Así como en el cine siempre resulta interesante saber cuál es el creador de cabecera para tal o cual director, en el automovilismo no es menos jugoso conocer en quién se fijan determinados ingenieros. De esta manera, analizar las colecciones privadas de ciertos diseñadores puede ser de lo más ilustrativo. De hecho, incluso las propias marcas hacen algo parecido espiándose las unas a las otras. Llegando a comprar unidades de modelos a los que buscan homologarse para despiezarlas y analizarlas con ojo inquisitivo. Así las cosas, hoy nos vamos a fijar en la carrera del norteamericano Sterling Edwards.
Conocido por su activa presencia en el automovilismo deportivo de la Costa Oeste durante los años cincuenta, este millonario perteneciente a un importante clan del acero decidió construir su propio modelo deportivo. Algo que inició inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, presentando un prototipo llamado R26 con chasis tubular y motor V8 de procedencia Ford. Interesante, pero aún necesitado de un diseño más depurado tanto en lo visual como en lo mecánico como para poder llegar a serie compitiendo con los modelos llegados desde Inglaterra, Alemania e Italia.
Por ello, en 1952 presentó el R62. Uno de los primeros vehículos carrozados en fibra de vidrio -faltaba un año para la llegada del Corvette C1-, aunque esta vez contaba con un chasis tomado del Kaiser Henri J mucho más apto para la producción en serie. Escenario al que deseaba llegar Sterling Edwards. Pensando en sus mejores sueños desbancar en California a los Porsche 356 y Jaguar XK120 gracias la combinación de más potencia -montaba un V8 Chrysler- y fabricación nacional.
Sin embargo, su aventura fue por los mismos derroteros que la de tantos y tantos pequeños fabricantes. Ahogados por la falta de suministros y la necesidad de adelantar muchísimo dinero antes de empezar a recibir beneficios, si los hubiera. Con todo ello, el deportivo de Edwards quedó en algo aún más testimonial que el Kaiser Darrin de 1954 también carrozado en fibra de vidrio. Una pena. Pues su excelente gusto a la hora de adquirir deportivos presagiaba novedades interesantes, hecho demostrado por haber sido el primer propietario de este Ferrari 340 MM Spider Vignale, Uno de los protagonistas de la subasta que mañana sábado 14 de mayo celebrará RM Sotheby’s en Mónaco.
LA ÉPOCA DORADA DE FERRARI EN LA MILLE MIGLIA
Si bien antes de la Segunda Guerra Mundial la dominadora en la Mille Miglia fue Alfa Romeo, después de ésta lo fue su vástaga Ferrari. De esta manera, un año después de ensamblar su primer modelo propio Enzo Ferrari conseguía que un 166 ganase con Clemente Biondetti al volante. Uno de los pocos pilotos de extracción humilde exitosos en aquellos años, quien repitió la hazaña en la siguiente edición. Tras esto llegaron cuatro victorias de Ferrari más hasta la clausura de la prueba en 1957, tras el accidente donde murieron Alfonso de Portago y diez espectadores.
Con todo esto, la Mille Miglia fue una de las carreras donde Ferrari más se esforzó por llegar a lo más alto. De esta manera, no pocos de sus modelos de carreras se idearon para ella. Montando recurrentemente los enormes V12 firmados por Aurelio Lampredi. Uno de los ingenieros de motor básicos en los primeros tiempos de Maranello, caracterizado por sus grandes ingenios de aspiración natural frente a los más pequeños de Gioacchino Colombo, muchas veces sobrealimentados.
De hecho, para comienzos de los cincuenta Ferrari optó en sus coches de resistencia por el gran bloque de 4,1 litros ideado por Lampredi. Algo bien ejemplificado por el 340 México destinado a la Panamericana de 1952, del cual se hicieron cuatro unidades todas ellas carrozadas por Vignale con interesantes soluciones aerodinámicas para la época. Como la canalización de aire en el costado para ventilar los frenos traseros. Sin duda el modelo que sirvió de precedente más claro al Ferrari 340 MM.
FERRARI 340 MM, UN COCHE NACIDO PARA LAS CARRERAS
Con tantas variantes, series cortas, especificaciones y demás particularidades bucear en la genealogía de los primeros Ferrari puede ser complicado. No obstante, tenemos como aliada una pista fundamental en lo que se refiere a los números de chasis. Y es que durante al menos sus dos primeras décadas Ferrari marcó con número impar a aquellos destinados a los GT de carretera. Lo que se podría decir sus coches “de concesionario”. Mientras que las cifras pares quedaron reservadas para los chasis enfocados a la competición.
De esta manera podemos distinguir perfectamente qué coches fueron pensados por y para la competición respecto a aquellos que, aún pudiendo entrar en circuito ocasionalmente, se pensaron para el público más mayoritario. Sabiendo esto, tan sólo observar el número 0350 en el bastidor de este Ferrari 340 MM nos da pistas seguras sobre sus intenciones. De hecho, de los 340 MM sólo se hicieron diez unidades. Casi todas ellas con un excelente palmarés gracias a los 280CV rendidos a 6.600rpm para sus tan sólo 850 kilos en báscula.
De las diez unidades cuatro fueron berlinettas de Pininfarina, dos Spider de Touring, y cuatro Spider de Vignale. El carrocero turinés fundado en 1948 donde Giovanni Michelotti se fraguó como diseñador, estando detrás de no pocas piezas únicas sobre base Ferrari. En el caso de los 340 MM precisamente uno de estos Vignale fue el ganador de la Mille Miglia de 1953, siendo la unidad que se subasta mañana en Mónaco una gemela. Directamente servida a los Estados Unidos, ésta cuenta con un palmarés asociado a las carreras de la SCCA con Sterling Edwards al volante. Pura historia del automovilismo.
Imágenes: RM Sotheby’s