De unos años a esta parte cada vez resulta más común encontrarse con clásicos radicalmente transformados. Una práctica extendida en los Estados Unidos pero que, a base de exponerse en redes sociales y demás escaparates, ha pasado de eventos como el SEMA a no pocos talleres mecánicos a lo largo y ancho del mundo.
Así las cosas, esta vez hemos de poner el foco en el mundo anglosajón a fin de conocer la pieza única conocida como Alfarrari. Y es que, aunque pueda parecer chocante en no pocos sentidos técnicos, un mecánico del lugar ha logrado injertar el V8 de un Ferrari 360 sobre la base de un Alfa Romeo GT Veloce de 1973.
Pero vayamos por partes. Para empezar, y a modo de intentar comprender esto -a este lado de la pantalla somos más proclives a preservar e incluso recrear el diseño de fábrica- lo cierto es que la historia nos invita a ser conciliadores.
No en vano, el germen de Ferrari se encuentra cuando, una vez rescatada por el estado italiano, Alfa Romeo delegó su presencia en carreras a la Scuderia dirigida por Enzo Ferrari. Es decir, no resulta un secreto la conexión entre ambas marcas y, por tanto, los posibles homenajes a la misma dispuestos por entusiastas de la mecánica personalizada.
Sin embargo, lo realizado con el Alfarrari sobrepasa cualquier expectativa a priori racional. Y vaya, precisamente ése es su encanto. En primer lugar, lejos de unir piezas coetáneas estamos ante la hibridación de elementos diseñados en los años sesenta –el primer Sprint GT Tipo 105 es de 1963– con un bloque motor presentado al mercado en 1999.
Asimismo, mientras el pequeño y escueto Alfa Romeo conoció como mecánica más prestacional al motor con dos litros del 2000 GTV, el motor del Ferrari 360 sube hasta los 3.6 litros para entregar así más de 400 CV. A groso modo, un caballaje superior al triple del insertado en las versiones de serie más potentes del Alfa Romeo.
Con todo ello, realmente hay que ser audaz a la hora de ensamblar al Alfarrari pues, al fin y al cabo, hay que hacer las cosas muy bien -y aún así- para que semejante motor no exceda completamente las posibilidades de su nueva y escueta base.
De todos modos, tras grandes modificaciones en el subchasis delantero -necesarias debido al tamaño del motor- lo imposible se tornó creíble hasta el punto de hacer lo que, en palabras de su propietario, va a ser un “daily classic”.
Un día a día ajetreado y lleno de sensaciones, sin duda. Asimismo, se ha hecho necesaria la incorporación de una transmisión con origen Subaru a fin de asimilar la entrega del motor. Más allá de esto, las nuevas suspensiones así como la multitud de modificaciones realizadas en el chasis suman para crear un manejo, una unión, más creíble entre la mecánica Ferrari y la base Alfa Romeo. Sin duda, una creación de lo más valiente y llamativa.