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Aston Martin DB2 LLV 999, un trabajo de Pedro Serra

En 1961 Pedro Serra recibió el encargo de recarrozar un Aston Martin DB2. Fruto de aquello fue esta creación supuestamente superviviente hoy en día, en la que el carrocero volcó unas elegantes líneas descapotables.

Entre la industria auxiliar barcelonesa el nombre de Pedro Serra empezó a resonar con fuerza ya en los años cincuenta. Intuitivo y muy adaptable a las circunstancias empresariales, este carrocero destacó rápidamente por sus reconversiones sobre chasis de todo tipo. De esta manera, durante los primeros años de su historial podemos encontrar desde modelos cabriolet con indudable toque deportivo hasta detallados trabajos de chapa en vehículos accidentados.

Asimismo, más allá del martillo y el taller Pedro Serra desplegó una clara tendencia a hacer negocios. Participando no sólo en iniciativas relacionadas con SEAT o De Tomaso. Sino incluso en una empresa pionera -y malograda- en lo referido a la instalación de aire acondicionado en los automóviles.

De todos modos, si su nombre es recordado por la afición esto se debe principalmente a sus intervenciones sobre chasis Pegaso. Realizadas tanto en unidades del Z-102 como del Z-103, éstas son un capítulo imprescindible en la historia del deportivo de la ENASA.

Además, sus series cortas sobre base 1400 -colaborando de forma externa con SEAT- representan una de las mejores creaciones descapotables realizadas en España. Eso sí, lo que ya resulta menos conocida es la faceta de Pedro Serra realizando piezas únicas sobre vehículos de origen foráneo.

Reconocible por su matrícula, vemos a la izquierda al DB2 en Silverstone antes de ser recarrozado por Pedro Serra.

Un ámbito en el que destaca el conocido como “Capricho Español”. Ni más ni menos que una reconversión “roadster” sobre la base de un Aston Martin DB2 de 1951. Y además, dicho sea de paso, todo un reto para los arqueólogos del motor. Y es que, incluso intuyendo que éste aún existe, su paradero actual no está del todo claro. Así las cosas, lo mejor será empezar por el comienzo de cara a reconstruir la historia de este vehículo reconocible por su placa LLV 999.

ASTON MARTIN DB2 PEDRO SERRA, EL “CAPRICHO ESPAÑOL”

Protagonista de una amplia historia, Aston Martin es una de esas marcas sobre las cuales se arremolina una afición rigurosa y metódica a la hora de conservar su legado. Así las cosas, desde publicaciones monográficas hasta diversas asociaciones con raíz en el Reino Unido son multitud las partes encargadas de recoger el destino de sus unidades más especiales. Gracias a ello, podemos encontrar testimonios gráficos relativamente recientes sobre el estado actual del Aston Martin carrozado por Pedro Serra. Seriamente desvencijado y, según parece, desde finales de los años ochenta custodiado en Holanda.

Ahora, ¿dónde nos situamos para narrar esta historia? Bueno, lo más aconsejable parece ser en la Barcelona de la posguerra. Y es que allí se instaló el inglés Jim Wears. Representante de los cojinetes Vanderwell y, a la sazón, propietario de este DB2 fabricado en 1951. Habitual en las carreteras de la zona, este empresario y antiguo piloto de la RAF aseguraba haber hecho más de 10.000 millas al coche antes de que empezara el desgaste de su carrocería.

Momento en el cual, atraído por la reputación de Pedro Serra, recurrió a sus talleres a fin de convertirlo en un exclusivo «roadster«. No obstante, en su libro sobre el carrocero barcelonés, Pablo Gimeno Valledor nos da otra versión en la que Jim Wears no sale tan bien parado. Y es que, según sus propio relato en el ambiente automovilístico de la ciudad, éste se habría salido de una curva cerca de la Collada de Tosas. Fruto de aquello, el DBS habría quedado en un estado lamentable. De hecho, tenía como previsible destino el ser vendido por piezas.

Última fotografía pública encontrada del DB2.

Sea como fuese, lo cierto es que aquel vehículo llegó a manos de Pedro Serra en 1961. Y vaya, aquí empezó lo interesante pues lejos de recrear unas líneas coupé el trabajo marchó rumbo a crear un deportivo a cielo abierto. Eso sí, lo más curioso de todo esto es cómo se creó un modelo único que, sin embargo, bien podría ser parte de la propia Aston Martin. De hecho, la parrilla es claramente tributaria a la característica forma de la pieza en dicha marca.

La mayor seña de identidad visual para la misma, a partir de la cual arrancan unas líneas realmente estilizadas. Además, el aspecto “british” se completó con el verde inglés original -parece que en algún momento éste cambió a azul y posteriormente a marfil- así como con las mismas llantas de radios montadas en el Aston Martin DB4. En suma, un excelente ejercicio de diseño que, según vemos en una fotografía no recogida en este artículo, contaba con un cuidado interior donde destaca la consola central.

Respecto al plazo de entrega, según el propio Jim Wears tan sólo se demoró unos diez meses. Realmente poco tiempo dado el resultado. Presentándose como uno de los diseños más interesantes del carrocero y, además, en pieza única. Más allá de esto, a la afición actual sólo le cabe saber de su paradero a fin de ponerlo en valor. No en vano, en la Península Ibérica hubo historia más allá de la licenciada de FIAT en la zona franca barcelonesa.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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