FOTOS AMELIA ISLAND 2020: UNAI ONA
Algunos pensarán que a los concursos de elegancia se les suele llamar concours d’elegance por aquello de lo “chic de lo francés”. Sin embargo, lo cierto es que nacieron en territorio galo. Ahora quizás otros estéis pensando “¿pero no es el italiano Villa D’este el decano, celebrándose desde 1929?”. Y lo es, pero sólo si nos referimos a los automóviles. Lo cierto es que los primeros de estos eventos se dieron en el París del siglo XVII, celebrando la elegancia de los carruajes. Y bueno, el caso es que ambos vehículos comparten caballos. De diverso pelaje eso sí.
No obstante, a pesar de las diferencias mecánicas el espíritu es el mismo. Mientras los hipódromos y los circuitos sirven para premiar a los caballos y caballajes más eficientes, los concursos de elegancia son para celebrar la estética de las monturas. Los más apremiantes en esto de dar gas desesperarían en un agradable paseo a través de exquisitas carrocerías y deportivos estáticos sobre un prado. Sin embargo, en eventos como Amelia Island 2020 es donde mejor puedes encontrar joyas fascinantes. De esas que merecerían un amplio reportaje cada una.
En este caso optaremos por algo mucho más modesto, realizando una breve crónica ambientada con las fotografías de Unai Ona. Un resumen del Amelia Island 2020, en el que a lo largo de tres días encontramos una de las mayores celebraciones del motor americano aunque, como ya veremos, resulta impactante lo mucho que al otro lado del Atlántico valoran los clásicos europeos. Si eres un apasionado de las piezas únicas y los vehículos sólo para entendidos… Estamos seguros de que disfrutarás todo esto.
CLÁSICOS EN MOVIMIENTO. TOUR D’ELEGANCE
Justo antes decíamos que lo más desesperante de un concurso de elegancia es no ver a los clásicos dándolo todo sobre el asfalto. De todos modos, a este respecto tenemos dos objeciones. La primera es que para eso ya están las carreras. Y la segunda es que no es del todo cierto. Más allá de algún encendido ocasional de algún motor, en Amelia Island 2020 tuvimos la oportunidad de ver no pocas joyas en movimiento gracias al Tour D’elegance del viernes seis de marzo.
Los Hot Rods convivían en inesperada armonía con los grandes Duesenberg, Bentley Coupé y Cadillac. Más allá de este pase de modelos americanos, la presencia europea estaba garantizada con un ejemplar del primer GT de producción en serie como tal, el Lancia Aurelia GT B20 y un espectacular Ferrari 250 GT Boano, el primer cavallino también fabricado en serie.
Sin embargo, no es ninguno de todos estos astros de la automoción el que llamó nuestra atención. De hecho, está tan alejado de los mismos que siquiera tiene cuatro ruedas, sino sólo tres.
Estamos hablando del Mathis VL333 prototipo. Actualmente pertenece a la colección del Tampa Bay Auto Museum, y menos mal, porque en su azarosa historia estuvo a punto de correr la misma suerte que los otros siete u ocho prototipos, todos ellos perdidos a finales de la Segunda Guerra Mundial. Y es que este curioso triciclo de formas aerodinámicas nació en la región francesa de Alsacia en 1942. Un momento de lo más difícil como para ponerse a desarrollar soluciones de movilidad urbana.
Mathis cerró cinco años después de la Guerra incapaz de convertirse en una empresa de venta masiva, aunque la viabilidad del propio VL333 ya quedó suspendida tras el escaso éxito cosechado en el Salón de París de 1946. Su chasis monocasco en aluminio crea una burbuja en la que dos pasajeros se acomodan propulsados por un motor de 700cc. No sabemos a vosotros, pero a este lado del teclado el Mathis VL333 nos parece, al menos en materia de chasis, el abuelo de los Smart. En todo caso, muy curiosa la aparición de esta singular joya entre tanto coche de presencia imponente.
SUBASTAS. AMELIA ISLAND 2020, EL REINO DE LAS PUJAS
Una de las cosas que más nos llaman la atención de Florida es su contraste entre el paisaje físico y parte del paisaje económico. Nos explicamos. Sólo echando un ojo al recorrido del Tour D’Elegance notas un sudoroso goteo por la espalda. Cenagales en los que sólo las bombas de agua pudieron ir ganando terreno a los humedales, de los cuales aún quedan abundantes mosquitos y un calor pegajoso de esos que anuncian el final de una película de terror. En suma, una charca infecta de alimañas y pesadillas de la peor ralea.
Sin embargo, al tiempo la región vive desde hace décadas un exitoso desarrollo económico gracias a ser el destino vacacional de no pocas fortunas internacionales. Todo un contraste que nos advierte sobre cómo ciertos imperios del lujo se cimentan sobre charcas de fango. Metáforas aparte, lo cierto es que esta concentración de riqueza hizo de las subastas celebradas en Amelia Island 2020 algo reseñable. Las dos más importantes se dieron la tarde del viernes seis de marzo. Fueron la de Gooding & Company y la de RM Sotheby’s.
En la primera vimos una variada panoplia de clásicos. Desde los 11.200 dólares pagados por un BMW Bavaria de 1971 hasta los 2.205.000 dólares en los que bajó el mazo un Rolls-Royce 40/50 HP Silver Ghost Torpedo Phaeton el abanico de lotes era de lo más variado. También nos llamaron la atención un curioso Alfa Romeo Giuletta Spider Veloce preparado a lo barchetta y un elegante Bentley 3 ½ litre Drophead Coupé. Respecto a las pujas señalar los 753.000 dólares en los que se vendió el último Maserati Ghibi salido de fábrica (del cual se esperaba incluso más) y el mantenimiento del precio de los Mercedes 190 SL, al alza desde hace unos años.
En la segunda el nivel tampoco daba lugar a la pausa. De los casi trescientos lotes presentados por RM Sotheby’s a nosotros nos impresionó sobremanera el radiante Duesenberg Model J Convertible Coupe en verde de 1930. Imposible ser más seductor. No obstante, a nivel de piezas raras también nos gustó ver el prototipo del Ferrari 550 Barchetta. Un cavallino que conocemos de sobra pero que, siendo el prototipo… Cuenta con ese encanto que siempre saben ver los amantes de las genealogías de números de chasis.
Por cierto, aunque RM Sotheby’s consiguió vender un Enzo por casi tres millones de dólares, al tiempo también se quedaron sin vender un F40 y un Lancia Stratos HF Stradale sin pedigrí en competición pero en perfecto estado de concurso. En fin, cosas que ocurren en un mercado de alta gama que tiene tanto en las subastas de Amelia Island como en las de Peeble Beach dos de sus principales citas en América. Por cierto, con catálogos de lotes donde, curiosamente, lo que prima es el motor europeo.
CARS & COFFEE. DESAYUNANDO EN AMELIA ISLAND 2020
Años de discursos aleccionadores por parte de padres y maestros no sirvieron para nada. Aún en plena edad adulta seguimos considerando el madrugar todo un castigo. Despertarse de golpe por el implacable pitido de una alarma sólo puede ser el comienzo de un día donde todo vaya de mal el peor. Algo de lo que, a la más mínima oportunidad, nos zafamos voluntariosamente. Sin embargo, en Amelia Island 2020 hubo que salir pronto de la cama para disfrutar de uno de sus eventos más interesantes. Y bueno, al menos tuvieron el detalle de repartir café.
De hecho, esta sección del Amelia Island 2020 se llama Cars & Coffe, siendo el mejor lugar de encuentro para los aficionados. A diferencia del resto de exposiciones y pases, este evento es gratuito, concentrando a primera hora del sábado 7 a numerosos clubes de los alrededores. Agrupados por nacionalidades, los numerosos vehículos componen un fascinante mapamundi del motor. Aunque eso sí, dando no pocos quebraderos de cabeza a los fotógrafos debido a la costumbre americana de exhibirlos de forma constante con el capó abierto.
Algo que en en algunas ocasiones se remata hasta con un peluche la toma de aire del radiador de un Pontiac GTO. Costumbres estilísticas aparte también fue interesante darse una vuelta por los espacios oficiales de algunas marcas. Mercedes tenía el suyo ya que en no pocos años ha sido patrocinador oficial de Amelia Island, pero también BMW y sobretodo Chevrolet. Esta muestra sirvió para seguir presentando la nueva generación del Corvette, la primera con motor central-trasero.
Un cambio radical que Chevrolet legitimó llevando a Amelia Island un rarísimo Corvette que ya en 1964 llevaba el motor tras la nuca del piloto. Hablamos del Grand Sport-IIBB, un prototipo tan fascinante como difícil de ver que Chevrolet desplazó al evento desde su colección oficial. Obviamente montó revuelo, completamente justificado si recuerdas su historia tal y como te la contamos hace unas semanas. Más de 400CV, puntas de 320 km/h, menos de 700 kilos… Todo ello con el objetivo de ganar Le Mans. Eso sí, fallaba la fiabilidad. Esencial para durar 24 horas en pista.
ROGER PENSKE. EL PROTAGONISTA DE AMELIA ISLAND 2020
Estos últimos meses Roger Penske tiene la agenda apretada. Y es que a sus 83 años ya le empiezan a caer homenajes por todos lados. Si el pasado 2019 o vimos en el despacho oval recibiendo la Presidential Medal of Freedom, en este Amelia Island 2020 lo hemos tenido como principal protagonista del evento, siendo homenajeado el sábado por la mañana. Desde una perspectiva europea, Roger Penske es un nombre poco conocido. De hecho, este piloto y empresario del motor sólo tiene en su haber dos carreras en F1. Una en 1961 con un Cooper y otra en 1962 con un Lotus.
Sin embargo, en lo que se refiere a su faceta como líder de diversos equipos el asunto es bien distinto. Retirado del pilotaje en 1965, Roger Penske se asienta como vendedor de Corvette en la Costa Este. Aupado en su éxito empresarial, decide fundar Penske Racing, uno de los equipos más importantes en el automovilismo deportivo americano, presente en NASCAR, CART, Indy Car… Para ser más concretos sólo daremos un dato: 13 victorias en las 500 Millas de Indianápolis desde 1972 hasta 2003. Toda una leyenda en los Estados Unidos.
Al comienzo de la tarde, y tras la sesión de fotos de rigor con Roger Penske, empezó uno de los momentos más interesantes de Amelia Island 2020. Y es que justo aquí las decenas de automóviles del concurso de elegancia se van colocando en los espacios de exhibición. Van entrando uno a uno. Y bueno, el nivel de rarezas es tan alto que hasta un Ferrari 250 GTO pasa más o menos normalizado. Parece increíble, pero es que es uno de los pocos que reconocerías a primera vista.
Dentro de estas rarezas está incluso el OSCA 1500 Fissore. Un diseño de 1961 que parece tributario del primer Lancia Fulvia, pero que en realidad es dos años anterior.
DOMINGO EN AMELIA ISLAND 2020. LLEGA EL PUNTO ÁLGIDO
Si entramos a bucear en cada categoría necesitaríamos no un artículo, sino un libro. Sólo para que te hagas una idea te diremos lo siguiente: el listado completo de ganadores en cada apartado ocupa once páginas, dentro de cada cual hay unas doce o catorce secciones. Así que imagina. Haz una cuenta rápida. Un horizonte realmente abrumador del cual escogeremos a los dos ganadores absolutos y algunas categorías interesantes. Así que…. Empecemos por la cúspide. Estamos hablando del Porsche 917/30 Can-Am Spyder de 1973 y el Duesenberg J-218 Town Limousine de 1929.
Dos coches radicalmente diferentes pero al tiempo complementarios. Por un lado tenemos al que posiblemente sea el ejemplar más bestial en la saga 917. De hecho, muchos aseguran que también se trata del prototipo más potente jamás presentado. Una aseveración algo aventurada, pero que se fundamenta en los 1580CV (¡!) entregados por su 12 cilindros sobrealimentado con dos turbos a 2’7 bares de presión. Una locura que arrasó en la Can Am de 1973, donde se impuso con rachas de hasta seis victorias seguidas bajo la mano, precisamente, del equipo del homenajeado en Amelia Island 2020 Roger Penske. Eso sí, este 917/30 fue tan espectacular que murió cegado por sus propias prestaciones y necesidades.
En primer lugar, cuando en la temporada de 1974 los de la Can Am impusieron un máximo de combustible de 78’4 litros cada 100 kilómetros este Porsche 917/30 tuvo que abandonar. Algo que, en segundo lugar, tampoco fue una cuestión muy apenada por el propio equipo de Penske. Pero, ¿cómo podía ser esto posible si apenas unos meses antes les había otorgado la victoria en la Can Am? Pues porque los mecánicos ya no sabían cómo lidiar con los turbos y el motor Porsche. En fin, todo en este coche fue tan excesivo que hizo imposible su permanencia en los circuitos.
En nuestra opinión, esta versión del Porsche 917 es la más interesante a nivel mecánico en toda la saga. Una bestialidad forrada con una carrocería aerodinámica asentada en un chasis que, como era característico en todos los 917, constituía una cerrilla a trescientos por hora. De los vehículos más radicales, peligrosos y excitantes de toda la historia. En la punta opuesta se sitúa el Duesenberg J-128 Town Limousine. El otro ganador absoluto en este Amelia Island 2020 que, lejos de ser un deportivo a la enésima potencia, se caracteriza por su elegancia, comodidad y extrema calidad.
Aún a riesgo de sonar a tópico diremos que este Duesenberg es una de las cimas del automovilismo. Así, sin lugar a dudas. ¿Por qué? Pues porque en una de las épocas doradas de los automóviles de lujo, los Duesenberg J significaron la máxima cota de calidad y exclusividad. Se construyeron menos de 500 unidades, de las que se conservan poco más de 370. Auténticas joyas con motores de 6’9 litros y 265CV. Todo ello envuelto en multitud de carrocerías diferentes, hechas a capricho, que hacen de cada unidad una pieza única.
33 CLASES DIFERENTES. DIVERSIDAD DE PREMIOS EN AMELIA ISLAND 2020
Sin contar otro tipo de premios dados por diferentes colectivos y museos para multitud de segmentos diferentes, tan sólo el domingo pudimos ver 33 clases diferentes dentro del concurso oficial. Así las cosas, creemos que lo mejor será hacer una selección con los que más nos llamaron la atención. Y bueno, la verdad es que es complicado decidir por dónde empezar. Así que lo haremos por un vehículo relacionado con el homenajeado de este año, Roger Penske.
Se trata del Porsche RS61 Spyder de 1961 ganador en la categoría “Cars of Roger Penske”. Se trata del chasis 718-065. Conducido por Roger Penske a la victoria en diversas carreras durante 1961, este Porsche permaneció perdido durante casi tres décadas. Un ejemplar absolutamente delicioso, el cual representó la última evolución del 718 Spyder de la época con su motor cuatro cilindros.
Siguiendo con la dualidad Porsche/Duesenberg no podemos dejar de señalar al Duesenberg J Disappearing Top Torpedo Convertible Coupe de 1929 ganador en “Best in Class Duesenberg”.
La verdadera celebración del motor americano vino en las tres categorías American Classic. A través de ellas se hizo un recorrido desde 1915 hasta 1948, siendo los ganadores un Cadillac 452A, un Cadillac V16 Roadster de 1932 y un Aurburn 852 S/C Boattail Speedster. Aunque para gustos están los colores y el del V16 es realmente sobrio, lo cierto es que éste es el que más nos llamó la atención de los tres. Durante toda la década de los 30 este Cadillac fue el tope de gama de la marca, montando motores de 7’4 litros y dieciséis cilindros.
Si nos vamos a categorías más concretas nos encontramos con la de “European Coachwork American Cars Porst-War”. Aquí ganó uno de los coches con la historia más interesante en todo este Amelia Island 2020. Y es que el Chrysler 300B Special Boano de 1956 es un encargo personal de… Gianni Agnelli. Sí, y es que L’Avvocato se empeñó en que Mario Boano -quien antes de la Segunda Guerra Mundial trabajó para Stablimenti Farina hasta que en 1944 compró Ghia- vistiera una unidad del Chrysler 300 “Letter Series”.
Presentado en 1955, este americano se presentó como una brillante mezcla de potencia y suavidad. Por una parte cumplía con todos los argumentos de la comodidad, pero al tiempo su V8 de casi 300CV convirtió al modelo en uno de los primigenios “muscle car”.
Una fórmula tan exótica como brillante que nació como un coche pensado para la NASCAR con el motor más potente de la marca. Eso sí, de ahí saltó a ser uno de los topes de gama del momento. Una curiosa operación comercial y de diseño que, en nuestra opinión, creó uno de los primeros GT en sentido americano.
La carrocería de esta pieza única es extremadamente elegante, con ecos del Studebaker Starliner de Raymond Loewy e incluso del Lincoln Continental Mark II. Una verdadera maravilla que, sin embargo, apenas fue conducida por Gianni Agnelli. Y todo por una decisión publicitaria. Y es que, ¿cómo podrían utilizar los americanos que el mismísimo directivo de la FIAT usara como coche personal este Chrysler? Así las cosas, acabó en manos de su hermano Umberto, director de FIAT en Francia.
MÁS CONTRASTES EN AMELIA ISLAND 2020. BENTLEY, ABARTH Y UN DISEÑADOR ESPACIAL
Ya os comentábamos que los dos ganadores absolutos componen un contraste radical pero complementario. Y bueno, como epílogo a esta cobertura de Amelia Island 2020 creemos que lo mejor es seguir con esos mismos contrastes. Empecemos con el personificado por los ganadores de dos categorías más. Por un lado tenemos el imponente clasicismo del Bentley Speed Six Sportsman Saloon de 1930 ganador en “Rolls-Royce/Bentley Pre-War”.
Increíble la estética que destila con ese techo de altura rebajada, muy al hilo de que lo que han sido muchos Bentley: Rolls-Royce con un punto deportivo. Por otro está el futurismo del Abarth 1100SS de 1953. Basado en un sencillo FIAT 1100, este ejercicio de estilo firmado por Ghia es una interpretación a la italiana de la obsesión espacial proveniente desde América. Lugar al que de hecho fue a parar, ya que fue adquirido por Bill Vaughn.
Uno de los primeros carroceros en experimentar con fibra de vidrio al otro lado del Atlántico. Toda una lección de diseño espacial que nos enlaza a la perfección con un nombre que une a muchos de los modelos que hemos visto en este Amelia Island 2020.
Hablamos de Harley Earl, uno de los nombres clave en la historia del diseño automovilístico. Ni más ni menos que el inventor del “concept car”, además de haber sido uno de los diseñadores clave para el nacimiento del Corvette. Con una carrera continuada a lo largo de décadas, los diseños por lo que más se recuerda a Harley Earl pertenecen a la década de los 50.
¿Por qué? Pues porque de sus lápices salió buena parte de la estética inspirada en la carrera espacial. Todo empezó con sus primeros diseños de aletas de cola, teniendo hitos tan espectaculares como el General Motors Le Sabre.
Un prototipo de 1951 con novedades estéticas de carácter futurista, pero también mecánicas. Por ejemplo su carrocería tiene partes de aluminio, pero también de magnesio y fibra de vidrio. En lo referido a la mecánica se montó un V8 de 3’5 litros capacitado para funcionar tanto con gasolina como con etanol. Además montó un sistema eléctrico revolucionario para la época, en el cual se incluyó un sensor para lluvia capaz de accionar automáticamente la capota. En fin, un remate excepcional a Amelia Island 2020, el cual nos recuerda que el pasado ya siempre ha sido el mejor prólogo del futuro.