La victoria en el Mundial de Marcas de 1975 fue todo un acontecimiento para Alfa Romeo. No en vano, tras dejar la F1 en 1952 -debido a la imposibilidad financiera presentada por el tener que adaptarse a un nuevo reglamento- la histórica casa italiana nunca había cosechado nuevos títulos mundiales. Todo ello a pesar de haber seguido presente en las carreras, donde despuntaba habitualmente en las competiciones turismo.
Además, aquella magnífica temporada firmada por el Alfa Romeo 33 TT12 supuso la confirmación para más de diez años de duro trabajo. Evolucionando las diferentes versiones del Tipo 33 para, incluso, situarse en el umbral perfecto de cara a regresar a la F1 en alianza con Brabham. Usando el motor del TT12 -aquí afinado hasta las 11.500 revoluciones por minuto- bajo el liderazgo de Bernie Ecclestone y un jovencísimo Gordon Murray como parte del elenco técnico.
No obstante, a fin de comprender cómo se gestó la victoria de Alfa Romeo en el Mundial de Marcas de 1975 lo mejor será situarse en 1964. Así las cosas, en el departamento de competición de la marca se estaba iniciando el proyecto 105.33. Más conocido como Tipo 33, éste pretendía crear un deportivo con motor central en la estela de lo que Ferrari había hecho con su 250 LM. Eso sí, aquí la motorización escogida sería un pequeño y ligero V8 con 2 litros de cilindrada.
Asimismo, gracias al formato casi cuadrado de sus cilindros el primer Tipo 33 -presentado en 1966- lograba funcionar a un giro altísimo. Es más, para lograr su hasta 230CV había que llevarlo a 8.800 revoluciones por minuto. Pudiendo llegar incluso hasta las 10.000 revoluciones por minuto si así se quería. Todo ello sobre un chasis formado por tres grandes tubos forjado en aluminio sobre los cuales se montaba, en la versión Stradale, una carrocería firmada por Franco Scaglione. Por cierto, una de las más atractivas en toda la historia del automovilismo deportivo.
Así las cosas, el Alfa Romeo Tipo 33 fue desde sus inicios una máquina ganadora en la clase de dos litros. De hecho, en 1968 ocupó las tres primeras posiciones de la misma tanto en Le Mans como en Daytona. Una base sobre la cual el departamento de carreras -dirigido por Carlo Chiti desde que en 1965 su escudería Autodelta se fusionara con la fábrica- ambicionó la victoria absoluta en el Mundial de Marcas.
Debido a esto, en 1969 se presentó el Alfa Romeo Tipo 33/3. Con una cilindrada aumentada hasta los tres litros, éste rendía 400CV a 9.000 revoluciones por minuto para sus tan sólo 700 kilos. Una ligereza en la que resultó clave su carrocería en fibra de vidrio, adaptada a cada circuito según las necesidades aerodinámicas del trazado. No obstante, a pesar de lograr éxitos como la Targa-Florio de 1971 este modelo no lograba llegar a la victoria en el Mundial de Marcas.
Y es que, no en vano, aquellos años estuvieron marcados por el Ford GT40, el Porsche 917 y el Matra MS670. Tres modelos increíblemente efectivos que, sucesivamente, dictaron su ley en Le Mans desde 1966 hasta 1974. De todos modos, lejos de rendirse en Alfa Romeo redoblaron los esfuerzos comenzando el desarrollo de un nuevo motor con doce cilindros. Es más, la retirada del Mundial de Marcas por parte de Ferrari en 1972 parecía dar la razón a la marca. Responsable en solitario del orgullo italiano en los circuitos de resistencia.
ALFA ROMEO 33 TT12, LA MÁQUINA DEFINITIVA
Plenamente decida a lograr la victoria, Alfa Romeo diseñó el que, personalmente, representa uno de los mejores ejemplos históricos en el ámbito de las carreras de resistencia. Para empezar, el chasis en H del primer Tipo 33 se sustituyó por una afinada estructura tubular. Un elemento sobre el cual se venía ensayando desde 1958 gracias al Alfa Romeo-Abarth 1000. Sin duda, una de las mayores proezas en la carrera de Mario Colucci antes de crear el Abarth 1000SP bajo nómina ya de la casa del escorpión.
Gracias al nuevo chasis, el nuevo modelo adquirió las dos T en referencia a Telaio Tubolare. No obstante, el cambio más ambicioso de cara a crear al Alfa Romeo 33 TT12 vino con la mecánica. De esta manera, se desechó el bloque V8 por un V12 plano con 48 válvulas y 2.995 centímetros cúbicos. Una virguería de la ingeniería capaz de entregar 500CV a 11.500 revoluciones por minuto. En suma, la sublimación del concepto con cilindro de carrera corta creado por Carlo Chiti para el 33 de 1964.
Asimismo, la forma plana del motor aseguraba un mejor centro de gravedad para los 67 kilos dados en conjunto. Todo ello con la capacidad de alcanzar hasta 330 kilómetros por hora. Llegados a este punto, el estreno del 33 TT12 en 1974 auguró bastantes expectativas. De hecho, logró hacerse con los tres primeros puestos en los 1.000 Kilómetros de Monza durante aquel mismo año. Un buen prólogo para la temporada de 1975, en la que se hizo con siete de las ocho carreras disputadas en el Mundial de Marcas junto a la icónica Targa-Florio.
Sin duda, una hegemonía casi incontestable donde reinaron Arturo Merzario, Derek Bell, Henri Pescarolo o Nino Vacarella entre otros pilotos a sueldo de Alfa Romeo. No obstante, de cara a 1976 los cambios en el reglamento obligaron a una rápida puesta al día, teniendo que sustituir el chasis tubular por otro en caja. De esta manera nacía el 33 SC -telaio Scatolato-. El ocaso de una saga excepcional que, además de lograr la victoria en el Mundial de Marcas 1975 con el 33 TT12, logró exportar su motor hasta la F1. Algo que, para bien o para mal, se saldó con un nuevo repliegue en competición de Alfa Romeo hasta los 155 V6 TI del Campeonato Alemán de Turismos.
Fotografías: FCA Heritage