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Argentina 1935, excelente trabajo de carrocería en este Ford V8 Speedster

Aunque se pensó en un trabajo de factura italiana, lo cierto es que este Ford V8 Speedster de 1935 fue carrozado en Argentina. Un excelente diseño que nos habla sobre la necesidad de ampliar nuestra mirada sobre el automovilismo.

En toda investigación histórica quien analiza y escribe ha de medirse con su propia mirada. Y es que, no en vano, las coordenadas culturales del presente influyen -se quiera o no- en cómo abordamos el análisis del pasado. De esta manera, aun habiendo puesto sobre el papel no poco esfuerzo objetivo los prejuicios territoriales, económicos e identitarios siempre acaban afectando a la redacción de todo trabajo historiográfico. Algo que también atañe al ámbito del periodismo del motor.

Es más, el auge de la capacidad productiva china está poniendo esto encima de la mesa pues, al fin y al cabo, todavía desconocemos bastante de lo que está pasando por allá en materia automovilística. Sin duda, hecho éste debido a nuestra mirada claramente eurocéntrica.

Un ensimismamiento paralelo a la forma y manera en la que capitales asiáticos se han hecho con el control de marcas tan icónicas como Lotus. Acto al que, además, habría que sumar cómo otras referencias de la alta gama -especialmente Ferrari- condicionan cada vez más sus lanzamientos a los datos provenientes de China.

Pero vayamos paso a paso pues, al fin y al cabo, hoy no vamos a hablar de automovilismo oriental sino argentino a pesar de que, durante un tiempo, la autoría de nuestro protagonismo se adjudicó a talleres italianos. Veamos, para empezar hemos de situarnos en 1932. Año en el que, tras el relevo ejercido por el Model A al histórico Model T cinco años antes, Ford se decide a renovar su gama ampliando la oferta mecánica con motores de ocho cilindros. Gracias a ello nacía el V8 dotado con un motor bastante más generoso que el aportado por el Ford B.

Con todo ello, este nuevo vehículo gano enseguida popularidad y fama en las incipientes competiciones de automóviles de serie preparados por pilotos privados.

Es más, en la Argentina el V8 llegó a ser una pieza clave de cara a comprender los inicios de las competiciones a motor, siendo uno de los modelos más recurrentes en las primeras ediciones del Turismo Carretera. Dicho sea de paso, una de las competiciones más señeras en el mundo del automovilismo al celebrarse desde 1937.

Llegados a este punto, no cuesta entender cómo sobre el Ford V8 se realizaron multitud de carrocerías ligeras, aerodinámicas y abiertas a fin de maximizar su rendimiento en los circuitos. Nombradas con términos que abarcan desde el recurrente Torpedo hasta el más conocido Speedster, éstas configuran una más que interesante panoplia de variantes deportivas. Responsables, entre otras cosas, de contestar la idea de una Ford alejada de la competición durante aquellos tiempos.

Bajo este contexto, y ya que muchas de estas unidades eran piezas únicas, lo cierto es que en estos casos se abre todo un desafío para el investigador. Desafío en el que, lógicamente, pueden producirse errores como el que señaló a este Speedster como un producto de Carrozzeria Viotti. Y bueno, la verdad es que en cierta medida existen razones para ello. No en vano, ciertos detalles en sus líneas -especialmente si centramos nuestra atención en el eje trasero- recuerdan a algunos trabajos del taller italiano.

Sin embargo, al menos la parte delantera de este Ford V8 no admite lugar a la duda, habiendo tomado su carrocería de un Adler Trumpf Junior Sport. Un roadster alemán de mediados de los años treinta. Y vaya, lo cierto es que, aun dejando la historia aquí ésta ya sería interesante. Pero eso, realmente, no sería más que omitir el último descubrimiento realizado al reconstruir la trayectoria de esta unidad pues, por llamativo que pudiera parecer, este trabajo no salió de ninguna carrocera italiana sino de un taller argentino.

Responsable de desnudar hasta el chasis a un Ford V8 para aplicar después sobre el mismo la carrocería de un Adler Trumpf Junior Sport, éste remató el conjunto con una excelente parte trasera acabada en “boattail”. En suma, una excelente artesanía cargada, además, de un gusto deportivo exquisito. Toda una pieza de colección cargada de historia, investigación y una procedencia imprevista que nos invita a ensanchar nuestra geografía en torno a la historia del automovilismo. Por cierto, Carrozzeria Viotti fue comprada hace no mucho por un inversionista chino. Más motivos para nuestra argumentación.

Fotografías: RM Sotheby’s

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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