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«Ahora sé que puedo hacerlo», Ayrton Senna y el Mercedes 190E

Tras rebasar a Niki Lauda en esta carrera de promoción para el Mercedes 190E 2.3-16, muchos empezaron a seguir con atención la carreras de un joven Ayrton Senna con tan sólo tres GP de F1 a sus espaldas. De una manera imprevista, el brasileño hacía gala de su magnífico pilotaje bajo la lluvia durante aquella cita celebrada en el marco del GP de Alemania de 1984

Para agosto de 1984 Ayrton Senna sólo llevaba tres carreras disputadas en la F1. De hecho, aquella era su primera temporada y aún le quedaba todo por demostrar. Y es que, aunque venía de ganar la F3 británica sólo era un debutante en el modesto equipo Toleman. Sin embargo, aquel año de estreno consiguió hacer tres veces podio confirmando ser un piloto a tener en cuenta. Algo que le sirvió para aterrizar al año siguiente en Lotus, aunque por de pronto aún tenía mucho que confirmar en la élite del automovilismo mundial. Pero, ¿cómo hacerlo? No en vano, en la F1 qué coche tengas resulta fundamental más allá de cómo sea tu grado de pericia a los mandos.

Así las cosas, de cara al GP de Alemania Mercedes había planeado algo muy especial con la idea de promocionar su nuevo 190. Ni más ni menos que reunir a veinte pilotos de F1 entre los cuales se encontrarían los mejores del momento, así como una buena selección de campeones retirados. Todo ello para ponerlos sobre la pista en una carrera donde habría un único modelo: el Mercedes 190E 2.3-16. La versión más prestacional de entre todas las ofertadas en la primera gama de esta berlina compacta. Pensada para ampliar los mercados de la casa alemana al tiempo que servía de escaparate tecnológico sobre cómo hacer un muy buen coche, no excesivamente grande y por un precio relativamente razonable.

Obviamente, dado que en 1984 Senna aún era un primerizo Mercedes no le extendió ninguna invitación para participar en aquella carrera promocional. Sin embargo, la suerte quiso que Emerson Fittipaldi cediera el puesto a su joven compatriota brasileño debido a no poder acudir a última hora. De esta manera, Senna entró a una cita donde estaría en igualdad de condiciones respecto a pilotos totalmente consagrados. Pilotos como Jody Scheckter -campeón mundial de F1 en 1979 con Ferrari- o James Hunt -ganador en 1976 con un McLaren-. No obstante, lo más importante es que en aquella línea de salida también estarían sus adversarios más importantes.

Para empezar Alain Prost. Un piloto al alza con tres temporadas a sus espaldas, el cual quedaría en segunda posición al finalizar aquel año. Pero sobretodo Niki Lauda. Con cuatro mundiales a falta de ganar el quinto, precisamente, durante 1984. Una leyenda en activo que sin duda era el gran adversario a batir. Con todo ello, Senna apenas aparecía siquiera en las quinielas más optimistas. No obstante, aquel fin de semana de agosto en Nürburgring hizo su aparición uno de los factores que mejor controlaba el brasileño. La lluvia. A partir de aquí arranca la carrera que, aún no siendo puntuable para ningún campeonato, fue uno de los hitos en la trayectoria de Senna. Todo ello con el Mercedes 190E 2.3-16 actuando como protagonista de excepción.

MERCEDES 190E 2.3-16, UNA NUEVA ÉPOCA PARA LA MARCA

A mediados de los setenta Mercedes empezaba a estar seriamente preocupada por el auge de BMW. Una marca que, aún habiendo resucitado en los segmentos intermedios, apuntaba sin escrúpulos a lo más alto mientras vendía bastantes compactos. Así las cosas, se requería una berlina de acceso a la gama. Un modelo que reuniera las virtudes de la empresa bajo un tamaño mesurado y un precio que le permitiera ser más o menos popular. Es decir, un automóvil con el cual aumentar las ventas y diversificar la oferta.

Con todo ello, en 1982 se presentó en París el Mercedes 190 como la opción más sensata y atractiva si se ambicionaba una berlina compacta. Algo que logró, disfrutando desde el primer momento de una gran demanda en la que ha sido una de las operaciones más inteligentes en toda la historia de la casa alemana. Además, entre las cuatro versiones ofertadas destacaba la 190E con inyección electrónica. Una base más que deseable para cualquier fabricante que estuviera interesado en las carreras. Aunque, como todo el mundo sabía, Mercedes las había dejado después del terrible accidente acaecido en Le Mans 1955.

Sin embargo, lo cierto es que nunca había perdido del todo el contacto con ciertos equipos o, al menos, con la construcción de modelos altamente prestacionales. Llegados a este punto, los directivos germanos pusieron su afán en el Mundial de Rallyes. Una competición especialmente mediática durante los días en los que se presentaba el Mercedes 190, con los poderosos Grupo B iniciando su andadura justo en 1982. De esta manera, encargaron a Cosworth la puesta a punto de un modelo derivado del 190E pensado para homologarse junto a los 205 T16, Delta S4 o Quattro.

Y sí, justo con ese último vehículo tropezó Mercedes. No en vano, la novedosa tracción total presentada por Audi marcaba una diferencia vital. Vital y muy costosa. Por lo que finalmente se declinó la idea de crear un vehículo para el Grupo B por otro mucho más realista del Grupo A. Esto permitiría a Mercedes participar en campeonatos de turismos. Una estrategia acertada como finalmente confirmó la vitoria del 190 Evo II en el DTM de 1992. Además, ya que el Grupo A requería más de 5.000 unidades para la homologación, Mercedes podría estrenar una versión deportiva del 190 más o menos accesible. Así nacía en 1983 el 190E 2.3-16.

LAS CARRERAS AL SERVICIO DE LA PUBLICIDAD

Durante los años ochenta el prestigio de Mercedes en las gamas altas resultaba tan evidente que apenas se requerían operaciones publicitarias. Sin embargo, el caso del Mercedes 190E era completamente distinto. No en vano, la casa germana había estado ausente del segmento de las berlinas compactas desde hacía décadas. De esta manera se necesitaba crear una imagen excelente frente a los modelos de Audi y BMW. Dotados además de un evidente y seductor punto deportivo que no tenía la más señorial Mercedes.

Llegados a este punto, durante el verano de 1983 varios Mercedes 190E estuvieron rodando sin parar en el óvalo de Nardo hasta completar 50.000 kilómetros. Prueba evidente de la fiabilidad proporcionada por estos “Baby Benz”, aunque debía ser complementada con algo que diera al modelo una cierta aureola deportiva. Por ello, ¿qué mejor que organizar una carrera monomodelo con multitud de ases de la F1? ¡Y además justo antes de celebrarse el GP de Alemania! Evidentemente esto atraería las miradas de la prensa, pudiendo ver sobre la pista lo que muchos calificarían de carrera soñada.

Con todo ello, se prepararon veinte unidades del Mercedes 190E 2.3-16 dotándolas con asientos de competición y jaulas de seguridad. Todo ello para celebrar un evento llamativo aunque a priori intrascendente para el automovilismo deportivo. Sin embargo, la inscripción del joven Senna lo cambió todo. Ávido de confirmarse en la F1, ésta era su oportunidad para medirse con Prost y Lauda usando todos el mismo coche. Ahí se vería lo que el brasileño podía dar de sí no estando limitado por su Toleman frente a los McLaren de aquellos dos.

Posicionado en la zona trasera de la parrilla, Senna aprovechó sus habilidades sobre pista mojada para situarse en cabeza junto a Niki Lauda. Una remontada en la que tuvo un toque con el 190E de Prost. La primera de las muchas veces en las que estos dos pilotos llegarían a enfrentamientos bruscos. Superado al francés, Senna jugó durante varias vueltas a buscar el paso por donde rebasar a Lauda. Y lo consiguió. Gracias a ello el mundo entero pudo observar cómo un piloto casi novato en la F1 ganaba a diecinueve pilotos experimentados gracias a tener todos el mismo coche. Aquella mañana de agosto en Nürburgring muchos empezaron a fijarse en la evolución del brasileño. Es más, en sus propias palabras él mismo empezó a creerse con posibilidades de ser un campeón. “Ahora sé que puedo hacerlo”.

Fotografías: Mercedes-Benz

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Escrito por Miguel Sánchez

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