Como todas las marcas enfocadas en la competición, el listado de vehículos producidos por Alpine forma una genealogía tan completa como compleja. Siempre con no pocos ejemplares únicos, pensados en exclusiva para una determinada carrera o temporada. Sin embargo, en lo que se refiere a coches de serie el listado asciende a tan sólo ocho modelos. Siete si contamos al GT4 de 1962 como una simple versión cuatro plazas del A110. Una suma escueta en la que encontramos como principal motivo el parón registrado desde 1995 hasta el reciente 2017.
Años de inactividad para Alpine, esperando el espectacular renacer que ahora experimenta gracias al lanzamiento del nuevo A110 y la presencia en F1. Una estrategia comercial en la que Renault abandona su nombre y logotipo en pro de sellar bajo la marca Alpine sus proyectos más radicales tanto en la calle como en los circuitos. Por todo ello, merece la pena recordar en su 30 aniversario al Alpine A610. Pensado como el sucesor del GTA V6 Turbo, este deportivo con motor colgado tras el eje trasero fue la esperanza para revertir una mala racha de ventas. Proceso que, junto a la crisis de comienzos de los noventa, puso en entredicho modelos como éste en empresas como Renault.
Más aún tras el fracaso comercial del modelo, del cual sólo se despacharon poco más de 800 unidades durante sus cuatro años de fabricación. Algo que, afortunadamente para el Alpine A610, no tiene tanto que ver con sus cualidades como con la situación del mercado. Un contexto donde la practicidad y facilidad de conducción de este deportivo no pudo competir con rivales más asentados como el Porsche 911. Sin embargo, pasadas ya tres décadas, este penúltimo Alpine de serie no para de incrementar su reputación entre los aficionados a la marca.
ALPINE A610. CON TODA LA GENÉTICA DE LA MARCA
Presentado en el Salón de Ginebra de 1991, el Alpine A610 cuenta con toda la genética de la marca. Construido sobre un un chasis de viga central, su motor va colgado detrás del eje trasero y su carrocería cuenta con los materiales más ligeros. Las mismas características del modelo más señero de la marca: el A110. Con esta apuesta tan continuista como purista Renault quiso remontar los malos resultados del GTA, creando paradójicamente un coche muy parecido a su antecesor. En el apartado de la carrocería, ésta usa no pocos elementos ya conocidos, aportando tan sólo algunas novedades reseñables como los faros escamoteables.
Respecto al motor se tomó como inicio un bloque PVR. El ingenio desarrollado en los setenta entre Renault, Peugeot y Volvo, el cual ha motorizado familiares tan dispares como el R30 o el Volvo 760. Eso sí, en el caso del Alpine A610 se le dio un brío deportivo. Dotado de 12 válvulas e inyección electrónica, este V6 a 90º de casi tres litros entrega 250CV a 5.750 rpm. Más que suficiente para llegar a los 265 kms/h. Cifra a la cual tenía fácil acercarse gracias a la acción del turbocompresor Garret T3.
En lo que se refiere al chasis, se hizo un trabajo meticuloso por preparar al heredado del antiguo GTA hasta alcanzar una mayor rigidez. Característica que, sumada al buen reparto de pesos, hacía del Alpine A610 un vehículo de buen comportamiento en curvas. Un dato nada desdeñable, ya que resulta extraño ver un deportivo con motor colgado tras el eje trasero con un comportamiento tan noble, precedible y seguro como el del A610. De hecho, leyendo las pruebas del momento ésta parece ser su principal ventaja respecto al GTA, el cual requería de una mayor pericia al volante cual si estuvieras conduciendo un Porsche 911.
A610 FRENTE A FRENTE CON 911. DUELO DE TRASERAS
Hoy en día los coches tienden a parecerse cada vez más. Por ello resulta un mérito mantener características mecánicas diferentes a las de la mayoría. Algo que se ve con la resistencia pertinaz del Porsche 911, el cual sigue fiel a la idea de deportivo con motor colgado tras el eje trasero. Sin embargo, durante los 90 éste no era el único. Con un modelo planteado desde el cincuentero A108, Alpine seguía fiel a esa idea plasmándola en el A610. Eso sí, mientras Porsche ha convertido al 911 en un automóvil de éxito comercial, Alpine no podía sacar pecho en sus cuentas. Ya tocadas desde finales de los ochenta, como comentábamos antes el A610 nacía con la vocación de ser un éxito.
Vocación frustrada, ya que tenía difícil la competencia con su competidor más directo. En lo que se refiere a precio, tan sólo costaba un 15-17% menos que el germano. Concretamente si hacías la comparativa con un Carrera 2. Muy poca diferencia cuando, además, en el caso del Alpine no dejabas de estar adquiriendo un Renault. Característica que ya aleja a los clientes adinerados interesados en un deportivo no por su mecánica, sino por su proyección de posición social. Fuera éstos de la clientela potencial, el Porsche 911 seguía siendo más atractivo para la clientela puramente “racing”.
¿Por qué? Pues porque puestos a entrar en el mundo de los deportivos de alta gama, el 911 era mucho más radical que el dócil Alpine A610. Llegados a este punto, la que era la principal carta de presentación de nuestro protagonista pasaba a ser uno de sus defectos frente a su más directo competidor. Así las cosas, Renault cesaba la producción de coches Alpine en 1995 hasta la presentación hace cuatro años del nuevo A110. Eso sí, pasados treinta años desde el nacimiento del A610, éste ha quedado para los aficionados como el Alpine con mejor y más equilibrado comportamiento. Un deportivo suave que va envejeciendo muy bien.
Fotografías: Renault