rods va de músculo, ya lo veréis en el VÍDEO de cabecera, de llevar los clásicos al límite pero siempre bajo el manto de la seguridad; de fabricar bestias por el puro gusto de hacerlo y de empujar también los límites de nuestra creatividad.
Sin más dilación os dejamos con Andy, quien planea poner un negocio de hod rods en un futuro próximo y que desde ya acepta encargos.
