Miguel Sánchez
Asociar el nombre de Abarth a las carreras es lo más habitual. Sin embargo, la supervivencia financiera de la empresa durante sus primeros años tuvo mucho que ver con funciones propias de la industria auxiliar. De esta manera, al tiempo que empezaba a ganarse los laureles en las pistas se hizo un hueco entre los productores de repuestos y piezas para la mejora del rendimiento. Una actividad que no estuvo reñida con la fabricación de sus propios modelos sobre bases FIAT en mayor medida. No obstante, para finales de los años cincuenta Abarth seguía sin tener una gama coherente con ofertas claras para cada nicho de mercado relacionado con lo deportivo.
Bien es cierto que sus transformaciones ya habían logrado éxitos deportivos en Italia. Y además estaban a punto de cosecharlos en el resto de Europa durante la década siguiente. Y bueno, más allá de los modelos pensados por y para los circuitos Abarth ya había producido diversos GT en tirada corta como el 205A Berlinetta de 1950. Sin embargo, de cara a mejorar el rendimiento comercial de la empresa se seguían necesitando opciones para quien buscase un turismo con toque deportivo carente de complicaciones. Una problemática que encontró respuesta en 1959 cuando Abarth presentó los 850 Coupe Scorpione/Spider Rivera y los 2200 Coupé/Cabriolet.
Diseñados por Giovanni Michelotti, estos nuevos modelos cubrían tanto el segmento de los deportivos compactos como el de los GT. El primero gracias a los 850 -basados en gran medida en piezas de Cisitalia- y el segundo por los 2200 derivados del tope de gama de FIAT en la época. Así las cosas, Abarth consiguió cubrir a dos niveles el nicho de mercado compuesto por compradores deseosos de conducir un deportivo exclusivo sin necesidad de recurrir a los prohibitivos Maserati o Ferrari. Y todo ello combinando lo prestacional con el confort de marcha. Del cual no gozaban otros modelos de la marca mucho más orientados al uso en circuito como los futuros Abarth-Simca 1300 GT.
ABARTH 2200 COUPÉ ALLEMANO, UN GT PARA EL DÍA A DÍA
1959 fue un año especialmente importante para la evolución de la gama FIAT al presentarse el 1800/2100. Nuevo tope de gama ideado por Dante Giacosa, con él se sustituyó a los eficaces 1400/1900 olvidando sus motores de cuatro cilindros para configurar una gama de múltiples cilindradas basada en la arquitectura de seis en línea. Partiendo de esta base, éste fue un modelo en constante y rápida evolución, estrenándose al poco opciones con cilindradas que llegaron hasta los 2,3 litros. Además, la propia FIAT usó al modelo como punto de partida en la creación de un elegante coupé que parecía anunciar lo que al tiempo fueron los FIAT V6.
No obstante, esta misma idea fue la que también tuvo Carlo Abarth. Quien para aquel momento ya gozaba de unas fluidas relaciones con Gianni Agnelli, pudiendo contar con bases FIAT 2200 para sus transformaciones. Llegados a este punto, la aparición del Abarth 2200 Coupé se basó en una evolución mecánica que lo dejaba en 135CV gracias a la acción de tres carburadores Weber. Además, contó con frenos de disco en las cuatro ruedas y resortes helicoidales traseros. Todo ello con un peso que apenas superaba la tonelada. Dando así solvencia en largos viajes al tiempo que cierto desempeño deportivo en tramos con curvas.
Obviamente, desde el punto de vista de la comercialización, el Abarth 2200 Coupé no fue un coche masivo. Ni pretendió serlo. De hecho, la cifra más posible de unidades construidas es de unas 28. Eso sí, en 1961 apareció una nueva tirada de este modelo después de que FIAT elevase a 2.300cc la cilindrada de su tope de gama. Ocasión aprovechada por Abarth para ampliar el motor hasta los 2,4 litros logrando 142CV para el 2400 Coupé Allemano. Un vehículo con trazas a modo de hermano pequeño del mucho más potente y costoso Maserati 3500GT.
LA CUESTIÓN DE LAS CARROCERÍAS
Al ver un Abarth 2200 Coupé Allemano lo primero que viene a la cabeza es, curiosamente, el nombre de Pininfarina. Un carrocero que no tuvo nada que ver con la fabricación de este modelo, pero sí bastante con las líneas que lo inspiraron. Y es que todo en él nos recuerda a la llamada Línea Florida. Nacida en 1955 a partir de la berlina prototipo Lancia Florida y su sucesor el dos puertas Florida II, ésta es una de las concepciones más influyentes en la historia del automovilismo. Presente en la definición de modelos tan diferentes como el Peugeot 404 o el Ferrari 250 GT/E 2+2.
De todos modos, lo cierto es que las carrocerías del Abarth 2200 corrieron, en su mayor parte, bajo la responsabilidad de Allemano. El carrocero turinés para el cual firmó diversos diseños Michelotti, teniendo su mayor momento de gloria con el Ferrari ganador de la Mille Miglia en 1948. No obstante, también hubo una parte de las unidades carrozadas por el aún más pequeño taller Ellena. Algo que añade complicación a la historia del Abarth 2200 Coupé y su sucesor el 2400. Y es que, basándose en el diseño de Michelotti para Abarth materializado por Allemano, en Ellena introdujeron algunas modificaciones.
En ese sentido, el frontal de los Abarth 2200 carrozados por Ellena resulta algo más grácil al contar con una parrilla ovalada y no rectangular. Un cambio mucho más leve que el experimentado en la trasera de sus 2400. Totalmente alejada de los pilotos verticales de Allemano en cumplimiento estricto de lo marcado por el Florida II de Pininfarina. No obstante, estas diferencias se concilian en la unidad personal de Carlo Abarth. Un 2400 que incluyó la delantera diseñada por Allemano y la trasera firmada por Ellena. Una unidad perfectamente restaurada y custodiada por FCA Heritage.
Fotografías: Veni, Vedi, Vici
