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Anatomía de un Bugatti Tipo 45

Con ocasión de la Reunión Internacional Bugatti de 2011, que se celebró en España con la ciudad de Burgos como punto neurálgico, tuve la oportunidad de quedarme boquiabierto ante un automóvil único, de esos que crees que sólo verás en algún museo lejano.

En aquella reunión había más de sesenta ejemplares de la marca creada por Ettore Bugatti, pero uno de ellos resultaba aún más impresionante por su rareza. Y es que en lugar de los habituales ocho cilindros, éste tenía un motor de dieciséis.

Esa noche, en casa, me documenté y comprobé que era uno de los dos prototipos Bugatti T45 de Gran Premio. Se habían fabricado en 1929 y se desecharon para las carreras, posiblemente por su menor autonomía y por ser menos ágiles al tomar las curvas.

Un escudo mítico. Entre 1924 y 1927, los Bugatti vencieron en 1.851 pruebas de competición
Un escudo mítico. Entre 1924 y 1927, los Bugatti vencieron en 1.851 pruebas de competición

En principio, parecía buena idea. Mantener un bastidor similar al del T 35 e instalar bajo sus capós un motor de dieciséis cilindros; este propulsor, mucho más potente, estaría compuesto por dos mecánicas de ocho cilindros instaladas en paralelo.

Como en los Bugatti T 35 C, el motor tendría tres válvulas por cilindro, dos para la admisión y una de escape, mientras que cada bloque iría asociado a su propio compresor Roots. En cambio, el cárter seco sería compartido por ambas bancadas.

Los dos cigüeñales transmiten su fuerza mediante piñones y el resultado es una potencia máxima de 250 CV a 5.000 Rpm. ¡Una cifra que duplica los 125 CV de los Bugatti T 35 C!

Sin embargo, tanta potencia iba acompañada de un peso en vacío incrementado en 245 Kg., cargado en su mayor parte sobre el eje delantero. Y aunque la anchura de vías se había alargado en 5 centímetros, semejante añadido hizo que el T 45 no fuese tan eficaz.

En esta vista de frente, destaca la casi perfecta simetría del motor de 16 cilindros
En esta vista de frente, destaca la casi perfecta simetría del motor de 16 cilindros

En este sentido, también contaba lo suyo una distancia entre ejes aumentada en 20 cm. Esta prolongación lo hacía más estable en las rectas pero, sumada a un reparto de masas menos equilibrado, disminuía su agilidad para moverse en zonas viradas.

Aun con todo, su menor efectividad es sólo a título comparativo, ya que un T 45 bien pilotado es un deportivo realmente rápido. Tanto, que a muchos les parecerá increíble que este coche de 84 años les adelante en un abrir y cerrar de ojos.

Detalles externos y puesto de conducción

Durante un descanso para que los participantes visitasen unas bodegas riojanas, tuve la oportunidad que esperaba. Poder ver y hacerle varias fotografías a solas, sin los habituales corrillos en su alrededor.

En su frontal, destaca el inconfundible radiador, protegido por una rejilla y coronado por el escudo Bugatti. Y en su base, el color cobrizo de una zona por donde pasa el aceite para reducir su temperatura.

Con la dirección a tope, queda patente el buen ángulo de giro del Bugatti al maniobrar y en los tramos virados
Con la dirección a tope, queda patente el buen ángulo de giro del Bugatti al maniobrar
y en los tramos virados. Una lástima que no fuera lo suficientemente competitivo

La manivela de arranque es abrazada por una correa de cuero para evitar que quede demasiado baja cuando está en reposo. En los cubos de las ruedas, impresiona el tamaño de los tambores delanteros, que son accionados mediante un sistema mecánico a base de cables de acero.

También llaman la atención la ligereza del eje delantero tubular, así como al ausencia de faros en este prototipo, pensado en principio para carreras diurnas en circuito.

El Bugatti T45 gana espectacularidad al contemplarlo de perfil, y eso que es un cochecito de sólo 3,25 metros de longitud. En él destacan sus atractivas llantas de aleación y el grueso tubo de escape que recorre buena parte del lateral.

Pero si nos fijamos más, veremos que los capós van asegurados con unos “cinturones” de cuero y que una abertura circular en cada uno nos permite ver la entrada de aire a los carburadores. Además queda a la vista, en el lado derecho, el reenvío de al dirección, que avanza por debajo y en paralelo al colector de escape.

El estilo de la casa. Detalle del capó izquierdo, con el colector de escape de ocho salidas y la toma de aire del carburador
El estilo de la casa. Detalle del capó izquierdo, con el colector de escape de ocho salidas y la toma de aire del carburador

Es posible apreciar que el espacio para el conductor no es excesivo, y que la palanca de cambios y el freno de mano quedan muy al alcance pero en el exterior de la carrocería. No hay maletero, porque detrás van los dos depósitos de gasolina.

Es inevitable. Una fuerza misteriosa obliga a los aficionados a echar un vistazo a los relojes del cuadro de instrumentación. Y en el caso de este Bugatti, con mayor motivo, porque se trata de un coche, como hemos dicho, pensado para la competición.

Sobre la plancha de aluminio, el acabado es minucioso y artesanal. Y en la zona central del salpicadero, las dos magnetos, cada una con sus ocho cables y una cercanía que tranquilizaba a los pilotos.

Como era de esperar, el cuadro carece de velocímetro, pero tiene un cuentavueltas graduado hasta… ¡7.000 Rpm! Más un reloj y otras esferas para controlar el nivel de gasolina, la temperatura del agua y del aceite, amén de la presión de este viscoso elemento.

Además de una instrumentación generosa, el salpicadero también incluye las dos magnetos
Además de una instrumentación generosa, el salpicadero también incluye las dos magnetos

El Bugatti T 45 no tiene puertas porque no las necesita. Sólo mide 1,22 metros de altura y, con un mínimo de agilidad, es sencillo poner un pie sobre las tablas interiores de madera.

Después, agarrarse a la carrocería o al volante con una mano, pasar el segundo pie y flexionar las rodillas para tomar asiento. Y
en primer plano, el volante bastante vertical, con aro de madera y sus cuatro brazos de aluminio pulido.

En la parte alta, un diminuto parabrisas cuyo ángulo de inclinación se puede regular. Y ya en la mitad izquierda, el espejo retrovisor, que obliga a que el acompañante incline su cuerpo hacia el exterior para poder ver lo que hay detrás.

Dada la cercanía de la caja de cambios, el piloto tiene espacio justo en la zona del pedalier
Dada la cercanía de la caja de cambios, el piloto tiene espacio justo en la zona del pedalier

 

Continúa en la Página 2…

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Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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