Hace tan sólo unos meses les escribimos un breve artículo ensalzando las virtudes del Audi S2. Moderado y creíble para su uso en el día a día, la presentación del mismo a finales de 1990 vino a superar la radicalidad deportiva impuesta por el S1 -directamente relacionado con los modelos del WRC- a fin de dulcificar su comportamiento poniendo el confort y la estabilidad por encima de cualquier otra consideración.
Así las cosas, Audi entró en la década de los noventa pudiéndose mirar “de tú a tú” con BMW gracias al asentamiento de una personalidad propia donde la seguridad brindada por la tracción quattro sumaba puntos para estar al nivel de lo anunciado en su lema de marca: “a la vanguardia de la técnica”.
Dicho esto la amplia gama conformada por el Audi 80 situó a la casa de los cuatro aros en una posición comercial envidiable gracias a una amplia oferta de acabados y motorizaciones; es más, dentro de ella incluso podemos encontrar versiones altamente apetecibles para el coleccionista actual como el Audi 80 Competition.
Limitado a 2.500 unidades fabricadas entre 1993 y 1994, éste vino a satisfacer las necesidades de homologación exigidas por la primera edición de la Super Tourenwagen Cup. A la sazón la copa de superturismos con la cual Audi y BMW respondían a la nueva normativa aprobada para el DTM en 1993, responsable de una mayor libertad en los diseños y -por tanto- culpable de la costosa escalada tecnológica protagonizada por Mercedes-Benz y Alfa Romeo.
UNA PÁGINA POSTRERA PARA LA TRAYECTORIA DEL AUDI 80
Tras los éxitos cosechados en el WRC durante los años ochenta -sin olvidar lo ocurrido en Pikes Peak o la expansión de la tracción quattro en el IMSA SportsCar Championship-, Audi quiso seguir incentivando su imagen deportiva con la participación en carreras de turismos; algo para lo cual la creación de la Super Tourenwagen Cup resultaba perfecto gracias a la escasa modificación necesaria respecto a los modelos de serie.
En resumidas cuentas -y a pesar de que las comparaciones son odiosas-, algo parecido a la corriente de aire fresco representada por los Grupo A del WRC tras la brusca cancelación de los costosos y extremadamente complejos Grupo B.
Dicho esto, Audi decidió entrar en aquellas nuevas series germanas bajo la apariencia de un modelo con tres volúmenes tal y como resultaba habitual también en el mucho más prestacional DTM. Debido a ello resultaba imposible pensar en la preparación del S2 -dotado con unas mecánicas apropiadas de cara a su adaptación a circuito-, escogiendo para ello la base del Audi 80 en su cuarta y última generación antes de ser definitivamente sustituido por el A4 a finales de 1994.
AUDI 80 COMPETITION, CON LA VISTA PUESTA EN LA HOMOLOGACIÓN
Con el S2 gozando de una buena penetración en el mercado Audi no tenía demasiada necesidad de lanzar una versión deportiva del 80 con tres volúmenes; y de hecho no lo hizo. No lo hizo porque a pesar de los apliques aerodinámicos inherentes a las 2.500 unidades del Audi 80 Competition éste no es un vehículo deportivo en términos dinámicos. Es más, siquiera lo es tampoco en relación a las prestaciones.
Lejos de ello estamos ante una berlina compacta extremadamente capaz en autovía, donde su tracción total le da un inconfundible aplomo a velocidad de crucero al tiempo que sí marca una diferencia evidente cuando las circunstancias climáticas se manifiestan con hielo y nieve.
Asimismo, los 137 CV a 5.800 rpm extraídos de su bloque con cuatro cilindros y 1.984 cc mueven con solvencia pero sin demasiado nervio los 1.370 kilos del conjunto. En fin, una serie de cifras y coordenadas con las cuales extraer al menos dos consideraciones en torno al Audi 80 Competition.
En primer lugar que la casa germana se decidió aquí a replicar el concepto visto en el S2 suavizando incluso más algunos de sus rasgos, produciendo así un vehículo que aun exhibiendo un aspecto deportivo e incluso ciertamente prometedor -para ello no hay más que reparar en llamativo alerón trasero- da prioridad al uso diario y el disfrute en autovía lanzada antes que al nervio en las curvas.
COMPARACIONES Y CONCLUSIÓN
Asimismo, aunque con la ficha técnica en la mano -no olviden nunca consultar la curva de par, ahí está la clave las más de las veces- esta versión del Audi 80 no parece un gran cimiento para su desarrollo en carreras, lo cierto es que tanto la fiabilidad de su mecánica como las grandes posibilidades de afinación dadas por la misma -siendo capaz de asumir un alto índice de compresión- hicieron de la misma un excelente punto de partida para las series del STC.
Desgraciadamente estamos más acostumbrados a valorar el fetiche de la potencia que al automóvil en su conjunto. Y vaya, aunque el Audi 80 Competition pueda ser sobre el papel menos prometedor que sus competidores -básicamente el 405 Mi16 4×4 y el 21 Turbo Quadra con 152 CV y 162 CV respectivamente- en verdad el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar haciendo resaltar así la excelente fiabilidad y calidad expuestas en el germano.
Si a eso le sumamos un buen tratamiento en las suspensiones -tomadas en gran medida del S2 y con una altura en torno a cuatro centímetros menor que la mostrada por el resto de los Audi 80- todo hace del Competition un modelo interesante en sí mismo más allá de su misión para con la homologación de la versión de circuito.
En suma, yendo a una opinión personal desde este lado del teclado no dudaríamos en adquirir una unidad en buen estado en caso de tener la suerte de encontrar alguna disponible pues, ni que decir tiene, se carácter limitado hace necesaria una profusa búsqueda por mercados europeos. Sinceramente su mezcla de fiabilidad y buenos acabados con la tracción quattro es perfecta para quien desee una berlina compacta de los noventa. ¡Y además se envuelve en una buena anécdota deportiva!