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A subasta este Boschert B300 «Gullwing» prácticamente desconocido

En 1989 apareció, en el salón de Frankfurt, un coche sumamente especial: el Boschert B300 «Gullwing», un Mercedes 300 CE con puertas tipo «alas de gaviota» y el frontal del R129. Ese coche, el único que se fabricó, sale a subasta de la mano de RM Sotheby’s.

Con motivo del salón del automóvil de Frankfurt de 1989, se presentó una creación con la estrella en el frontal sumamente especial. Bajo el nombre de Boschert B300 “Gullwing”, un llamativo 300 CE de 1988 dejaba a todo el mundo con la boca abierta por su sistema de apertura de puertas y por el notable trabajo que se había llevado a cabo instalarlo. Se tenía intención de fabricar 300 unidades, pero nunca se completaron más de 10 coches y solo uno de ellos tenía el sistema de puertas que se dio a conocer en evento alemán.

Ese coche, el único Boschert B300 con puertas “alas de gaviota”, sale a la venta de la mano de la casa de subastas RM Sotheby’s, aunque no es la primera vez que aparece. Fue descubierto en eBay por Tino Zovko y logró reunir el dinero para completar la compra, para después invertir todavía más dinero, y tiempo, en restaurarlo a su estado original, para ponerlo a la venta en 2019 por la nada despreciable cifra de un millón de euros.

Ahora no se espera alcanzar tanto, RM Sotheby’s prevé que su precio rondará entre 265.000 y 320.000 dólares, entre 249.000 y 300.600 euros. El coche ha sufrido una restauración hace poco, por parte de CarSystems, valorada en 16.216 euros, más otros 4.771 euros en pintura, tapicería y arreglos interiores por parte de Auto Leder Toczek. Inversiones realizada de cara a su puesta a la venta.

UN MERCEDES 300 CE SUMAMENTE ESPECIAL

Si le preguntamos a cualquier seguidor de Mercedes, por el mejor coche que ha fabricado la firma alemana, muchas de las respuestas tendrá el mismo protagonista: el Mercedes W124. Aquel modelo, el cual se convirtió en un éxito de tanto de ventas como de crítica, fue, según se dice, el último Mercedes que se desarrolló sin tener en cuenta los costes, y obviamente, eso permitió crear un automóvil absolutamente sensacional y totalmente sobrediseñado, es decir, era innecesariamente bueno. Quizá por eso sea tan fácil ver unidades en circulación casi en cualquier parte de España, ¿verdad?

La generación W124 fue, para muchos, último Mercedes “de verdad”, pero también fue, y en esto no cabe ningún ápice de dudas, el último Mercedes sin versiones deportivas, o al menos, sin las versiones a las que nos tiene acostumbrados desde hace tiempo. En aquellos años, la marca no contaba todavía con AMG entre sus filas, la asociación llegó algo después, aunque los fanáticos de la estrella alemana estarán pensando en el Mercedes 500E o en el “Hammer”, el Mercedes 300 E 5.6 AMG “Hammer” equipado con un V8 de 360 CV. Y en parte tendrían razón, pero solo en parte, pues el 500E no era un auténtico deportivo, era un coche de lujo muy veloz, pero no un deportivo, y el Hammer era obra de AMG cuando todavía vivía por separado –Mercedes se hizo con el control total de AMG a finales de la década de los 90–.

En aquellos años, Mercedes todavía tenía esa imagen de coche muy señorial, de muy alta gama y obviamente, muy caros. Sin embargo, no contaba con modelos que fueran realmente llamativos, todo era muy correcto, elegante y nada estridente, y quizá por eso, cuando se abrieron las puertas del salón de Frankfurt de 1989, el Boschert B300 “Gullwing” llamó tanto la atención de todo el mundo. Básicamente, era un Mercedes 300 CE –la versión coupé del W124, cuyo código interno era C124–, al que había cambiado el frontal y al que habían instalado unas espectaculares puertas que tenía apertura hacia arriba, con el pivote sobre el techo y, por tanto, de estilo “alas de gaviota” o “Gullwing” en inglés. La imagen del coche con las puertas abiertas apareció en todas las portadas de las revistas y todavía hoy, es recordado por los seguidores del modelo alemán.

DESARROLLADO JUNTO CON ZAGATO, MERCEDES NO TUVO NADA QUE VER

Uno de los modelos más icónicos de Mercedes es, sin lugar a dudas, el Mercedes 300 SL, el mítico “alas de gaviota”, un coche lanzado en la década de los 50 y que se adelantó un par de décadas a todos sus rivales, tanto por su diseño, algo nunca visto en la marca alemana en aquel momento, como por muchos detalles técnicos, como una construcción con aluminio –solo unas cuantas unidades pueden presumir de ello –, como, por ejemplo, un motor alimentado por inyección directa. Perlas técnicas y de ingeniería, que quedaron totalmente eclipsadas por la apertura de sus puertas, que pivotaban sobre el techo por necesidades técnicas, ya que su chasis impedía usar unas puertas convencionales. Esa forma de solucionar el problema, marcó la imagen del modelo y ha sido un objeto de deseo y una obsesión para muchos fanáticos de los coches.

Entre esos fanáticos estaba Hartmut Boschert, un ingeniero alemán –de Emmendingen, al sur del país–, que quería crear una “versiones moderna” del 300 SL. No son pocos los que han trabajado en algo similar, y tampoco son pocos los que nunca han conseguido nada reseñable. No es un proyecto sencillo, ni por diseño ni por ingeniería, pero el peso histórico también es demasiado elevado para que pueda ser llevado por cualquiera. De hecho, la propia Mercedes tardó varias décadas en hacer algo similar, que se plasmó en el sensacional Mercedes SLS AMG, aparecido en la segunda década del Siglo XXI.

Boschert no contaba con los mismos recursos con los que contaba Mercedes, es más, ni siquiera contó con la ayuda de la marca para su proyecto. La firma alemana estaba en pleno lanzamiento del flamante Mercedes SL R129, que era el heredero directo del 300 SL, un coche que había estado en desarrollo desde 1984 y que se había presentado en el salón de Ginebra de 1989, es decir, poco antes de que Boschert presentara su creación. Es lógico que la compañía alemana no quisiera saber nada de un proyecto como aquel y se negara a ofrecer su ayuda, aunque eso no detuvo al ingeniero germano. Además, para reemplazar a Mercedes, Boschert contó con la colaboración de nada menos que Zagato y para colmo, insataló el frontal del nuevo R129 en la carrocería del Mercedes 300 CE. Un coche que, una unidad de 1988, que compró con su propio dinero para el desarrollo de su idea.

OBJETIVO: PRODUCIR UNA TIRADA LIMITADA DE 300 UNIDADES

El desarrollo del Boschert B300 fue casi a la par que el SL R129 y no fue precisamente sencillo, pues hay muchos más cambios que añadir unas puertas con apertura sobre el techo o el frontal del mencionado R129. Por ejemplo, la plataforma tuvo que ser revisada y rediseñada casi por completo, pues se cambió parte de la estructura y el sistema de apertura de puertas suponía otros esfuerzos y otras necesidades. No en balde, el hueco de acceso al habitáculo es mucho más grande y además de ampliarlo hacia atrás, también obligó a mover el pilar C 25 centímetros hacia delante. Instalar el frontal del R129 fue el trabajo más sencillo. La presencia de Zagato en el proyecto permitió que el resultado final fuera de un nivel altísimo, casi como si la propia Mercedes se hubiera hecho cargo del mismo-.

Harmut también tenía claro que con el seis cilindros original, el M103 desarrollado por la marca, no era suficiente para la “resurrección” del “alas de gaviota”, así que modificó el motor. Concretamente, añadió dos turbos secuenciales –un turbo funciona a pocas revoluciones, y el otro a altas revoluciones–, un intercooler y algunos detalles adicionales, hasta lograr extraer 288 CV.

El proyecto terminado se mostró con mucha ambición y grandes esperanzas. La acogida fue sensacional, tuvo una enorme repercusión, la prensa se hizo eco de su presentación y en definitiva, el coche estaba en todos los lados. Las expectativas de Boschert era cada vez más altas, pero su precio, 186.000 marcos alemanes -casi 95.000 euros sin tener en cuenta la inflación-, en aquel momento, fue demasiado. Tras su puesta de largo, el Boschert B300 “Gullwing” acabó en el olvidó, aunque se recibieron 10 pedidos de la versión “económica”, la cual, contaba con puertas convencionales.

Fotografías de RM Sotheby’s.

Escrito por Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo.

Me gusta mucho la historia del automóvil y actualmente estoy creando una biblioteca personal dedicada, en exclusiva, a la historia del motor en España. También cuento con una enorme colección de material escaneado y he escrito el libro "El 600, un sueño sobre ruedas" (editorial Larousse).

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